El espectáculo funciona. Y lo hace por el buen trabajo del equipo artístico que, siguiendo la premisa de la compañía Yllana, convierte al público en parte fundamental del desarrollo de la historia. Y es ahí, donde radica la clave del éxito del montaje: El espectador se siente partícipe y al conseguir esa complicidad el idilio se origina desde el principio. Se establece una relación cuasi familiar que permite que la digestión de la narrativa se haga fácil, ligera y entretenga.
Yllana no rompe la llamada ‘cuarta pared’ sino que entiende el espectáculo sin ella desde el inicio y esto, casi siempre, es la clave del éxito porque, de forma inteligente, hace del público responsable de que funcionen cada uno de los gags. Lo convierte en protagonista y consigue que la narración resulte excitante. Y todo esto, claro está, aderezado con la buena interpretación del reparto. Todos, sin excepción, interpretan bien cualquiera de sus papeles y le imprimen vis cómica y un carácter protagonista. Esto permite que no existan papeles secundarios, puesto que todos funcionan casi por igual. Aunque, en el desarrollo del montaje, algo largo para la incomodidad que suponen los cojines del Teatro Romano de Mérida, sobresalen del resto del elenco Fael García y Elena Lombao. Los dos artistas provocan las mayores carcajadas del espectáculo con cada uno de los múltiples papeles que interpretan.
Quizás, García y Lombao, son los más creíbles y derrochan buen humor en cada una de sus declamaciones. Conectan con el público desde sus primeros parlamentos y consiguen que el espectador esboce una sonrisa cada vez que aparecen en escena, que son, por suerte, muchas veces.
Fael García y Elena Lomba representan en sus interpretaciones el espíritu que marca la compañía Yllana: Buenos intérpretes, comicidad pura y una relación visual y sensorial con el público que hace de sus personajes los más atractivos del montaje. Aún así, repito, todo el elenco está más que a la altura del show.
También destaca el papel del versionador, Nancho Novo, que ha conseguido dar la vuelta al clásico que todos tenemos asimilado en nuestro imaginario colectivo. No era tarea fácil, puesto que ‘Ben – Hur’ forma parte de nuestra filmoteca cinematográfica, pero para ello, Yllana y Novo con el trabajo de Javier del Prado en el diseño audiovisual, han creado el ‘Teatromascope’, o lo que es lo mismo, hacer que el público no pierda las referencias cinematográficas que le unen a la historia para conseguir atraparle y darle la vuelta. Una pantalla de 18 metros que protagoniza la escena, que tapa la valva regia, pero que adquiere su sentido con el transcurso de la obra. Ayuda a localizar la acción, a convertirla por momentos en un videojuego y a crear el efecto ‘cine de toda la vida’ que nos une sentimentalmente con la historia clásica que narran.
Más de 2.000 personas disfrutaron del montaje en el estreno con los habituales fallos de sonido propios del primer día de puesta de largo, pero que no impidieron el disfrute del montaje. Algo pobre la iluminación al monumento. Aunque es cierto que la macro pantalla lo releva a un segundo plano, hay algún momento del espectáculo donde iluminan las columnas reales del espacio que dota de mayor grandiosidad a la obra.
La compañía Yllana, que se plantaba en Mérida por primera vez, ha creado un montaje que por momentos roza el cómic, con efectos de sonido propios de las películas de los años setenta y que en un escenario teatral provocan un efecto vintage muy divertido. No es la mejor comedia que ha pasado por la escena del Teatro Romano, pero como ayer aseveraba una periodista local “al menos me he reído con una comedia clásica”. Sabiendo del difícil trabajo que supone que una comedia ‘clásica’ enganche y atrape. Y con mayor reconocimiento si conocemos que han convertido un drama épico en un montaje de humor. Doble esfuerzo.
Tras casi una hora y cuarenta y cinco minutos de montaje sacas varias conclusiones. Una de ellas es la calidad artística de Eva Isanta. La actriz, aunque vinculada en los últimos tiempos a proyectos televisivos que para el gran público la definen en papeles muy concretos, demuestra un potencial dramático que sería interesante explotar en próximas ediciones. Su trabajo sobre la escena permite que nos olvidemos enseguida de los roles adquiridos en televisión. Se le ven matices de actriz versátil y tiene una declamación y proyección de la voz que sorprende gratamente en este complicado teatro.
Siendo reiterativos, todo elenco disfruta de su trabajo y lo transmite en cada frase del texto. Un texto que le permite improvisaciones con el público que seguro crecerán con los días de montaje. Hay muchos detalles de la escenografía que completan una comedia que, sin deslumbrar, hace pasar un buen rato, incluso con ‘morcillas’ de la actualidad política que vivimos. Una comedia viva, a la que le auguramos una extensa gira repartiendo risas por todo el país.