Una de las primeras cosas que enseñan a los alumnos de las facultades de Periodismo es que el interés de las noticias depende de factores como la proximidad (no son igual cien muertos en la India que un asesinato en el bar de la esquina) o el interés humano (no es lo mismo una noticia acerca del consumo de cemento que la historia de una familia que busca ayuda para intervenir quirúrgicamente a su hijo). Así es, al menos, la teoría.
La realidad demuestra que no siempre teoría y práctica van de la mano. Hay muchos ejemplos recientes. No seré yo quien reste importancia a la salvajada de los quintos de Torreorgaz, afanados en la dudosa ‘hazaña’ de matar una burra a patadas durante una noche de borrachera. El común de los mortales nos hemos echado las manos a la cabeza, hemos puesto el grito en el cielo y reclamado que se aplique la ley con dureza, o al menos con tanto rigor como el demostrado por los mocitos ‘mataburras’. Pero ese mismo día, en la edición digital de este diario se daba cuenta de la desgraciada muerte de un ‘gorrilla’ o aparcacoches que falleció al precipitarse desde el tejado de un garaje al que había accedido, presuntamente, para robar. La historia no suscitó ni la milésima parte de comentarios o interés que el caso –salvaje, sí, pero circunstancial, inusitado y en último extremo anecdótico– del asno maltratado y muerto en Torreorgaz.
La muerte, por sed y hambre, de un mastín en Villanueva de la Serena o la pena impuesta a tres hombres detenidos tras comprobar que cazaban pájaros con ‘liga’ (pegamento) en la carretera de Valverde, cerca de Badajoz, ha generado bastantes más comentarios que los malos augurios para la economía extremeña y desde luego glosas mucho más piadosas que las suscitadas por las noticias de un ladrón muerto en accidente cuando huía en un coche robado en Mérida después de asaltar un bar, o la aparición del cadáver de un hombre en el río Jerte a su paso por Plasencia. A estos muertos, si se trata de personas, la cebada informativa al rabo. Aunque no sean muertos de la India ni de ningún país remoto.
Quizás los medios informativos deberíamos ser los primeros en entonar el ‘mea culpa’. Aunque mejor sería que el conjunto de la sociedad nos preguntáramos ¿pero esto qué es?