Todo ha cambiado a mi alrededor, me he quedado en paro o me han bajado el sueldo, y no puedo pagar la hipoteca. Este es el problema al que se enfrentan hoy miles de españoles. Sin embargo, debemos saber que no todo está perdido, y que tenemos a nuestro alcance algunas estrategias que nos permitirán salir del paso.
Piensa que los bancos no quieren pisos, quieren préstamos que se paguen porque éste es su negocio, por lo que su predisposición a renegociar la hipoteca será total. No lo olvides: el negocio del Banco es captar y prestar dinero, no quedarse con tu piso.
En su día, el banco nos concedió el préstamo hipotecario tras realizar un exhaustivo estudio largo y tedioso para determinar: tu capacidad de pago, las garantías y la posibilidad de que pagaras el préstamo durante la vigencia del mismo.
Primero: ¿qué estudia el Banco cuando nos concede un préstamo hipotecario?
1 Estudia nuestra capacidad de pago, que supone que destinaremos el 30% de los ingresos netos de la unidad familiar al ahorro, otro 30% al consumo, y otro 30% al pago de préstamos. Por ello, decidieron que nuestra situación económica estaba dentro de estos parámetros.
2 Estudia las garantías. Para ello piden una tasación de nuestra vivienda a la empresa de tasaciones en la que nuestra entidad confía por lo que no cabe error, ya que no es el cliente quien valora su vivienda, sino una empresa independiente elegida por el Banco normalmente, y que nosotros pagamos. Y el valor del piso así determinado da cobertura a la garantía del préstamo que, por términos generales, llega al 80% de en viviendas.
3 Estudia la estabilidad familiar. Estudia nuestra situación en la empresa, nuestra estabilidad, la de nuestra pareja, la viabilidad de los ingresos, los préstamos que tengamos, las posibles irregularidades en recibos y en financieras, las tarjetas de crédito.
Y con todo ello decide qué tenemos: capacidad de pago, garantías suficientes y estabilidad para pagar el préstamo que nos va a conceder.
Segundo: Pero si ahora ha cambiado mi situación ¿qué hago?
No es difícil que el paro, un ERE, ERTE u otra situación de incapacidad temporal nos acucie en los pagos y, como vulgarmente se dice, “no llegue la burra al trigo”. El IPC, el IVA y el incremento del coste de la vida son malos compañeros de viaje en estos tiempos . El ahorro es muy difícil , y el dinero no alcanza para pagar la hipoteca.
Lo más aconsejable en estos casos es acudir a la entidad con la que negociaste el préstamo hipotecario, y exponer tu situación, porque ellos estudiaron la operación y realizaron un contrato que te obliga en unas determinadas condiciones, pero éstas han cambiado.
Y no es culpa del Banco que estés en la situación más complicada, pero tampoco es culpa tuya que la empresa en la que trabajas te haya reducido el sueldo, por ejemplo . Ha llegado el momento de que, ante una modificación de tu capacidad de pago , la entidad modifique tu cuota.
Pero no olvides que has firmado un contrato y que ese planteamiento solo puede partir de una negociación con tu entidad.
Podemos empezar ofreciendo ampliar el plazo del préstamo hipotecario. Si ya hemos pagado durante unos cuantos años, será la opción más sencilla para disminuir la cuota hipotecaria.
También podemos solicitar una carencia de capital: es decir, dejar de pagar durante un tiempo que ronda entre uno y tres años el capital, carencia de capital, o capital e intereses,carencia total . Esta última posiblemente sea más complicada, pero también la más útil desde el punto de vista del obligado al pago.
Como última opción , solicitar una quita de los intereses que hayan quedado pendientes.
Lo que hay que tratar de negociar, en definitiva, es que las nuevas cuotas se ajusten a nuestra nueva capacidad de pago.