Si quieren tener un recuerdo de esos que permanecen en la memoria del paladar de por vida pidan a la primera ocasión que puedan un helado ecológico de leche de cabra, un “Kit Cream”. Sentirán inmediatamente la curiosidad de saber quién hace esas delicias ecológicas, y oirán una llamada irresistible de Quico invitándoles a incorporarse a “la revolución verde del helado”.
Francisco García, más conocido como Quico en el mundillo ecológico, es un maestro artesano del helado peculiar, que ha sabido evolucionar constantemente. Proviene de Ibi, ese pueblo industrioso de Alicante, cuna del juguete y del helado que parecen llevar en la sangre sus habitantes.
Hijo de fabricantes, Quico, cuando terminó sus estudios de empresariales decidió hacerse heladero. Tras un viaje por Italia, donde aprendió el oficio, decidió probar suerte en España estableciéndose en Cuenca, tras trabajar en heladerías en Ibiza y Burgos. En 1986 monta en Ciudad Rodrigo su primera heladería, y al año siguiente se establece en Coria, donde permanece hasta 1996, cuando monta otra heladería en Trujillo.
Su conversión a lo ecológico le vino tras una visita a Inglaterra y, sobre todo a EE. UU., en 1989. Allí se da cuenta de la importancia que tienen los alimentos orgánicos en esos países, en los que ya formaban parte de una oferta habitual en los consumidores, que se aproximaba en aquellos tiempos al 5 % del volumen total del sector alimentario, lo cual era una cifra realmente importante.
Desde su regreso empieza a estudiar la forma de incorporar el modelo ecológico a sus helados, viendo la primera dificultad en la obtención de la materia prima necesaria para ello. Como ustedes saben, los ingredientes básicos del helado son: lácteos, huevos, azúcar, esencias específicas (vainilla, cacao, etc.) y estabilizantes. Pues bien, estos productos debidamente elaborados a veces es más fácil encontrarlos fuera que dentro de España, pero sobre todo suelen ser más baratos, por ejemplo: un kilo de yema de huevo aquí puede costar 14 euros, en Austria te lo sirven por 5 euros, o un kilo de azúcar ecológico en Holanda (lo trae de Brasil) te cuesta 1,18 euros, y en España cuesta en torno a 2 euros.
A pesar de estas limitaciones Francisco creó Kit Cream y, progresivamente, toda la gama de helados BIO-CREAM, informando a sus consumidores sobre aspectos tales como la nutrición, la calidad, los sabores y la garantía certificada de su elaboración.
Con todas esas barreras superadas, desde sus instalaciones de Trujillo se lanzó a vender a las grandes superficies. Con el tiempo llegó a la conclusión de que éstas prefieren marcas propias, aprietan excesivamente a las pequeñas empresas, y a él le interesa vender directamente sus productos.
Desde el año pasado tiene un socio en Cataluña y han montado dos heladerías en los mejores sitios de Barcelona (Paseo de Gracia), y después abren otra en Madrid, y otra en Cáceres. A partir de ahí no para de pensar cómo puede seguir extendiéndose a nuevos espacios para crecer poco a poco, en la medida en que se lo permite su pequeña industria, la consecución de las materias primas necesarias, y la normativa europea cambiante en el sector ecológico.
Para quienes no conozcan este sector deben pensar que, si ya los productos perecederos entrañan enormes dificultades para llegar a los mercados en buenas condiciones, el de el helado lo tiene todavía más difícil, ya que necesita una infraestructura de trasporte especial que nuestro amigo Quico afronta con vehículo propio directo hasta Madrid, y desde allí lo envía a Barcelona en transporte de congelación.
A pesar de todas esas barreras Quico mantiene una empresa que da empleo de 5 a 13 personas (según las épocas del año), con una capacidad de producción actual de 1,5 millones de litros al año, aunque con la crisis actual ya es un éxito producir en torno a 500.000 litros y facturar en torno a los 700.000 euros.
Tan importante como estos datos básicos de la empresa de este emprendedor, que ya lleva media vida en Extremadura, es la imagen que proyecta de ser el pionero en España de unos helados ecológicos extremeños, certificados y excepcionalmente envasados y presentados, que son ya una referencia en nuestro país, y que creo están llamados a formar parte de la mejor gastronomía, si logra estos tres objetivos: superar las barreras administrativas y burocráticas cambiantes. Lograr los apoyos financieros necesarios para mejorar su infraestructura productiva. Y planificar bien sus nuevas heladerías, que bien podrían convertirse en un franquicia siempre que la calidad del productos esté garantizada por él.
Solo les digo una cosa para cerrar este post. Prueben los helados de Bio Cream de leche de cabra, chocolate, vainilla, turrón, etc, y espero me digan si se trata de algo sublime o es propaganda lo que les estoy contando. Mi amistad con Quico, desde coincidimos hace años en la Feria de BioFach de Alemania, no entraña ninguna vinculación económica.
Simplemente me enamoré de sus helados, y ahora, desde que he probado el de leche de cabra, estoy en un “sin vivir” que no sé cómo resolver. Espero que si en el Grupo de Consumo de Villanueva ya le hicimos un pedido de 1.000 euros hace un año, en el próxima campaña tendremos que aumentarle, y ello será posible si los amigos del grupo prueban antes el de leche de cabra, al que quedas enganchado desde la primera vez.