La Covid 19 se ha convertido en el centro de nuestras vidas. Y la mascarilla en su bandera. Además de las previsiones meteorológicas, hay que estar pendiente de las disposiciones autonómicas sobre la obligatoriedad de su uso si viajas fuera de tu región. Imagino que lo inmediato será recurrir a nuevas aplicaciones tecnológicas para conocer en tiempo real si uno se encuentra próximo a cualquier potencial foco de contagio o a salvo, sin amenazas cercanas.
Igual que invade los resquicios de nuestra cotidianidad, la Covid-19 planea también sobre la vida política. No solo cuando miramos al pandemonio catalán, sino al analizar las recientes elecciones en Galicia y en el País Vasco. Todo es Covid-19, desde el debate sobre el estado de la región en Extremadura hasta las incertidumbres que acechan a la economía española durante la cumbre de la UE este fin de semana. El Covid-19 es la pandemia. La razón de nuevos hallazgos e investigaciones: «Los anticuerpos generados por las llamas logran, en pruebas de laboratorio, neutralizar al coronavirus, según ha puesto de manifiesto un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Rosalind Franklin, la Universidad de Oxford, Diamond Light Source y Public Health England (Reino Unido)», informa Europa Press. Más madera.
Supongo que la Covid-19 planea también sobre el desplome de Podemos; sobre la concesión por la Generalitat del tercer grado penitenciario a los condenados del ‘procés’; sobre las transferencias millonarias del Rey emérito desde paraísos fiscales. Planea, desde luego, sobre las recomendaciones oficiales del Real Madrid para que los aficionados –en el caso de ganar la Liga esta misma noche del jueves– no acudan a los tradicionales lugares de celebración, «especialmente a la plaza de Cibeles», porque todos, añade el comunicado del club blanco, «debemos contribuir, como hasta ahora, con absoluta responsabilidad a evitar riesgos de contagio de la pandemia». ¿Alguien estaba pensando en el 8-M?
En realidad, sobre la Covid-19 lo que planea desde hace tiempo –tal vez desde que a finales de enero la OMS declaró la alerta sanitaria internacional–, es el dilema, la contradicción, entre salud y economía. Entre la bolsa o la vida. Después cabe extraer en la operación todos los decimales que se quiera. Hay un proverbio ruso que resume sabiamente esa paradoja: «Si vas de prisa, alcanzas la desgracia; si vas despacio, es la desgracia la que te alcanza a ti». Si olvidamos los peligros del bicho, si bajamos la guardia, el virus nos da caza; si nos excedemos en la prevención y en el aislamiento, la economía se va al garete y nosotros detrás…
¿Qué hacer? Yo creo que afrontar el riesgo con prudencia pero sin angustia; cumplir las recomendaciones sanitarias (lavado de manos, distancia de seguridad, mascarilla) y recordar aquello tan sabido: los más peligrosos suelen ser los más tontos, mientras que los más sensatos son quienes demuestran civismo y dignidad. ¿El resto? Algo de buena suerte, mi buen Yorick.