Los amigos de las gallinas, CIAGA (Club Internacional de Amigos de las Gallinas) es un club de románticos y admiradores de las gallinas camperas, que buscan un pretexto para divertirse, defendiendo a unas aves que siempre acompañaron la vida familiar, dando sus huevos y su carne a quienes las crían como uno de los manjares de excelencia en toda la historia de la humanidad.
El pasado día 5 de junio, en la finca El Rañaco, de Pedro Pazos, conocido de ustedes en este Blog, tuvo lugar el primer encuentro de unas gentes que quieren promover el huevo de campo e ir consumiendo cada vez menos los huevos de granja intensiva. Hacía falta encontrarse en un marco especial, en el que las buenas tradiciones y los mejores alimentos locales y artesanos, presidieran esa pequeña fiesta de creación de un Club sin burocracia alguna, sin estatutos y sin cuotas, que congregue a gentes que tienen una sensibilidad y aficiones comunes, y un sentido festivo de la vida.
Tras un período de intercambio en las redes sociales, en el que las imágenes de gallos, gallinas y pollitos se intercambiaron entre ellos, fue cogiendo fuerza la idea de crear este Club, al que se pone pomposamente el título de Internacional, porque desde el principio están presentes en él amigos de Portugal, Suiza, Italia, etc. y sobre todo de Extremadura. Ahora, poco a poco, se pretende ir dando a conocer el fabuloso mundo de la avicultura, con historias que enternecerán y hasta sorprenderán a quienes lo forman y a quienes lo sigan en el Grupo Abierto que se ha creado en Facebook
Hay un hombre, un investigador del INIA, fallecido hace unos años, Don Fernando Orozco, que dedicó su vida a las gallinas y que ha dejado reflejada en su obra una tarea digna del mayor reconocimiento. En sus trabajos de campo, cuenta cómo fue recorriendo cortijos por los campos de Extremadura para ver cómo en ese mestizaje de razas gallineras todavía podían encontrase ejemplares de algunas razas autóctonas concretas, como es el caso de la “castellana negra”, la “andaluza perdiz”, o la “franciscana” o “utrerana”, que habían sido gallinas populares por todo el suroeste español y muy queridas por sus rusticidad y adaptación al clima, que acompañaron siempre a la familias campesinas formando una parte importante de su sustento.
A este autor piensan dedicar sus primeros textos de divulgación, ya que fue el creador e impulsor de la gallina “extremeña azul”, en una tarea sin prisas, que sirva de información y divertimento a todo el grupo de amigos que en estos momentos se aproxima al centenar.
A lo largo de la jornada de constitución en El Rañaco se pusieron en común viandas y guisos, provenientes de las distintas comarcas, que hicieron las delicias de los asistentes, demostrando una vez más, la riqueza culinaria de una tierra tan llena de buenos alimentos, que todavía se conservan a pesar de la industrialización cada día mayor de los productos alimentarios que llegan a nuestra mesa. En la sobremesa se cantaron jotas, canción española y hasta tangos, que dieron la nota musical a quienes saben disfrutar del arte del buen comer y el buen vivir.
El broche final lo pusieron los amigos del Alentejo (Arronches) aportando buena literatura popular, relativa a esa querida comarca de la Raya Portuguesa y los de Fregenal obsequiándonos con la revista literaria Saber Popular, incluyendo el Refranero de Agricultura, con más de 500 refranes que encierran el conocimiento y la imaginación legados a través de los siglos, de toda una cultura rural que algunos dicen que está condenada a desaparecer.
A partir de ahora la tarea es buscar nuevos escenarios de fincas o dehesas modélicas en las que seguir celebrando estos encuentros, con el ánimo de aprender y divulgar todos estos tesoros, en el que el huevo y la gallina estarán siempre presentes. Ni que decir tiene que el huevo estuvo en la mesa del Rañaco, en forma de huevo relleno (comida popular en la romerías de nuestros pueblos), tortillas de espárragos y gurumelos empanadillas, ensaladas, etc. e hizo las delicias de todos, junto a la patatera, la chanfaina, la lengua estofada, la mandanga y el ajoblanco y el gazpacho de cerezas. Todo ello con la cerveza artesana Sevebrau y algunos vinos pitarreros y de algunas bodegas y variedades autóctonas, cerraron una jornada inolvidable.
Por último, conviene destacar la iniciativa desarrollada en este Club, consistente en el trueque. Esta actividad, practicada desde los tiempo más remotos, consiste en el intercambio de productos entre los amigos que tienen manjares distintos y se lleva ya un tiempo practicando. Huevos por naranjas (las hay excelentes en distintas zonas extremeñas). Huevos por cerezas, verduras, frutas, criadillas, cecina, quesos artesanos, espárragos (blancos, verdes y silvestres), cervezas, vinos, licores (hay una destilación artesana excelente en algunas zonas). Todo ello está abriendo unas expectativas prometedoras al recuperar una forma de relacionarse que no sólo no debe perderse, sino que debería promocionarse cada día más.
Esta pequeña historia del Club Internacional de Amigos de las Gallinas (CIAGA) no ha hecho más que empezar. Esperemos que nos permita relatos en este Blog tan placenteros como el que hoy les cuento.