>

Blogs

Adolfo Marroquín

Ciencia Fácil

Energía y economía frente al clima

 

La energía es sin duda un factor clave para asegurar el desarrollo de la humanidad, tanto desde el punto de vista económico como social; sin embargo, el actual modelo energético es insostenible, en primer lugar porque el crecimiento del consumo es constante y está basado en gran parte en recursos de energías fósiles (carbón, petróleo, gas, etc.) que son sin duda finitos y por tanto se agotarán; pero además es insostenible porque, de seguir así, las consecuencias nos llevarían a superar el límite del desarrollo climáticamente sostenible, que podemos definir como “aquel que satisface las necesidades del presente, sin provocar cambios irreversibles en el sistema climático”. 

 Ahora bien, para asegurar el futuro del desarrollo, sin duda es necesario asegurar el suministro energético, pero eso debe hacerse fomentando el ahorro y la eficiencia energética, buscando nuevas fuentes de energía, optimizando el rendimiento de la que tenemos disponible, etc.; ahora bien, lo cierto es que a día de hoy e incluso me temo que a bastantes años vista, no tenemos conocimiento de una energía alternativa, puesto que todas las energías renovables, mal llamadas a veces energías alternativas, todas las renovables juntas (solar, eólica, biomasa, etc.) no podrán aportar el 100% del suministro requerido, y en mi opinión si siquiera podrían alcanzar un porcentaje “suficiente” de la creciente demanda.

 De hecho, la única fuente energética realmente alternativa que vislumbramos a día de hoy, capaz de suministrar un elevado porcentaje de la demanda, es la energía nuclear de fusión, pero que nadie se asuste, porque ésta tiene poco o nada que ver con la energía nuclear de fisión, que es la tristemente famosa por sus peligros, residuos, etc.; ahora bien, para esta nueva fuente de energía, prácticamente inocua, está en fase de construcción del reactor experimental ITER, en Francia, concretamente en la localidad de Cadarache, y no se espera que esté operativa hasta dentro de varios (¿2, 3,…?) decenios. Y así están las cosas…


Mientras tanto, sabemos (IPCC dixit) que los cambios actuales en el clima son consecuencia de la actividad humana y son debidos a la intensificación del efecto invernadero natural, al aumentar la concentración atmosférica de los gases radiativamente activos y provocar lo que se conoce como un forzamiento radiativo. Cerca del 60% de este forzamiento es debido al CO2, en tanto que el CH4 contribuye en un 15%, el N2O en un 5%, mientras que otros gases y partículas, como el ozono, los FCCs y HFCs, etc., contribuyen con el 20% restante.

Como ya he dicho en ocasiones anteriores, el sistema climático es fundamental para entender el clima, puesto que el concepto de clima no debe asociarse sólo a la atmósfera, que no es más que uno de los subsistemas del sistema climático conjunto, que está constituido, además de por la propia atmósfera, por la hidrosfera (mares, océanos, etc.), la litosfera (superficie terrestre), la criosfera (conjunto de los hielos del planeta) y la biosfera (conjunto de los seres vivos, incluido el hombre para desgracia de la naturaleza). Todos estos subsistemas interaccionan permanentemente, de forma que cualquier cambio en uno de ellos influye, directa o indirectamente en los demás, dando lugar a cambios inducidos, cambios que a su vez dan lugar a nuevas interacciones, y así sucesivamente, de manera que el sistema en su conjunto está siempre sometido a procesos dinámicos de búsqueda del equilibrio.


 

En el pasado también ha habido alteraciones en la concentración atmosférica de los gases de efecto invernadero que han originado profundos cambios climáticos. Sin embargo, la diferencia fundamental entre estos cambios naturales y la evolución actual del sistema climático no está tanto en los procesos y sus causas, como en la velocidad a la que se producen las alteraciones, tanto en la concentración atmosférica de los gases de efecto invernadero como en el clima.

Para acercarse al fondo del problema del cambio climático y entender la necesidad de establecer un compromiso global que conduzca a la aplicación de políticas y medidas para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, es necesario conocer también la importante relación que existe entre las emisiones y la estabilización de sus concentraciones y el largo período de tiempo necesario para cambiar la tendencia.

Así, por ejemplo, si desde comienzos de este siglo hubiéramos mantenido constantes las emisiones mundiales de CO2, su concentración atmosférica, que actualmente se acerca peligrosamente a las 400 partes por millón (ppm), hubiera seguido aumentado a lo largo de casi dos siglos más. Para mantener dicha concentración por debajo de las 550 ppm (objetivo de la Unión Europea para finales del siglo XXI), las emisiones globales durante este siglo no deberían crecer, sino disminuir a lo largo de este siglo y durante los siguientes.

Pero debido a la fuerte inercia que tiene el sistema climático, una vez estabilizada la concentración atmosférica de CO2, la temperatura media mundial en la superficie seguiría aumentando durante algunos siglos y el nivel del mar durante varios siglos o incluso milenios. Por tanto, la estabilización de la concentración de CO2 en un determinado nivel y período de tiempo no significa que se acaben los cambios en el clima.

En consecuencia, aunque existen todavía incertidumbres que no permiten cuantificar con la suficiente precisión los cambios del clima previstos, la información validada hasta ahora es suficiente para aconsejar la toma de medidas de forma inmediata, de acuerdo al denominado “Principio de Precaución” al que se hace referencia en la Convención Marco sobre Cambio Climático.

La inercia, los retrasos y la irreversibilidad del sistema climático son factores muy importantes a tener en cuenta y, cuanto más se tarde en tomar esas medidas, los efectos del incremento de las concentraciones de los gases de efecto invernadero serán más y más irreversibles. La mayor parte de los análisis científicos señalan que nuestro clima ya está cambiando y prevén que los acontecimientos climáticos extremos (tales como grandes tormentas, inundaciones y olas de calor) serán cada vez más frecuentes e intensos, así como la elevación de la temperatura global y del nivel del mar.

Según informa la AIE (Agencia Internacional de la Energía), a día de hoy, el mundo no va por buen camino para alcanzar el objetivo acordado por los gobiernos de limitar la elevación de la temperatura media mundial a 2 ºC, para finales de siglo. Pero las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero siguen aumentando y, en el verano de 2013, los niveles de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera superaron por primera vez en varios cientos de miles de años las 400 partes por millón.

El sector de la energía constituye la mayor fuente de emisiones de gases de  efecto invernadero inductores del cambio climático, puesto que más del 80% del consumo mundial de energía se basa en combustibles fósiles, por tanto limitar esas emisiones debe ser un objetivo esencial de la actuación en esta materia. Pero, en el actual contexto de gran preocupación económica internacional, ciertos signos inquietantes indican que el cambio climático ha quedado relegado en la agenda política.

Adolfo Marroquín Santoña

Noticias y comentarios sobre temas científicos

Sobre el autor

Adolfo Marroquín, Doctor en Física, Geofísico, Ingeniero Técnico Industrial, Meteorólogo, Climatólogo, y desde 1965 huésped de Extremadura, una tierra magnífica, cuna y hogar de gente fantástica, donde he enseñado y he aprendido muchas cosas, he publicado numerosos artículos, impartido conferencias y dado clases a alumnos de todo tipo y nivel, desde el bachillerato hasta el doctorado. Desde este blog, trataré de contar curiosidades científicas, sobre el clima y sus cambios, la naturaleza, el medio ambiente, etc., de la forma más fácil y clara que me sea posible.


septiembre 2013
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
30