Si la imagen que mejor encarna la Transición a la democracia es ‘El abrazo’, de Juan Genovés, estos años de crisis económica y corrupción los resumen las imágenes del macrojuicio de las tarjetas ‘blacks’ y del ‘Gürtel’, concurridos patios de Monipodio a los que Equipo Crónica, –de existir aún el grupo artístico– podría dedicar una serie completa.
Al margen de lo que decidan los jueces en su momento, lo evidente es que ambas estampas están más cerca del gansterismo que de la filantropía, a pesar de los arriscados aliños indumentarios que lucen sus protagonistas, muy lejos de los que suelen utilizar los «robagallinas» para quienes está pensada la ley en España (Carlos Lesmes, presidente del TS, dixit) en vez de para los grandes defraudadores.
España, precisamente el país desarrollado donde más ha crecido la brecha entre ricos y pobres durante el periodo 2007 a 2014 según el informe ‘Panorama de la sociedad 2016’ elaborado por la OCDE para medir los indicadores de bienestar. El póster de esa crónica, la portada del informe podría ser la foto del cualquiera de esos macrojuicios.
El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirma que el paro, la corrupción y el desprestigio de los políticos siguen siendo las tres preocupaciones principales de los españoles. Llueve sobre mojado. Pero aumenta la preocupación por la falta de gobierno, una circunstancia a la que ciertos políticos (o mejor, ciertos cargos orgánicos sin responsabilidades institucionales) parecen ajenos. Hasta que les llegue el agua al cuello.
Creo que en España se teme más a la corrupción que al populismo, un fruto derivado de esa estirpe, el daño colateral o la consecuencia inevitable, igual que el relámpago y la descarga eléctrica. Acabad con la corrupción y la desigualdad y os evitaréis el populismo. Muerto el perro se acabó la rabia.
La corrupción a pequeña escala asusta menos que la elegida por los beneficiarios de la amnistía fiscal o los emboscados aún en la ‘lista Falciani’. Si al mirar atrás nos topamos con escándalos como Gürtel, ERE, tarjetas ‘black’, Bárcenas, Pujol, Noós, Malaya, Fabra, operación Taula… la primera conclusión es que hay que limpiar los establos de Augías y el trabajo de Hércules lo tiene que hacer, sí o sí, la Justicia. Con mayúscula. Soslayarlo equivaldría a poner en gravísimo riesgo el sistema mismo.
Parecen incompatibles con la convivencia democrática comportamientos que hasta la ética ciudadana más laxa nunca daría por buenos. La pretensión del PP de que se anule o se dé carpetazo definitivamente a un caso de corrupción como ‘Gürtel’ causa sobresalto y deja al personal patidifuso. Pensar que ese entramado cutre y esperpéntico del ‘albondiguilla’, el ‘bigotes’ o ‘llámame don Vito’, –entre otros muchos de la variopinta patulea– podrían irse de rositas y si te he visto no me acuerdo es para echarse las manos al pasaporte, y salir pitando.