Lo que más me gusta de la aplicación Instagram es su sencillez, su uso reducido y eficaz: subir fotos con o sin filtros, a gusto personal, ver las galerías de las personas o hashtags que más interesantes me resultan, darle al corazoncito de ‘me gusta’ y poder comentarlas. Desde hace poco tiempo, también se pueden subir vídeos. Pero el caso es que no tiene juegos, ni chats, ni mensajes privados, ni nada que se aleje del mundo audiovisual y que la convierta en una red social más.
Desde hace tiempo, Instagram forma parte de mis momentos de desconexión, de mis ratitos de extremeña curiosa que busca en la etiqueta #Extremadura para descubrir nuevos rinconcitos secretos de la región, paisajes que no están al alcance de mi vista y que posiblemente algún día tenga la ocasión de disfrutar en persona. Sin embargo, últimamente, Instagram empieza a defraudarme, como lo hizo Twitter desde que le dio por mandar mensajes directos con virus o publicar en mi nombre, o como lo hace Facebook cada vez que me llega una invitación para que juegue a Ninja Kingdom, Peg Solitaire, Monster Legends u otros de los tantos juegos que al día aparecen en mis notificaciones y que tanto me hartan.
La culpa de que Instagram empiece a cansarme la tiene una tal @Paolausme, que no sé quién es, no la he visto en mi vida, pero cada vez que subo una foto me pone el siguiente mensaje desde diferentes usuarios que, imagino, son falsos: “Qué hermosas fotos son similares a las de @paolausme mirala ella es super linda me dices que te parece esta hermosa @paolausme”. Lo curioso es que en dos de cada tres personas de las que sigo, también me encuentro este mismo comentario, tal cual, con su carencia de signos de puntuación, de tildes e incluso, de concordancia.
Me parece genial que la chica quiera hacerse publicidad por Instagram, pues según he visto buscando su nombre por Internet, tiene una página web de belleza, pero empieza a cansarme que me pete las fotos de comentarios iguales y mal escritos, que más que seguirla y admirarla, voy a aborrecerla, si no lo hago ya.