Vivir bajo la techumbre de un tópico es como quedarse al raso, vulnerable ante las inclemencias de la rutina o de la pura falsedad. En Extremadura conocemos bien esa sensación porque esta tierra ha sido con frecuencia carnaza para la exageración y alimento para el lobo de la mentira.
Desde la imagen distorsionada de los feroces conquistadores –vistos y analizados por paradójico que resulte a la luz de valores morales que se impusieron muchos siglos después– hasta la caricatura de aquellas Hurdes paupérrimas, pasando por el cliché del señoritismo de santos inocentes, Azarías y milanas bonitas, recreaciones literarias del tipo Pascual Duarte o episodios más cercanos como la tragedia de Puerto Hurraco.
El paraíso del tópico. Los medios informativos –y también la ignorancia secular– hemos alimentado un imaginario colectivo en el que lo tremebundo y los sucesos de ‘la España profunda’ le sentaban a Extremadura como un traje a la medida. La pervivencia de esos prejuicios explica desmanes recientes y que a algunos políticos nacionalistas catalanes se le ocurra, por ejemplo, ‘ironizar’ con la adopción de niños extremeños o llamar ‘malnacidos’ a quienes no comparten su forma de valorar el reparto (estatal) de las pelas.
No hay peor ciego ciego que el que no quiere ver. Ni material más resistente que el de los tópicos y la ignorancia. Contra ambas adversidades se manifestó el miércoles por la noche en Cáceres la vicepresidenta primera y portavoz de la Junta de Extremadura, María Dolores Pallero, cuando aprovechó el acto de entrega del I Premio Internacional de Periodismo ‘Ciudad de Cáceres’, convocado por la Fundación Mercedes Calles y Carlos Ballestero para arremeter contra el centralismo mediático que nos convierte en figurantes de segundo nivel y reivindicar una imagen moderna, fiel a la realidad, de la región.
La tarea quizás exija la misma constancia que se le supone a la gota de agua dispuesta a horadar una roca. Pero estoy seguro de que campañas públicas como la de Marca Extremadura o iniciativas ilusionantes como la de la fundación privada que convoca el Premio de Periodismo ‘Ciudad de Cáceres’ acabarán ganándole el pulso al desconocimiento.