La historia de José Rueda y su familia es tema que podrían novelar o llevar al cine algunos de esos creadores que van surgiendo en nuestra tierra en los últimos tiempos. En varias ocasiones escribí sobre esta experiencia, sin pensar entonces que esta aventura empresarial acabaría en Holanda, tras ir resistiendo hasta donde pudo una carrera de obstáculos que no acababa nunca.
Pepe Rueda era un economista, matemático, profesor de universidad, políglota… que decide un día dejar su plaza de enseñante para venirse con Raquel y sus dos hijos a la comarca de La Vera. Con todos sus ahorros compran una finquita en Robledillo y montan una granja de cabras única en su género, soñada y estudiada pacientemente.
Con la raza florida y el cruce con onubia, tras un proceso de mejora genética riguroso, José obtiene la leche mejor cualificada de este sector y un producto estrella: unos batidos de leche de cabra deliciosos, y sin competencia en el mercado.
En su fase de pruebas, logró contactar con El Corte Inglés, que valoró muy positivamente su producto, hasta el punto de concertar con él la comercialización, en cuanto alcanzase la escala suficiente para salir al mercado.
Inmerso en este proceso de ampliación, surge el problema del desplome del precio de la leche fresca, en paralelo con la subida de los productos sanitarios y de alimentación de su cabaña, lo que le generó un estrangulamiento financiero, al no obtener los recursos previstos para la autofinanciación de la propia actividad.
Pepe había metido todos sus recursos en el proyecto, sus ahorros, avales de la familia, etc., y ahora se encontraba con que el proyecto podía irse a pique por unas variaciones en el mercado en el momento más inoportuno.
Inicia entonces un largo peregrinar por Administraciones, Bancos, inversores privados, empresarios, cooperativas, etc… que le colmaron de buenas palabras en apoyo de su proyecto, pero no le aportaron el mínimo capital necesario para mantener la explotación.
Llegó un momento en que los bancos apretaron y ya no pudo más. Toda su tarea de investigación, innovación tecnológica y genética, puesta a punto de un producto de excelencia y único en España, etc., se iba a la ruina, a pesar de las buenas palabras y hasta del premio al emprendedor que recibió en 2009.
Una Nochebuena, aún cercana, tuvieron que despedirse de todo el esfuerzo realizado, con el que habían soñado para vivirlo en esta tierra extremeña, y empezar de nuevo perdiendo la casa y la granja que habían construido con sus medios, sin el señuelo de unas subvenciones que otros muchos recibieron.
El resto de esta historia sigue cuando se interesan por José Rueda en Madrid, en Estados Unidos, en Polonia y en Holanda, donde tenían referencias de la obra que esta familia había realizado en Extremadura. Tras estudiar las ofertas decidieron aceptar la de Holanda, país que había servido de referencia a este emprendedor para construir el proyecto que intentó sacar adelante en Extremadura y que sin duda les habrá dejado heridas y cicatrices de esas que no se olvidan, pero que a un luchador y emprendedor tampoco pueden paralizarle.
Hoy están en Holanda. José dirige una explotación similar a la que aquí tuvo, aunque algo más grande y con más medios. Desde el principio les facilitaron una casa confortable próxima a la explotación, y sus hijos, allí escolarizados, hablarán ahora holandés e inglés, y seguramente habrán perdido el acento extremeño que se llevaron de nuestra tierra.
Creo que a estas alturas de la historia que les he contado no hace falta que tenga que señalar las lecciones que pueden deducirse de este relato. Sólo percibí las lágrimas de José una vez, cuando me despedía de él por teléfono aquella Nochebuena de triste recuerdo para ellos. La entereza y valentía con que iban soportando el desenlace de su aventura empresarial es lo que más se me ha grabado en el recuerdo. Sabía en mi interior que gentes de ese temple encontrarían una nueva oportunidad en cuanto se repusieran un poco del golpe que sufrieron en la tierra que habían elegido para vivir.
Tal vez pronto veamos por algunos de los mejores espacios alimentarios unos batidos de leche de cabra excelentes. Si son holandeses recordaremos que pudieron haber sido extremeños. Pero aquí seguiremos hablando de I+D +i y de apoyo a los emprendedores.