Cabeza, cabeza ¡no pares! Ismael Masero
Las montañas no se suben con piernas sino con cabeza. Dicho montañero
Mi experiencia en la carrera
SALIDA
Vamos hasta la salida acompañados de mis amigos y mi hermano, están quizás más nerviosos al ver en el lío que me voy a meter, sienten el frío al que nos vamos a exponer durante muchas horas. Nos damos un abrazo de despedida, ellos sonríen, estarán ‘cerca’ por si necesitara ayuda.
Salida -8º C, algunos comienzan ya corriendo, yo lo hago andando unas decenas de metros, a poco, también empiezo a trotar, la nieve está algo dura por los lugares que la noche antes circularon moto-nieves, el grupo se alarga buscado su ritmo. Las fatbikes adelantan a los esquiadores y a los que corremos.
En la salida el grupo comienza a alargarse, los pesados pulkkas son los últimos. Foto @picado_phototravel
Está muy nublado y cuesta distinguir las partes más compactas sobre la nieve, hay que aprender qué es el contraste de la luz sobre el gran manto blanco.
El trote se hace algo pesado por lo blando del terreno, muy parecido a arena de playa.
Trato de ponerme mis gafas polarizadas para intentar ver mejor y ¡sorpresa! al contacto con mi cara, el vaho queda helado, haciéndolas inservibles en toooda la carrera, bueno, vale, estamos aquí para aprender.
Mantengo el ritmo suave y conservador, soy consciente de los 11 kilos que pesa mi mochila. Se une a mí otro corredor, nos miramos y sonreímos. Me pregunta qué tal voy, yo le respondo que bien, le hago la misma pregunta, responde lo mismo, él es de Holanda.
Porohovi. Primer punto de control y único de la carrera de 66 kilómetros donde hay agua ‘líquida’. Pelo helado.
Solamente fue quitarme mi gorro y helarse el sudor, una nueva cosa a tener en cuenta en este frío tan seco.
Dos corredores finlandeses me llaman la atención indicándome con la mano que estamos cruzando una mágica línea geográfica ¡Estamos atravesando el paralelo! ¡66º30′ Norte! el Circulo Polar Ártico, nudo en la garganta ¡emocionante!
Sendero duro para las fatbikes. En este tramo fue fácil alcanzarlos debido a que iban más tiempo empujando sus bicis que pedaleando.
-11º C, el ritmo es bueno, ya nos hemos separado todos, ahora toca disfrutar de la soledad en este bosque mágico, el sudor se hiela en la cara y en la ropa.
Esta sensación de frío es conocida, me agrada y disfruto del trote. Las manos y pies van bien, no hay sensación desagradable, me doy cuenta de que estoy corriendo solo con unos guantes de seda muy finos y no necesito más.
Para generar temperatura hay que echar leña a la ‘caldera’ ¡pues a tomar algo nutritivo! ¿qué tal unas barritas de mazapán y un trago de agua helada?…
Sinettajarvi. La nieve blanda se ha hecho más pesada al andar, las torcidas ramas de los abedules nos obligan a agacharnos constantemente, solamente hay un pequeño carril donde es algo menos duro. Salirse de esa huella y hundirse irremediablemente hasta la ingle con el extenuante trabajo de tratar de salir.
Entrada del laberíntico bosque boreal finlandés, nos encontramos en el tramo más duro llamado ‘pain in the ass’. Dos corredores tratan de descongelar el agua de sus botellas. Fijaros en un detalle…¡hay un corredor en pantalón corto! -11ºC.
ANDANDO POR EL LAGO SINETTAJARVI
Entramos en la cola del lago, la explanada de nieve es gigantesca, a lo lejos no se ve el final.
Ando con buen ritmo, el trote con nieve blanda y mis 11 kilos de peso me han sobrecargado las piernas, y empiezo a tener calambres ¡pues nada a beber y tomar algo de comida! Necesito llevar la ‘caldera’ siempre encendida, debo vigilar constantemente cualquier síntoma alarma de frío en mi cuerpo.
Buscar el mejor terreno para no hundirte demasiado se convierte en el juego entre el ratón y el gato ¡hay que ahorrar energía!
Me emociona al estar aquí con mis pensamientos. Mientras camino sondeo con los bastones el terreno. Miro a los alrededores y sonrío, estoy yendo cerca de una orilla del lago, al lado de un denso bosque de pinos que de vez en cuando descubre una preciosa casa de madera, es como una postal navideña ¡qué maravilla!
Roger, un corredor catalán, se une. He bajado el ritmo para relajar un poco las piernas. Hablamos unos minutos y volvemos a centrarnos en nuestro mundo. La apuesta de Roger es muy arriesgada, creo que va muy “pelao” de equipo, incluso de comida, pero él tiene experiencia, es su tercera vez aquí.
Hay islas repletas de arboleda en medio de este imponente lago. En un recodo ya vemos que el paisaje va a cambiar de nuevo, volvemos a adentrarnos en el mágico bosque, camino del siguiente control.
Mellavaara está cerca, a cinco kilómetros, noto un frío intenso en el pecho que me obliga a cerrarme el chaleco. Chequeo la temperatura del termómetro de mi helado y titubeante reloj, que es de -11º a -12º C. Subimos la cota máxima entre un sinuoso bosque de pinos cargados de nieve. Miro atrás y Roger me sigue a unas decenas de metros, siento hambre y las piernas flaquean, al atravesar un claro en el bosque la brisa se hace sentir mucho más fría de lo que marca mi termómetro (sensación térmica -20º aproximadamente)
Espero a Roger, me preocupa por lo expuesto que viene, esto no es una competición, sino una prueba de supervivencia, creo que puede necesitar ayuda.
Mellavaara. Kilómetro 35 y -14º C. Roger y yo paramos para comer, le ofrezco té de mi plan ‘b’, estamos sedientos ya que se nos han congelado hace horas toda el agua que llevábamos, venimos paseando el peso de nuestra helada agua.
A cada paso aprendía cosas nuevas, una de ellas y más importante era la de mantenerse alejado de cualquier foco de calor, como fogatas o cosas calientes. Había que seguir inmerso en el frío y sentirlo como un aliado, si no te atenazaría.
Salir de esa dolorosa sensación requiere paciencia y control mental más que control físico, como le ocurrió a Roger. Llevábamos unos cientos de metros en la estrecha pista del bosque, cuando me dijo apurado que no era capaz de sacarse el frío de las manos. En este lugar es primordial luchar el tiempo necesario contra esa dolorosa sensación, o llegará a un punto donde el constante dolor de la extremidad se apague, dejando insensible la parte afectada, es entonces cuando tendremos un grave problema…la congelación.
Habíamos cogido la taza de mi termo aún caliente para tratar de aliviar nuestra sed, en ese momento, el frío nos atacó sobre las manos con toda su fuerza. Gracias a mis anteriores experiencias navegando por los fiordos de Groenlandia, supe como actuar a tiempo, también había sufrido ese dolor en mis manos, me costó varios minutos volver a sentir confort. Roger en cambio aguantó más, hasta el punto de pedirme ayuda.
-Dame tus bastones ¡venga! sácate el guante gordo y mete tus manos debajo del pantalón ¡no pares de mover los dedos de forma enérgica! le dije.
Pensé en mi plan b: manoplas y calentadores químicos que llevaba.
No paramos en ningún momento, había que seguir generando temperatura corporal para no enfriarnos más de la cuenta. Estaba anocheciendo y lo empazabamos a sentir.
Este tramo de bosque fue más agradable al ser de bajada y por lo asentado que estaba ¡uff qué alivio! cerca se encontraba el punto de control llamado Sinettanlaavu.
Sinettenlaavu. Las cabañas finlandesas son como véis, un parapeto abierto en forma cónica y una fogata en frente. Ya estamos en el río Ounasjoki de nuevo.
Kilómetro 45. Dos señoras finlandesas me gritan, estoy absorto en el camino y en mis pensamientos, hemos alcanzado el siguiente punto de control. Paro lo suficiente volviéndome a alcanzar Roger y un nuevo corredor, es chino.
Le pregunto cómo está y nos responde que bien, pero observamos que está cansado y con frío, el esfuerzo ha sido intenso al tratar de seguirnos. Les ofrezco té a los dos, y nuestro nuevo acompañante se abraza a la templada taza de humeante té, devolviéndome un sonriente ‘thank you’.
A pesar del gran esfuerzo y el hielo que llevo en todo mi cuerpo,en la cara se refleja mi felicidad ¡más parezco un helado! pero estoy cómodo con esta sensación, sigo vistiendo la mismas dos capas y chaleco que desde el principio.
-15º C, Roger se pone una nueva y única capa que le queda, dos de mis pilas del frontal se han helado, a pesar de llevarlas guardadas en un bolsillo de mi pecho.
Sopla una constante brisa desde el Sur, y nos enfría aún más el comienzo hasta el siguiente punto. Las dos señoras del control nos han indicado mal el siguiente tramo y temo entrar en la zona más delicada por el overflow. El terreno es muy blando, hay que clavar la vista en la huella dejada por el paso de alguna moto nieve. En lugar de girar 90º y tratar de salir lo antes posible del ancho río, una huella nos lleva por el centro todo el camino.
El overflow que vamos encontrando es fácil esquivarlo ya que su color amarillento me avisa del peligro. Si nos adentramos en un lugar así es como meterse en un caldo helado espeso y granizado.
Cae la noche, solo el haz de mi foco me acompaña, Roger y el chico chino están a varios cientos de metros atrás.
Para descargar los gemelos troto donde siento más compacto el suelo, acabo de encontrar de nuevo las marcas reflectantes de la carrera, soy como un perro olfateando el track mientras miro atrás para que los compañeros puedan rectificar y seguir la huella.
Pohorovi, kilómetro 56. Sensación térmica aproximada -25º por una brisa frontal de 20 kilometros por hora. El ritmo es bueno, solo tengo una molestia en los hombros por el peso de la mochila.
Debido a las luces de los alrededores es muy fácil desorientarse de las marcas que hay en todo el río y ando haciendo algún zig zag para seguir las huellas asentadas, se ha convertido en mi única obsesión, salir del terreno blando se vuelve una necesidad.
Nos volvemos a reencontrar Roger y yo. El chico chino ha dejado de seguir nuestro ritmo y ha optado por parar, según me dice mi compañero catalán. Me preocupa el estado de ese chico y considero un instante en darme la vuelta para ir en su busca, mientras, lleno el termo nuevamente con agua caliente y tomo algo de comida. El vaho del lugar nos indica el frío extremo en el que estamos inmersos ¡la oscuridad es total!
Roger me dice que el chico no está a más de dos kilómetros y pienso que podrá llegar por sus medios hasta este punto. Me pongo mi Goretex y reanudamos la marcha como siempre charlando en compañía hasta coger cada uno su ritmo. Este tramo es el más duro, se suele hacer en el doble de tiempo, ya nos avisaron de ello, hay que darlo todo.
Las luces reflejadas en el nuboso cielo nos indican que estamos llegando a la ciudad, mi gps hacía horas que había muerto por congelación…¡suunto vaya reloj de juguete!…
Ya queda poco, veo el puente y puedo distinguir los coches sobre él, tanto zigzag buscando el mejor paso ha hecho que Roger me esté pisando los talones, parece que intentará adelantarme en los últimos kilómetros. Jejeje el pundonor me puede y aprieto la marcha, una vocecilla en mi mente me dice ¡cabeza, cabeza, no pares! es la voz de Isma Masero, el impulso después de sensenta y pico de kilómetros es total ¡no voy a parar ahora!
Y…a lo lejos veo la ansiada meta, junto a cuatro siluetas que esperan en la gélida noche polar ¡son mis amigos! gritan de alegría al saber que soy yo, no paro a su altura,tengo que llegar de nuevo al Control Room la verdadera meta. Me siguen dándome ánimos hasta la puerta ¡wow que sprint después de tantos kilómetros! ¡qué subidón de ánimo!
TRAMO FINAL DE META
RESUMEN DE LA CARRERA, TENGO LA CARA HELADA Y APENAS PUEDO HABLAR
AGRADECIMIENTOS
Mis más sinceros agradecimientos a todos vosotros que habéis hecho posible realizar este sueño, ha sido un verdadero placer compartirlo.
A todos los que disteis un poco de vuestro tiempo por vuestra generosidad y creer todavía en locuras
A mis compañeros y Maestro de entrenamientos Isma Masero, a Rafa Monje, Willy Cantillo, Raúl y otros tantos titanes que han estado ahí.
A mi familia, mis padres, mi hermano David por esas estupendas zapatillas que me hicierón volar hasta la meta, a mi hermano Antonio que sin poder dormir nos condujo hasta la puerta de embarque para cumplir un sueño, a mi Hermano Juampe, por conducirnos seguro por carreteras heladas y estar ahí siempre aunque seamos como el perro y el gato.
A Sara y Pedro de Centrowagen, por creer en locuras, por su generosidad y apoyo de esta marca y mi ¡primer patrocinador!
A Celia, Jota y Antonio Sanchez, de este periódico en el que tengo el gran honor de poder escribir mi blog, por vuestra inestimable ayuda para difundir mis sueños.
A Chus García, David Lopez-Rey, Marcial y Vicente de Canal Extremadura por disfrutar de mis proyectos y difundirlos.
A mis compañeros y jefes de la base aera Ala 23, por vuestra paciencia y por vuestra cobertura cuando me ausento lejos.
A mis amigos Finlandeses Sonia y Simo por su acogida y dedicación.
A mis amigos y compañeros de cordada en montaña y escalada y en especial a Jesus Velez, que lo he abandonado temporalmente en busca de este sueño. También Julio Cervunalis por aquella caminata y charla en medio de un vendabal.
A mis amigos de viaje Rafa Alvarez-Buiza, Maria Otero, Ismael Naranjo y Jampe, mi hermano, sin vosotros no podría haber estado más arropado ¡Qué ayuda más valiosa!
A mi mentor Ramón Larramendi y Tasermiut South Greenlad Expeditions, que me enseñaron la pasion por las tierras polares.
A la organización de la carrera, a Álex Casanovas por el pedazo de esfuerzo que tuvieron que realizar para preparar todo, a Julián Amorrich, por su simpatía, ayuda y ánimos durante la carrera y que desde aquí animo para culminar aquella carrera no terminada.
A todos mis amigos de las redes sociales, por vuestras muestras de cariño y ánimo por vuestro calor en aquel lugar ártico.
A Alejandra por creer en las locuras de un loco y aun así quererlo.
Algunas muestras de apoyo desde la red, tuve muchísimas más:
-El entrenamiento nos lleva a la línea de salida y la mente nos lleva a la meta (frase de ánimo en mi muro de Facebook por Concha Gonzalez)
-Cuanto más loca es la aventura,mas cuerdo es el aventurero (frase de enhorabuena en mi muro de Facebook por Victor Cinos)
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