LA OBRA
El trabajo físico que realiza la actriz Aitana Sánchez Gijón durante los más de 75 minutos que dura el montaje dotan al personaje protagonista de un realismo desgarrador, que acongoja y emociona en cada uno de sus monólogos. Aitana consigue que el reducido espacio escénico al que el director Andrés Lima ha limitado el espectáculo se haga grande, y llegue a cada rincón del Teatro Romano de Mérida. Pero el texto es clave en el trabajo de interpretación de la actriz. Una versión libre realizada por Andrés Lima que elimina ripios innecesarios y que se centra en los momentos más tensos de la historia de Séneca.
Además, vemos a la Medea más ‘alocada’ ‘poseída’ y ‘fuera de sí’ de cuantas han pasado por la arena del teatro en los últimos lustros. Exagerada a veces. Pero una exageración que permite al espectador vivir como suyo el dolor y la sinrazón de los actos de ‘Medea’. Por un momento, Andrés Lima plantea en su texto un arrebato de la protagonista hacia el arrepentimiento. Arrebato que lo auto elimina con el objetivo claro de venganza. “La venganza está parida”, afirma Medea al inicio de la representación. Aitana aparece por primera vez en el montaje desde la cavea lateral, y es por allí hacia donde marcha tras asesinar a sus hijos y ser desterrada, compartiendo con el público que está a escasos centímetros de ella, las atrocidades que ha cometido, pero también, cierto halo de exculpación.
¿Y en este montaje quién hace las veces de coro griego? ¿La cantante y violonchelista Joana Gomila? ¿Los 80 jóvenes del extraordinario coro de Madrid? ¿El propio Andrés Lima que hace las veces de introductor, narrador, ejecutor..etc etc? Pues un compendio de todo…Difícil destacar sobre Aitana en este montaje, pero la música y la voz de Joana permiten que las transiciones entre escenas y su carga dramática se relajen como una marea en retroceso. Calmando también al público en su tensión como espectador. Además, el coro participa por primera vez en el espectáculo, por primera vez en directo. Puesto que en el resto de funciones va ‘enlatado’ y apoyado en recursos audiovisuales.
LO MENOS DESTACADO
El Montaje en Mérida tiene un diseño de iluminación deficiente. Con una apuesta por la escasez de luz, que en diferentes puntos del Teatro no permitían apreciar ciertos movimientos. Está claro que el montaje ha nacido para ser desarrollado en pequeñas salas, donde disfrutar de la iluminación con la intimidad que el texto y el espectáculo requieren. En Mérida la iluminación no cumplía su efecto.Incluso momentos de diálogo entre Jasón metido entre el público y Medea, no había un sólo foco que iluminara al protagonista. Oscuro…entre sombras.
Además, sufrimos varios problemas de sonido: Micros realmente altos, otros que iban y venían, provocando un despiste entre el público o restando intensidad a varias escenas. Muy flojo en su papel como actor Andrés Lima, incluso por momentos poco creíble. Restaba a la interpretación de Aitana Sánchez Gijón. Un resquicio de tensión dramática que sólo pudimos vivir en la pelea marital entre Jasón y Medea con bofetadas incluidas.
Tampoco es acertada para Mérida, la reducción del espacio escénico donde se desarrolla el montaje. Está claro que hay que volver a repetir que el montaje nació en La Abadía y es en teatros de este tipo donde explota en todos los sentidos. Pero yo el montaje lo he visto en Mérida, y es aquí donde el Teatro Romano se come la propuesta de Lima en cuanto a aprovechamiento del espacio se refiere.
También estamos muy mal acostumbrados a ver ‘Medeas’ donde la ‘Nodriza’ sucumbe a la propia protagonista. No es este el caso, porque la interpretación de Laura Galán pasa a un segundo plano absorbida por una soberbia Aitana Sánchez Gijón.