Mira hacia atrás y no ve una fecha en el calendario, sino una sucesión de acontecimientos que culminan con el voto, en urnas relucientes, un miércoles, 6 de diciembre, de hace justamente 40 años. Atrás quedaban ya aquel ‘Libertad sin ira’ del grupo Jarcha, verdadera banda sonora de una España que se desperezaba y el ‘Habla, pueblo, habla’ como sintonía oficial de la campaña para el referéndum de la ley de Reforma Política. Apenas habían transcurrido tres años de la muerte de Franco y hasta aquella España con la que nos conmovió Basilio Martín Patino en ‘Canciones para después de una guerra’ se presentía ya fenecida y firmante de todos los armisticios. Poco a poco se habían despejado las indecisiones acerca de ‘ruptura’ o ‘reforma’ y hasta las pintadas de signo ‘subversivo’: «Sí, Sí, Dolores a Madrid» o «Muerte al cerdo de Carrillo», eran acotadas con desenfado ácrata: «Sísí, emperatriz» o «Cuidado, Carrillo, quieren matarte el cerdo».
Solo el terrorismo parecía empeñado en abortar un proceso de modernización política al que se llegó mediante negociaciones, consenso y tras una amnistía general que fijaba, generosamente, el punto de partida para construir un futuro común en paz y en libertad.
Así que mira hacia atrás y se reconoce en aquel joven que compatibiliza su trabajo en una revista con los estudios en la Facultad de Ciencias de la Información, entonces un edificio aún sin acabar. Se reconoce en aquel joven que ha visto cómo en la Gran Vía de Madrid era obligado por los ‘grises’ a separarse de la persona con que paseaba un 1º de Mayo por el solo hecho de llevar bajo el brazo un determinado periódico… Del dolor ante la brutalidad de la ‘matanza de Atocha’ y la multitudinaria manifestación durante el entierro.
Un ayer donde empezaban a proliferar los primeros ‘multicines’, los VIP y el ‘drugstore’ de la calle Fuencarral, en que se podía adquirir desde las primeras ediciones de los periódicos hasta bebidas y tabaco de madrugada. Una época con manifestaciones políticas, sindicales o vecinales casi diarias, cuando las películas denominadas ‘de destape’ fueron dando paso a las salas ‘X’ y pasaban de moda los pantalones campana. Un ayer que además de quedar recogido en cámaras de fotos empezaba a registrar con tomavistas de super 8 las vacaciones y la memoria familiar.
Mira hacia atrás y piensa que la efeméride de la que hoy se cumplen, precisamente, 40 años, constituye para él además de un hito político, una frontera sentimental, pues justo ese día conoció a quien habría de ser desde aquel momento el centro de su vida. Tan es así que muchas veces ha bromeado con el espíritu ‘constitucional’ del vínculo que les une y el carácter de amuleto que debe poseer para amparar su duración. Por eso hoy se permite esta licencia personal, esta digresión íntima. A los pocos días de aquel referéndum le escribió en dos viejos cuadernos pautados una apasionada declaración de amor que ahora, 40 años después, ella a veces relee secretamente mientras él se hace el distraído, disimula y sonríe pensando en 1978.