Posiblemente muchos de nosotros hayamos sufrido alguna vez una lesión de mayor o menor grado. Nos guste o no, cuando practicamos deporte ya sea a un alto nivel, incluso de competición, o “simplemente” porque vamos por encima de nuestras propias capacidades, llega el momento en que nos veremos obligados a parar.
¿Quién no ha pensado, al menos, en ese momento?
Por todos es sabido que lo primero que deberíamos hacer es ponernos en manos de un buen especialista que nos aconseje y nos oriente sobre el método más rápido y seguro de recuperación. Ni que decir tiene, deberemos hacer caso de los consejos que nos proporcione y si tienes dudas, hazle todas las preguntas necesarias.
Por supuesto, hay una parte que está dentro de todos nosotros que también debe colaborar en este proceso de recuperación. Y esa es 2″la cabeza”.
Cada deportista es diferente, y no todos afrontamos las lesiones de la misma manera, por eso, ser realista con el tipo de lesión que suframos y ser conscientes y asumir el periodo de recuperación, son factores muy importantes.
Tratar de ser optimistas es la primera piedra de nuestra construcción hacia la recuperación, al menos, para que esta sea lo más llevadera posible. Claro, y esto dependerá del tipo de lesión, y del tiempo de recuperación. Pero pensar constantemente que no volveremos a correr no nos ayudará. Por supuesto, entendemos que, tarde o temprano volveremos a tener la oportunidad de hacerlo.
Durante este periodo los pensamientos negativos pueden asomarse a tu cabeza con cierta frecuencia. Por ello, realizar alguna actividad que haga las funciones de barrera a este pensamiento puede ser una buena opción. Busca alternativas, camina, pedalea, nada, lee…
En mi caso, cuando a mediados de mayo sufrí una grave lesión cardiaca, en un principio, la situación se planteaba complicada, y pensar que volvería a correr no estaba dentro de mi cabeza, pero después de mucho esfuerzo, sobre todo mental, he conseguido ponerme a practicar de nuevo una de mis aficciones.
-Ser conscientes del tipo de lesión. A todos nos asusta cualquier lesión relacionada con el corazón. Lo primero que me planteé fue mentalizarme de que la recuperación. Una vez consigas aceptar la lesión, podrás empezar a plantearte la recuperación. Acepta y respeta también el periodo de recuperación.
-Paciencia. Esta herramienta la mentalizo casi cada día. No me exijo nada. Ahora que estoy empezando a trotar, no me fijo ni en distancia, ni tiempos ni ritmo. Salgo a hacer lo que me apetece. Si corro, pues corro, pero si camino, lo disfruto. Prisas y presión, cero.
-Valorar los progresos. Empecé siendo consciente de tipo de lesión a la que me enfrentaba, y durante 4 meses casi no corrí ni un metro. Apenas podía caminar dos kilómetros parando cada 200 o 300 metros y me sentaba en cualquier banco o bordillo. Pero valoraba profundamente cada paso que daba, y sobre todo, al llegar a casa, miraba el recorrido con mi gps y disfrutaba de los progresos.
-Apoyo de tu alrededor. Aún sigue siendo fundamental encontrar alguien con quien compartir metros, sobre todo, por el miedo a ir solo, pero no siempre encuentro compañía. Pero, al volver, compartir tus progresos con los amigos o familiares, es compartir la alegría, y eso te motivará. Recibir los ánimos y el apoyo de mi familia y amigos está siendo fundamental.
-Aprender de los errores. Sea cual sea tu lesión, será útil que analices las causas de la lesión, sobre esfuerzo, estrés, distracción al pisar… Así podrás tratar de tomar las medidas necesarias para evitar volver a caer.
-Enfrentarse al miedo. Una de las cosas que más me frena es el miedo a recaer. Ahora, analizo cada molestia alrededor de mi corazón, disminuyo el ritmo o incluso paro si es necesario. Trato de mentalizarme de que no tiene por qué suceder de nuevo.
Siempre piensa en positivo, piensa que lo conseguirás y no permitas que la ansiedad y el estrés por volver sean un obstáculo para el regreso. Valora cada paso como un triunfo, compártelo con tu alrededor, celébralo, sin precipitarse.
Piensa que siempre puedes avanzar.
Suerte.