El Festival de Mérida va más allá de la representación en la arena del Teatro Romano. Dentro de la liturgia que llevan a cabo los amantes del festival existe un paso fundamental para concluir el rito del teatro en Mérida. Ese paso es acabar la madrugada tomando una copa o refresco con la espalda sinuosa del monumento a nuestro alcance. Y esto sólo se puede hacer en la famosa Terraza del Festival, que un año más será gestionada por Garoa Copas.
En esta ocasión dará empleo a 8 personas y abrirá sus puertas ficticias cada madrugada, tras los aplausos del público a cada una de las funciones. Es en ese momento, cuando encontrar un hueco encima de los camerinos se presenta como la opción más acertada para emborracharse de reflexiones, divagaciones y críticas sobre la obra de turno.
La embriaguez más festivalera de cuántas puedes vivir en las noches de verano de Mérida. Con una decoración chill-out, este año han apostado por el juego de luces que ilumina las traseras del Teatro Romano. Allí, con una caipirinha en la mano, o con uno de sus famosos ‘mojitos’ festivaleros, es más fácil discurrir sobre cada uno de los montajes. Sillones blancos que nos evaden y un entorno privilegiado: Es el único momento del año que podemos salir de copas dentro del recinto del Teatro y Anfiteatro Romanos.
“Este año incorporamos a la fiebre de la ginebra sevillana una piña colada que va a gustar mucho a la gente”, así lo cuenta para este blog la encargada del recinto, Carolina, quien además anuncia que la Terraza contará en esta 61 edición con actuaciones musicales para llenar de notas las madrugadas festivaleras. Sólo hay que tener ganas, y olvidar la idea de madrugar la jornada siguiente, para vivir el Festival de Mérida, con todos los sentidos…pero con el gusto listo de miércoles a domingo para soñar teatro en su terraza.