Si hay algo que a los padres nos saca de quicio es que nuestros hijos nos mientan y, sobre todo, que nos sigan mintiendo aunque les hayamos pillado. La mentira es una consecuencia de la necesidad que tenemos de ser queridos y aprobados por los demás.
Desde bien pequeños enseñamos a nuestros hijos cómo sus conductas influyen en nuestro bienestar o malestar, y los hijos que necesitan y quieren la aprobación de sus padres pueden recurrir a la mentira como una forma rápida de satisfacción de esa necesidad.
Esa es una de la razón por la que mentimos los seres humanos, porque intentamos trasformar la realidad de tal manera que sea agradable para los oídos/ojos de los que nos rodean. “Carlos,yo les miento a mis padres porque veo en sus ojos un brillo de satisfacción que sólo reluce cuando me invento algún éxito“. Esto me contaba Luis de 13 años para justificarme por qué era tan mentiroso. Lo peor de esto es que los padres de Luis caían una y otra vez en la trampa de creer que, al fín, su hijo había hecho “click”.
Entonces, cómo actuar ante las mentiras de los hijos
1) En primer lugar te recuerdo que no sólo mienten los niños. Hay muchos padres que recurren a mentiras de esas que llamamos “piadosas”, y algunas veces hasta a mentiras de las “gordas” delante de sus hijos pequeños. Y a mentir se aprende por imitación, así que ten cuidado con justificar una falta de tu hijo al colegio o que no ha hecho las tareas porque estuvo enfermo, etc,haciéndole a él cómplice de esta mentira.
Si analizáramos el número de veces que utilizamos mentirijillas y trolas a lo largo de nuestra vida diaria nos daríamos cuenta de que, a veces, enseñamos a nuestros hijos a mentir como forma rápida de salir momentáneamente airoso de alguna situación incómoda.
2) En segundo lugar, hay patrones de personalidad que presentan rasgos más proclives a transformar la realidad. Por un lado, están las personas más imaginativas con mayor capacidad para contar cosas cotidianas y que, además, nos suelen caer muy bien. Si no, fíjate la cantidad de charlatanes que embaucan a gente con los nuevos “tocomocho”. Pero también hay personas tan necesitadas de reconocimiento que se inventan una vida que no tienen para poder recibir halagos y recompensas.
3) Tú no puedes evitar que te mientan. Lo que sí puedes evitar es comportarte como si no te estuvieran mintiendo. Si tu hijo te miente, no es necesario que te rajes las vestiduras y pongas el grito en el cielo a la voz de ” te ruego que no me mientas”. Es mucho más práctico hacer ver al hijo que, si te miente, tú no vas a preguntarle nada a él (porque te va a seguir mintiendo, y tú, cada vez más desesperado con las mentiras). Así que, sí quieres saber sus notas habla directamente con sus profesores; si dice que va a ir a casa de su amigo fulanito, llama a casa de fulanito, etc….
El mensaje es claro: no te voy a creer. Aunque estés deseando creerle, dale tiempo. Hazle ver que que confías en él. Pero que una cosa es confiar, y otra chuparse el dedo.
Los padres de Luis se quejaban amargamente de que su hijo les mentía con las notas, y yo les pregunté ¿quieres que Luis deje de mentirte con el tema de las notas? Pues no le preguntes a él, pregunta directamente a su tutor a sus profesores. Que fácil ¿no?.
4.-Cuando tu hijo se “inicie” en las mentiras háblale de las consecuencias que le puede acarrear mentir. Hazlo con tranquilidad, sin exagerar. Habla de las consecuencias en lo que se refiere a la pérdida de amigos, de credibilidad.
5.- También es una buena estrategia darle la oportunidad de que el hijo recapacite y admita su mentira( “¿Estás seguro que eso ha sido así?, piénsalo antes de contestar.” Si el hijo admite la mentira entonces muestra tu satisfacción con esa manera de proceder (ha rectificado) pero inmediatamente recuerda que haber mentido tiene su penitencia.
6.-Si el hijo a pesar de darle muchas oportunidades para que admita su mentira sigue “erre que erre”, no quiero minimizar la importancia del tema pero es que, a un mentiroso, lo mejor es no ponerle en situación de mentir. Así que cuando te cuente algo simplemente no le creas.
7.- Hay que confiar en los hijos, trasmitirles la confianza en que podrán organizar y dirigir su vida, pero también dejar claro que las mentiras tienen que tener sus consecuencias. Y las consecuencias no deben de ser un padre o una madre “desesperado” si no la pérdida de privilegios, salidas, etc., del pinocho de turno.
8.- Si las mentiras tienen que ver con las actividades escolares haz partícipe de ellas a los profesores de tus hijos. Si son temas que hacen referencia a la vida familiar haz partícipe a tu familia y amigos de lo que ocurre. No por avergonzarlos sino para que ellos sepan que “estamos en alerta”. A veces escondemos en casa el problema de las mentiras de los hijos y con ello perdemos la oportunidad que los demás nos ayuden.
9.- Ármate de paciencia, se constante y sobre todo firme en tu manera de actuar ante las mentiras de tu hijo.
En resumen: VALORA a tu hijo por lo que es, y EDUCA por lo que hace.