>

Blogs

La patria y la cuesta

En cualquier actividad humana la constancia y el esfuerzo son virtudes encomiables y generosas en frutos. «La gota horada la piedra, no por su fuerza, sino por su constancia», nos avisa Ovidio con sabia belleza. Hay racimos enteros de ejemplos en el mismo sentido. Sin embargo durante los últimos años la crisis financiera mundial y la globalización han borrado de un soplo bastantes conquistas sociales del Estado del bienestar, de manera que la correspondencia directa entre esfuerzo constante y recompensa se ha venido abajo como se derrumban los palitroques de un chamizo…
No se trata solo de los trabajos en condiciones laborales de explotación (incluso para los niños) que se multiplican en los países con menor nivel de desarrollo, sino de las propias condiciones de trabajo a que se enfrentan («lo tomas o lo dejas») millones de ciudadanos en el civilizado paraíso europeo y en otros países del occidente rico.
La prueba del nueve que confirma el acelerado descenso del Estado del bienestar, la progresiva sangría económico-social, no son las estadísticas con que periódicamente nos apesadumbra Cáritas, sino un cliché mediático muy popular: hace poco más de una década la imagen de la precariedad la resumía el «mileurista». Por lo general, joven. Ahora un «mileurista», joven o mayor, es casi un privilegiado…
Así que la sola idea de mucha constancia y mucho esfuerzo como camino al éxito en la vida han perdido validez. La receta ha caducado. Al menos en el terreno de las perspectivas económicas y con esa equivalencia zumbona que habita en los versos de José Agustín Goytisolo a los que puso música Paco Ibáñez: «Me lo decía mi abuelito / me lo decía mi papá / me lo dijeron muchas veces / y lo olvidaba muchas más. / La vida es lucha despiadada / nadie te ayuda, así, no más, / y si tú solo no adelantas, / te irán dejando, atrás, atrás. / ¡Anda muchacho y dale duro! / La tierra toda, el sol y el mar, / son para aquellos que han sabido / sentarse sobre los demás».
Lo que no funciona en el mundo de la economía tampoco funciona en el de la política; entre otras cosas porque la economía es siempre una consecuencia directa de la política, y no al revés. Quiero decir que sería estremecedor «confundir el mensaje» y creer que una escuálida victoria en las urnas sanciona de forma automática un modelo económico por el hecho de que quienes apostaron (al menos de boquilla) por fórmulas de ruptura en vez de reforma han quedado mucho más abajo en el podio electoral. Me parece que la avería del ‘sistema’ exige algo más que una simple revisión en la ITV o cuatro medidas de pura cosmética. Obviar esa circunstancia y dedicarse solo a mantener el sillón equivaldría a postergar la derrota, no a conjurarla. Quienes enfrenten –sean los que sean– la próxima responsabilidad del gobierno de España deben saber que su compromiso no es con la gente que les votó, sino con el futuro de millones de compatriotas que confían en revertir la vertiginosa cuesta abajo por la que va dando tumbos el Estado del bienestar.

Juan Domingo Fernández

Sobre el autor

Blog personal del periodista Juan Domingo Fernández


junio 2016
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
27282930