Las vacaciones son para todo el mundo, incluso para un bloguero trotamundos (Matalascañas está algo lejos, aunque no he tenido problemas con Ryanair) amante del Festival de Mérida. Pero, por suerte, en Mérida existen grandes periodistas de la talla de Ana Gaviro que conocen los entresijos del Festival de Mérida y que vive con pasión su profesión. Es buena profesional, generosa y tras pedirle el favor de que escribiera por mí sobre el estreno de ‘Las Amazonas’ se prestó a hacerlo (Y sin contraprestación económica y eso que le ofrecí varias Kunas que me sobraron de mi viaje a Croacia el pasado año, pero nada…esta joven periodista no se vende… qué le vamos a hacer). Disfruten de su crónica y de lo bien que escribe Ana! Gracias de corazón:
Por Ana Gaviro:
“Con la historia de un mito que no se había representado nunca antes sobre la arena del teatro y la guerra de sexos como hilo conductor; un amplio elenco de caras conocidas –casi todas de estreno en este escenario-, muy guapas y televisivas –incluida la del modisto Lorenzo Caprile– y unas expectativas de éxito altas desde que se presentara la edición allá por el mes de marzo, ‘Las Amazonas’ se plantaron anoche en el Teatro Romano en una velada más propia del mes de octubre que de agosto, máxime después del calor –meteorológico e interpretativo- que había protagonizado Fedra durante los cinco días de la representación anterior.
Sobre el papel era una de las grandes apuestas de la 64 edición del Festival de Mérida. No faltaba de nada y para abundar más en sus posibilidades de éxito, con el cartel de ‘no hay entradas’ colgado prácticamente para toda la semana desde horas antes del estreno.
Sin embargo, faltó calor. Calor en el ambiente –sin duda éste está siendo el festival de las cazadoras y las manguitas largas- y calor por momentos en la escena.
Probablemente porque la adaptación de la ‘Pentesilea’ de Von Kleist -escrita en verso- a una versión en prosa era complicada hasta para una grande de la escena como Magüi Mira en el papel de escritora y directora, lo cierto es que ni el amor profundo y desatado de Pentesilea (Silvia Abascal) y Aquiles (Xabier Murua), pareja en la vida real, subieron la fría temperatura de la noche. Ambos –como el resto de los protagonista de esta obra coral- se perdieron por momentos en los diálogos y monólogos, excesivamente largos y repetitivos del texto; los problemas de sonido y la escena.
Destaca la versatilidad que la coreografía de Yoshua Cienfuegos aporta al ejército de Amazonas, con unos estudiados y milimétricos movimientos y un grito de guerra que da unidad a la representación y la más que complicada y meritoria puesta en escena de las princesas encarnadas por Olivia Molina (Protode), Karina Garantivá (Meroe) y Ondina Maldonado (Asteria) con apenas cinco o seis posturas imposibles de mantener, a veces durante muchos minutos, y que dan fe el impresionante trabajo físico previo del que tanto ellas mismas han hablado durante los días anteriores al estreno.
Y destaca la Suma Sacerdotisa –Loles León– a veces histriónica, muy como todos la conocemos; a veces creíble, contundente, magistral, sobre todo en un último monólogo, en el que se reivindica como protagonista encarnando a alguna de las grandes féminas que la literatura clásica nos ofrece, en alguna de las muchas obras que seguro le quedan por representar en el escenario emeritense.
Antonio Hortelano (Ulises) y Maxi Iglesia (Diomedes), que cierran un elenco debutante encarnado a los reyes de Ítaca y Etolia, llevan el peso de la parte cómica, caricaturesca y bufa de la obra, ridiculizando hasta la extenuación el papel superior, dominante y preferente del hombre ya sea en la sociedad clásica, ya sea en la sociedad actual.
Alma, Corazón y Vida
El alma, corazón y vida de Las Amazonas la aportan -además de la coreografía-la música, el vestuario y la escenografía.
La escena pura del teatro, con una iluminación determinante y sin alharacas, es una de las grandes protagonistas de la noche. Solamente se rompe por una gran piedra que representa la cueva y el difícil acceso al mundo de Las Amazonas, pero también las entrañas del corazón palpitante de Pentesilea, en la diatriba de mantener la estirpe o dejarse llevar por el amor y la pasión desbordante.
Esa que le han puesto Lorenzo Caprile y Marco Rasa en sus vueltas al Festival. Sus creaciones se escriben con mayúsculas en esta obra. El modisto le tiene tomada la medida a las propuestas que le hacen para este escenario. Lo demostró con Fuegos en 2013, cuyo vestuario le valió el Premio Ceres ese año o con Pluto un año después. Por su parte, el director musical Marco Rasa ha sabido confeccionar un hilo conductor que imprime al desarrollo de la obra esa agilidad y la emotividad que, el texto y los nervios del estreno, restan a la representación. Lástima que su trabajo musical no sea interpretado en directo.”
GRACIAS ANA! Hazte un blog!! Besote.