Este post quiere darle protagonismo a la fiesta de la trasterminancia que se celebra por segunda vez en la Siberia extremeña, durante la que un rebaño de ovejas merinas negras ha hecho el recorrido entre Tamurejo y Siruela, por la popular Cañada de las Urracas, perteneciente a la Cañada Real Segoviana, acompañado por pastores y gentes de estos pueblos que, con sus perros, burros y caballos, han convertido este camino en un verdadero festejo popular.
Mientras las administraciones y nuestros pueblos toman conciencia de la importancia que la trashumancia puede llegar a tener en el siglo XXI y de cómo habría que hacerla hoy, se hace necesario defender las trasterminancias, realizada en trayectos cortos que ayudan a que los ganados aprovechen los pastos entre pueblos y comarcas, colaborando con ello a la conservación de los caminos públicos y las vías pecuarias, cada día más usurpadas por todo tipo de depredadores.
A las diez de la mañana los acompañantes se concentraban en la Plaza de Tamurejo en la que eran recibidos por las autoridades municipales y los vecinos de este pueblo, agasajados con dulces caseros: bizcochos, sultanas y “bodigos de Tamurejo” que hicieron las delicias de los asistentes, acompañados de copitas de aguardiente artesano que recordaba a la “cazalla mañanera” con que la gente del campo iniciaba sus tareas en tiempos aun no muy lejanos.
Iniciado el recorrido del ganado con los “mansos” (carneros castrados de grandes cuernos acaracolados), estos iban a la cabeza guiando a las ovejas, sobre todo por los pasos más estrechos y las pequeñas corrientes de los arroyos.
Esta experiencia servía para poner de manifiesto la rica biodiversidad existente en una zona llena de fauna silvestre (entre las especies más abundantes en la zona están: aguilucho cenizo, águila culebrera, buitre negro y leonado, garcilla bueyera y garza real, abejaruco, mirlo, abubilla, urraca, perdiz, rabilargo, alcaudón, y las grullas que acuden a los comederos de bellotas.
Las dehesas que atravesamos tenían una densidad de arboleda extraordinaria, con ejemplares de encinas de gran porte rodeadas en el horizonte por los montes inconfundibles de esa gran comarca que conocemos por La Siberia. Tras el descanso a mitad de camino, continuamos el recorrido hasta llegar a la carretera, a un kilómetro del pueblo. Allí se paraba el tráfico y empezaba la fiesta.
La Asociación Floklórico-Cultural “Aldaba”, con sus coros y danzantes, a cuyo frente iba su presidente, Eugenio Cendrero (“Meño” para los amigos), maestro de folklore local, convertían aquello en un espectáculo musical de resonancia muy antigua y la gente salía a ver la llegada del rebaño que se adentraba por las calles del pueblo hasta llegar a la plaza de Siruela, el pueblo con más ovinos de España, convertido en la CAPITAL DE INVIERNO DE LA TRASHUMANCIA.
Decían algunos ganaderos que a Miguel Cabello, propietario de las “merinas negras” que han hermoseado este día, “no le cabe un junco por el culo”, de orgulloso que está al tener el mejor rebaño de España en esta variedad del tronco merino español.
Los carteles difundidos por todas partes por la Asociación Concejo de la Mesta y la Asociación Trashumancia y Naturaleza, reunidas conjuntamente proclamaban:
La importancia de la villa de Siruela, en Extremadura, como comarca de invernada desde tiempo inmemorial de los ganados trashumantes, procedentes de las cuatro sierras nevadas de León, Soria, Segovia y Cuenca, así como que aquí se celebraban desde el año 1500 las juntas invernales del Honrado Concejo de la Mesta, por lo que acuerdan por unanimidad declarar a SIRUELA como capital de invierno de la Trashumancia.
Terminado el recorrido del rebaño por el pueblo, los acompañantes y los danzantes, tras pasar por la Casa Rural “La Pajarona”, convertida en centro de hospedaje de cuantos vienen a visitar la comarca y la Reserva de Razas Autóctonas, y conducido el ganado a la finca en la que pastan, empezaba el reparto de las migas.
Dado el pistoletazo de salida por el Alcalde, Regino Barranquero, con una perfecta organización, entra en escena Antonio Cendrero (el mejor miguero del pueblo y el que mejor hace “el tasajo”), que con su gente han preparado unas migas “poco aceitosas”, con sus torreznos, pimientos, asaduras, ajos y sardinas, a las que cualquiera podía reengancharse hasta quedar satisfecho.
Mientras se comían las migas el rapsoda y cantaor local, Doroteo Salazar, nos recitó poemas con las tradiciones y personajes del pueblo, y nos cantaba algunas canciones compuestas por él, incluido algún fandanguillo para pastores y rebaños, cerrando así un día inolvidable para los que tuvimos el placer y el honor de compartirlo.
Si los pueblos con tradición ganadera en los que se siguen haciendo estos desplazamientos cortos del ganado organizaran todos los años esta fiesta, y las administraciones colaboraran con ellos, estaríamos sentando las bases para que una de nuestras mejores tradiciones recuperara toda una cultura que daría proyección a Extremadura y sus pueblos. Esa sería una imagen de marca más de la que tan necesitados estamos en esta tierra.