
Un niño pierde la concentración mientras hace los deberes.
No son raras las veces en las que a lo largo de la etapa educativa escuchamos a algunos de nuestros hijos decir “no quiero seguir estudiando”, “para qué voy a seguir estudiando”, “la escuela es un rollo”. Cuando los oímos decir esto nos sale rápidamente la respuesta de” ¿y qué vas a hacer?, ¿ser un don nadie?, ¿Un desgraciado?” Y como el modorro nos tiene ya calentitos terminamos con lo de: “y yo también estoy harto de ir a trabajar, y no me quejo”. Con lo cual el mensaje que les terminamos trasmitiendo es que tiene razón, pero a aguantarse toca. No estoy yo muy seguro de que la resignación sea una buena herramienta para educar.
A lo largo de este blog hemos hablado muchas veces que uno de los mayores enemigos de la educación es el miedo y hay que ver lo que nos asustan nuestros hijos cuando los vemos desmotivados, apáticos, sin ilusión, con ganas de abandonar, derrotados. Por eso desde el blog insistimos en recordar a los padres que cuando nos acecha el miedo es cuando debemos actuar con más tranquilidad y serenidad.
Pero ¿qué hago? os estaréis preguntando muchos de vosotros, pues creo que lo que más nos ayudaría a todos es:
- Anticiparnos al problema, desde pequeñitos hay que insistirles en la idea de que hasta los 16 años es obligatorio y que la educación Secundaria la tienen que terminar “de todas, todas”. Cuando nuestros hijos flaquean es cuando nosotros debemos mostrar más seguridad y firmeza. Así que haz un esfuerzo para comprender que en algún momento la escuela o el instituto puedan resultarles “un rollazo” pero a continuación es más efectivo decirles que “ya sabes que ir a clase no es negociable, cuando termines la secundaria ya hablaremos de lo que quieres hacer”. “Estoy convencido de que si te esfuerzas un poco tendrás éxito”, “tu padre y yo estamos seguros de tu capacidad para resolver tus problemas escolares y si podemos ayudarte aquí estamos.”
- Valora a la institución escolar. La ESCUELA como instituciones la mejor colaboradora de la FAMILIA en la educación de nuestros hijos. Es muy importante que tus hijos te oigan hablar bien del colegio, del instituto porque el conocimiento, no sólo académico sino también social, que se adquiere en esos centros, sólo se puede adquirir allí.
- Valora a sus maestros y profesores. Si los padres no valoramos a los que colaboran con nosotros en la educación de los hijos por qué los van a valorar nuestros hijos. El profesorado no es perfecto, le pasa lo mismo que a los padres y que a nuestros hijos. Nuestro mundo no es perfecto y hay que aprender a adaptarse, a relacionarse con diferentes tipos de personas. Ayuda a tu hijo a que entienda que los demás no tienen que comportarse como nosotros deseamos. Ya sé que ahora estás pensando en don tal o doña cual, pero yo a mis alumnos les digo, cuando se me quejan, que un maestro, un padre o un amigo siempre enseñan algo, algunas veces hasta lo que no hay que hacer. Aprender eso no tiene precio.
- Valora el esfuerzo y no la nota. No se nos olvide que los hijos son algo más que las notas que obtienen y recuerda que los padres somos, a veces insaciables, “tú eres de nueve”. Valora el esfuerzo porque es una herramienta muy ligada al éxito. ¿Podrían hacer más nuestros hijos en el tema de los estudios? Y tú ¿podrías hacer más en tu trabajo, como padre, con tu pareja, etc?
- Valora a tu hijo, no le llames vago, no le digas que va a ser un desgraciado, etc., es más efectivo trasmitirle la idea de que él puede. Para ser un incompetente sólo es necesario que te creas que eres un incompetente.
- Valórate a ti. ¡Dios mío, queé habré hecho yo mal!, con ese grito de guerra muchos padres nos martirizamos haciéndonos culpables de lo que hacen nuestros hijos. Si nos desvalorizamos, si nos culpabilizamos solo vamos a lograr ser candidatos de la asociación desgraciados/as punto.com. Tú eres el padre o la madre coraje que cuando sus hijos se arrugan se muestran bien fuertes, seguros, tranquilos y decididos.
El futuro de nuestros hijos nos preocupa, pero el presente es el que nos tiene que ocupar.
como sobrevivir a los suspensos de tus hijos