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Adolfo Marroquín

Ciencia Fácil

Los insectos nos enseñan a trabajar mejor en equipo

 

 

Las hormigas tienen bien resuelto y organizado el traslado de información a sus compañeras, mediante productos químicos; de esta forma, cada hormiga que tiene que comunicar un mensaje a todas las habitantes del hormiguero, lo hace de forma “directa y completa”, sin intermediarios, es decir sin que ninguna otra hormiga intervenga; en consecuencia, debido a que el mensaje llega en bloque y no en partes, las hormigas pueden actuar de inmediato tras la información.

Por otra parte, muy al contrario de lo que sucede en el tráfico de vehículos humanos, las hormigas viajan sin atascos en su tráfico, de forma fluida y rápida, siguiendo sus propios caminos, que son marcados químicamente. Se ha descubierto que, por muy denso que sea ese tráfico, nunca se altera su velocidad.
Cuando sus caminos se llenan de hormigas, parecen convertirse en un grupo que se mueve en conjunto; es como si todos los coches en un tramo de nuestras carreteras se convirtieran de pronto en un tren, en el que cada coche sería uno de los vagones del mismo. Los atascos de tráfico para las hormigas harían ineficaz su trabajo, por lo que desarrollaron un sistema que mantiene a todas ellas en movimiento y a una velocidad óptima.

La comprensión e imitación de cómo las hormigas se organizan en grupos que se mueven en bloque, podría reducir el tiempo y la energía que desperdiciamos los humanos, a lo largo de nuestras carreteras, en cuanto llegan las horas punta.

 

 

Otro escenario en el que podríamos aprender, de la biomimética en general y de las hormigas en concreto, es el de la gestión de desastres. Los grandes desastres naturales que afectan al género humano suelen demostrar que, aunque se haya intentado programar las actividades de respuesta de la población, o al menos las de los equipos que deben dirigir y coordinar las acciones de dicha población, los resultados no suelen ser los deseados.

Ocurrido el siniestro, la cadena de acceso a la información y puesta en marcha de soluciones, suele ser “manifiestamente mejorable”, salvo que se trate de un simulacro, en cuyo caso lo habitual es que “todo esté previsto de antemano”.

Normalmente los simulacros humanos de actuaciones ante potenciales catástrofes naturales de cualquier tipo, sólo prueban que si sabemos cuándo y dónde va a ocurrir la catástrofe, entonces las cosas se resuelven razonablemente bien. Lo malo es que las catástrofes naturales ocurren cuando y donde la naturaleza quiere, ante lo cual los simulacros humanos previos quedan en meras demostraciones de buenas voluntades.

Por el contrario, en el caso de las hormigas, ante una catástrofe, natural o provocada, pero real para ellas, se organizan inmediatamente de forma que, en pocos instantes, las decisiones están tomadas, comunicadas, comprendidas y acatadas por todos los miles de componentes de la colonia.

El conocimiento a fondo de cómo se trasmite la información y las instrucciones, así como su aplicación a los programas de actuaciones de nuestra Protección Civil, mejorarían enormemente la eficacia y eficiencia de los equipos de coordinación y salvamento.

 

 

A las citadas hormigas podemos añadir otras maestras en el arte de trabajar en equipo, como son las langostas que, pese a circular en unas condiciones que el ser humano consideraría imposible de gestionar, ellas, sin embargo, no tienen dificultad en superar ese tráfico, sin colisionar entre sí.

Las langostas viajan en enjambres de proporciones bíblicas, pero nunca chocan entre sí. Sus cerebros están organizados especialmente para evitar los accidentes por colisión, dado que visualizan con anticipación el riesgo potencial, antes de que ocurran accidentes, y procesan la información tan rápido que pueden responder al peligro con una acción correctora que evita la colisión.

Los investigadores están estudiando cuál puede ser el sistema de la langosta para evitar los accidentes potenciales, aislándose del resto de los acontecimientos a su alrededor y desencadenando respuestas adecuadas para evitar el accidente que ocasionaría una colisión.

 

 

También puede ser una fuente de enseñanza el caso de las abejas, que necesitan buscar mucho para encontrar las mejores fuentes de alimentos, no sólo para cada abeja, sino para toda la colonia. Las abejas que regresan de su expedición de campo, se detienen en la entrada de la colmena y danzan un baile para informar a todo el equipo sobre la localización de las mejores fuentes de néctar.

Su baile ayuda a decidir el número exacto de trabajadores necesario para recoger el néctar de las fuentes detectadas.
Para los humanos, Internet tiene un desafío similar, puesto que las personas y sistemas que vigilan los servidores tienen que tener su propia danza para mostrar todos los servidores diferentes en el sistema en el que la actividad en la web está floreciendo en cada segundo; lo que ayuda a dirigir el vuelo de los servidores a los sitios con mayor demanda.

Cualquiera que haya visto funcionar a las corporaciones humanas de cerca, o desde dentro de ellas, sabe lo difícil que es para los humanos tomar rápidamente las decisiones correctas, que conlleven lo mejor para el grupo.

Por el contrario, en el caso de las abejas, por ejemplo, cuando en una colmena el número de individuos se hace demasiado grande, la colonia debe cambiar de residencia. Entonces, el encontrar la mejor casa nueva es una gran decisión que incumbe a todos los miembros de la colmena; para estudiar el comportamiento del conjunto ante esa decisión, los científicos llevaron una de estas colmenas sobresaturadas a una zona concreta y colocaron en un entorno, relativamente próximo pero no a la vista inmediata, cinco colmenas vacías, una de ellas perfecta y las otras cuatro algo inferiores, y esperaron a ver lo que ocurría.

 

 

El resultado fue que las diferentes abejas exploradoras salieron volando y naturalmente encontraron pronto todas las colmenas potencialmente habitables, estudiando sus emplazamientos exactos, así como algunas otras características.

Regresaron a la vieja colmena y realizaron sendos bailes, con el que trasladaron al resto de las abejas un conjunto de instrucciones para encontrar la colmena que le había sido asignada a cada una. A los pocos instantes, salió de la vieja colmena un nuevo conjunto de exploradores, que se dirigió directamente a las distintas colmenas posibles, ya localizadas por el equipo anterior, y las analizaron con detalle, con lo que parecía ser la búsqueda de “una segunda opinión”, o más bien la segura confirmación de que la decisión era la correcta.

Al regreso de la expedición de confirmación, un nuevo baile de las expedicionarias informó al conjunto de los ocupantes de la colmena, y ese conjunto votó con el batir de sus alas la mejor opción. Tras lo anterior, la colmena EN BLOQUE se trasladó a la nueva casa, que naturalmente era la perfecta.

Adolfo Marroquín Santoña

Noticias y comentarios sobre temas científicos

Sobre el autor

Adolfo Marroquín, Doctor en Física, Geofísico, Ingeniero Técnico Industrial, Meteorólogo, Climatólogo, y desde 1965 huésped de Extremadura, una tierra magnífica, cuna y hogar de gente fantástica, donde he enseñado y he aprendido muchas cosas, he publicado numerosos artículos, impartido conferencias y dado clases a alumnos de todo tipo y nivel, desde el bachillerato hasta el doctorado. Desde este blog, trataré de contar curiosidades científicas, sobre el clima y sus cambios, la naturaleza, el medio ambiente, etc., de la forma más fácil y clara que me sea posible.


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