Sábado previo al inicio de la Semana Santa. Son las ocho de la mañana y soy la única persona desayunando en el Parador Nacional de Turismo de Zafra. En apenas una hora iniciaremos ruta hacia Burguillos del Cerro, dentro del programa del viaje de familiarización, famtrip, que la Diputación de Badajoz ha organizado con periodistas, blogueros y mayoristas de viajes para dar a conocer el producto histórico y patrimonial Ribera del Guadiana. Historia Viva. Poco a poco un grupo de huéspedes, de avanzada edad, pero frescos como una lechuga, van tomando posiciones en el comedor para recargar pilas ante una nueva jornada. La mayoría son de Barcelona y Montcada i Reixac, y todos menos uno rebasa los ochenta años. La posibilidad de departir un rato con ellos en mi lengua materna vence mis reticencias a molestarles.
María, Francesc, Santiago, Victoria, Pilar, Consol, Elsa y Lluis, son algunos de sus nombres. Me había cruzado ya la jornada anterior con alguno de ellos, en el magnífico patio del que fuera Palacio de los Duques de Feria, actual Parador de Zafra. Para alguno de ellos esta es su primera visita a Extremadura, aunque otros ya conocían algunos de sus enclaves más destacados. Preguntados por el medio de viaje elegido, me cuentan que lo que han hecho ha sido ir en AVE desde Barcelona a Toledo y desde allí, con un microbús de alquiler, realizar todo el recorrido.
La ruta elegida por tierras extremeñas les llevó en primer lugar al norte de la provincia de Cáceres, visitando Plasencia y el Valle del Jerte. La siguiente etapa la dedicaron a la capital cacereña, para posteriormente descender hasta Mérida. La siguiente parada fue en Badajoz, desde donde aprovecharon el carácter fronterizo de la ciudad para acercarse a la vecina localidad portuguesa de Elvas. Su trayecto de casi una semana por tierras extremeñas tuvo en Zafra su punto y final, pues desde allí se iban hacia Córdoba, desde donde, de nuevo en AVE, regresarían a la Ciudad Condal.
En medio de las tareas del ya mencionado famtrip, en el que la empresa de la que soy socio, +magín, ha colaborado con la empresa organizadora Aistur; me resultó sumamente sugerente el espíritu viajero de este grupo de octogenarios catalanes, ávidos de seguir ampliando horizontes y conociendo otras realidades, y hacerlo de una forma muy autónoma. Se mostraron satisfechos de la experiencia, resaltando el buen trato y la amabilidad de los extremeños, además de la belleza paisajística y patrimonial de la región. Eso sí, la única queja expresada, la petición al presidente extremeño, José Antonio Monago, de que no se meta tanto con los catalanes. A lo que no tuve más remedio que responder que otro tanto deberían hacer algunos políticos catalanes en relación a los extremeños. En definitiva, y ellos eran un buen ejemplo, gran parte de las incomprensiones, estereotipos e ideas preconcebidas, de una parte y otra, se curan viajando. Y mucho mejor nos iría a todos.