Yo creía que las discusiones apasionadas sobre la existencia de Dios se remontaban a los tiempos de Maricastaña, cuando decir ‘librepensador’ o ‘ateo’ era como nombrar a Belcebú. Pensaba que el debate social sobre el tema (no el filosófico o antropológico) estaba más pasado que el vino que tiene Asunción, que no es blanco ni […]