Como huerto es perfecto, no he visto otro mejor en Extremadura. Como granja de autoabastecimiento, tampoco está mal. Paco, policía jubilado, también es un personaje peculiar, claro que primero fue agricultor y lo que bien se aprende nunca se olvida. Paco llegó de niño a las Vegas Altas del Guadiana, a Las Casas del Castillo, al lado del Castillo de la Encomienda. Su escuela fue el cultivo de algodón, tomates, pimientos… El arroz se plantaba “a piquete” y se segaba a mano. El maíz se regaba a pie y también las mazorcas se cosechaban a mano.. Eran los primeros tiempos del Plan Badajoz y en él los hijos de los colonos apenas podían ir a la escuela, empezaban a trabajar con siete u ocho años. Y así fue todo hasta la marcha al servicio militar.
En 1972, a partir de la vuelta de la mili es cuando estudia para policía, tras un año en la academia da un vuelco a su vida y pasa por diferentes zonas de España, desde Madrid a Bilbao, desde Badajoz a Don Benito Paco ha realizado distintas funciones como policía: motorista, conductor de autobuses, oficial, etc.
Cuando su larga vida profesional llegó a su fin Paco, que aún conserva su casa en el Castillo y es casi un museo lleno de curiosidades y antigüedades, se repliega en una parcelita de una hectárea que tiene en las afueras de Villanueva de la Serena, con una casa y dos naves en las que organiza su retiro dorado. Una huerta de unos 800 m2. Una granja de 7000 metros que siembra de praderas, con cerramiento de maya cinegética. Y todos los aperos necesarios para las tareas de ambas: tractor pequeño, aporcadores hechos por él, arados, rotavator, hoces, guadañas, colección de azadas…etc.
Y ahí se produce su reencuentro con su vieja y sabia profesión. El huerto, en una tierra de arena espléndida, es el mejor que he visto en Extremadura. Los frutos que saca de él son bodegones dignos del mejor pintor. Su familia no da abasto para comer tanta exquisitez. Para el excedente, que es mucho, estamos los amigos. El trueque con él está garantizado. Los intercambios continuos nos vienen muy bien ya que siempre hay diferencias de tiempo a la hora de cosechar. Y el aprendizaje a su lado es un arte.
Si empezamos por las aromáticas allí tenemos: cilantro, perejil, yerbabuena, romero, tomillo, albahaca, apio, toronjil…el berro aun se le resiste pero acabará consiguiéndolo.
Las patatas (Jaerla, Desiré y Spunta) son las mejores de este contorno. Y qué decirles de sus alcachofas y sus cardos. Las lechugas (oreja de mulo y rizadas) son las más finas y las escarolas hacen unas ensaladas de lujuria. Tiene toda la familia de las coles y los mejores tomates que imaginarse puedan (rosado, pera, cherry, de cuelga, corrugados…). En pimientos no perdona ninguno (cuatro caras, italiano, morrón, del piquillo, guindas picantes y matanceras…etc.) Berenjenas (negras y jaspeadas) y qué decir de los rabanitos, remolachas y nabos. Las zanahorias en una tierra tan sueltas y con abono de estiércol bien cribado (es un exquisito para el estiércol) no tienen nada que ver en sabor con las industriales del “Súper”. Tampoco le faltan las fresas, acelgas, espinacas, cebollas y puerros. Y las calabazas, algunas han llegado a pesar noventa kilos, sin olvidarse de la cidra para el relleno de cabello de ángel.
Luego tiene un par de árboles frutales de cada clase: ciruelo, paraguayos, melocotón, peral, albarillo, manzano, cerezo, granado, olivo, laurel, higuera verde y negra, parras… Aquello es un vergel diseñado y labrado por el agricultor que fue en su etapa temprana de la vida, con la que ahora se ha reencontrado.
La granja es menos pretenciosa, pero en ella no faltan los palomos con su palomar, las gallinas y pollos tomateros, gansos y pavos y hasta una pequeña granja de caracoles. Pero la reina de sus animales es la oveja, las cabras las tuvo que dejar porque siempre encontraban un hueco para irse a la parcela del vecino y era un disgusto tras otro. En esos 7000 metros vallados tiene una pradera de primor, con 15 ovejas reproductoras que no dejan de darle corderos todo el año, al tiempo que estercolan la tierra con el majadeo y aun le sobra estiércol para la huerta. Imagínense la labor de mejora que está haciendo en ese suelo de pratenses, comido a diente por sus ovejas y con rotaciones continuas, en el que no falta el riego con aspersores en la época en que es necesario. Sus dos mastines las don compañía a todas horas.
En fin, que con apenas una hectárea de terreno el amigo Paco se ha reencontrado con sus raíces y es el más feliz de los granjeros y hortelanos, a pesar de las palizas que se pega para obtener sus frutos y para tener en ordenado tanto cachivache ya que es un obseso del orden. Tomarse un vino con él y echar un rato en ese pequeño paraíso es uno de los placeres que tenemos sus amigos y hacer un poco de trueque, que hasta ahora es un asunto en el que hacienda no puede meter mano.