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Israel J. Espino

Extremadura Secreta

Sirenas de agua dulce

Ilustración: Borja González Hoyos/

Si alguien piensa que Extremadura no tiene sirenas por no tener mar se equivoca. Extremadura es la región con más kilómetros de costa (dulce, eso si) de España, y nuestra mitología está repleta de preciosas mujeres con cola de pez que embrujan con su melodiosa voz y sus largos cabellos a los incautos que osan acercarse a sus territorios acuáticos.

 Y no solo tenemos sirenas, sino que tenemos a la madre de todas las sirenas. Que digo a la madre… ¡a la abuela de todas ellas! Porque 2000 años a.C.  alguien  vio una en el Tajo. O la soñó. Y la dibujó. Y aún se conserva esa pintura rupestre en una covacha de las escarpadas rocas de lo que hoy es un Parque Natural. Es la Sirena de Monfragüe.  

 Y fíjense si tendremos sirenas en Extremadura que hasta una comarca recibe el nombre de una de ellas, porque cuenta la leyenda que La Serena se llama así por una bella criatura mitológica que nadaba a sus anchas por estas tierras.

 Villanueva de la Serena, según afirma la leyenda, recibe el nombre de una deformación de “Villanueva de la Sirena”. Y es que al parecer, un ejemplar de esta bella criatura vivía en la laguna de la Campana, un pequeño estanque del que se afirma que no tiene fondo, y que comunica subterráneamente con el  río Guadiana. 

 Destaca en ella, como en toda sirena que se precie,  el atractivo que su hermosa voz ejerce sobre quienes, en el silencio de las noches apacibles, tienen ocasión de oírla cantar acompañándose de algún instrumento. Antonio Agadez afirma que esta criatura tiene

 “cuerpo de diosa, cara de luna, tez de alabastro, verdes los ojos, las manos blancas…voz melodiosa y andar de reina que cautivaba a los más garridos mozos, entre ellos un conde de Castilnovo, que atraídos por sus encantos, y hechizados ante la imagen que mostraba el espejo de las aguas, morían de amor”.

 

Aún puede verla, quien quiera, en el escudo que se encuentra en el ayuntamiento y en la estatua que, como símbolo de la ciudad, se erige entre el agua y el cielo en  el parque de la Constitución.

La fuente de la Luná, en Usagre, donde habita la Cantamora. (Israel J. Espino)

La fuente de la Luná, en Usagre, donde habita la Cantamora. (Israel J. Espino)

 Otra que tal canta es la Sirena de Usagre, conocida como La Cantamora, bella agarena enamorada del consabido cristiano al que su padre, alcaide de la fortaleza, ordena dar muerte. La desdichada se arroja entonces a la fuente de La Luná, se abren las aguas y se tragan a la bella mora, que desde entonces se ve convertida en sirena y condenada a emerger de la piedra  cada  noche de San Blas, cuando el agua del manantial sirve de espejo a la luna,  y acicalarse en la fuente entonando dulces canciones, mientras peina sus cabellos con peines de plata, marfil y coral.

Pero La Cantamora no está sola. Dos toros negros la acompañan en su salida anual, y se asegura que quien la ve, o la escucha, se encamina indefectiblemente a la cercana Piedra Refaliza , que en ese momento se abre como por arte de magia, y se introduce dentro, y la piedra vuelve a cerrarse a nadie nunca más vuelve a ver al incauto , que desaparece para siempre.

 Y si alguien piensa que es difícil que una sirena viva en una fuente, que no se extrañe, porque la de Usagre no es la única. Cristóbal Cansado y Antonio Gómez recogen testimonios en Talavera la Real que afirman que en la Fuente Vieja o Fuente del Caballo,  vivía una hermosa sirena, que salía al caer la tarde  a cantar.

 Incluso había campesinos que agradecidos, por que la sirena les había regado sus huertas durante la noche, le dejaban en el brocal de la fuente pescado para que se alimentara. Y comprobaban a la mañana siguiente que sólo quedaban las espinas.

 Los lugareños aún recuerdan como las mujeres embarazadas, acudían todos los días, al atardecer, “a tirarle la piedra a la sirena”. Y aún en los años cuarenta y cincuenta era frecuente que niños y niñas se acercaran a la fuente, cuando el sol comenzaba a esconderse, para intentar vislumbrar a la sirena.

Desconozco el origen de la sirena talaverana, pero es bien sabido que la maldición es la forma más fácil de convertirse en medio pez, y por encima de todas las maldiciones está la que realiza una madre. Eso fue lo que le ocurrió a la sirena de Garrovillas.

 

Entre estas aguas azules se mueve la sirena de Garrovillas.

Entre estas aguas azules se mueve la sirena de Garrovillas (Israel J. Espino)

Afirma Moisés Marcos de Sande que una joven del pueblo fue condenada por su madre a permanecer en el agua, transformada en pez, por “un quítame allá esos novios”. La antaño casquivana joven emerge aún hoy en las claras noches de luna a la superficie, con hermosa cabeza, cuerpo de escamas y cola de pez, atrayendo a los pescadores que se precipitan a las aguas atraídos por su belleza, pereciendo ahogados.

 Nadando hacia el norte llegamos a Las Hurdes, donde según cuenta Flores del Manzano,  una mañana de San Juan  se apareció una “serena” en el Charco Hoyón, en el término de Caminomorisco, del que se dice que comunica con el mar.

El Charco Hoyón, en Caminomorisco, donde vivía una sirena hurdana (Israel J. Espino)

El Charco Hoyón, en Caminomorisco, donde vivía una sirena hurdana (Israel J. Espino)

 La Dama se peina y canta, y con su voz melodiosa hechiza a un pastor que la contempla. La “serena” se vuelve, increpando al desdichado:

 Como ya me descubriste

Tienes los dias contados

Que soy la mitad mujer

Y soy la mitad pescado

 

En el momento en que pronuncia estas palabras, se produce una tremenda explosión, y lo que era un simple arroyo se convierte en un río caudaloso y torrencial que arrampla con todo lo que encuentra a su paso.

 Sin salir de la comarca, pero adentrándonos en los inicios del siglo XX se habla sin parar de la extraña sirena que se deja ver en las cercanías del poblado de Aceitunilla, conocida como “La sirena de la Pesga”, mucho menos romántica pero más enigmática que todas las anteriores.

 Iker Jiménez localiza y entrevista a finales del siglo XX al hijo de un observador de excepción  de esta enigmática criatura, Pedro Martín, quien, a mediados de los años treinta se la encuentra de bruces mientras se baña en laguna de La Madroñosa.

 Al nadar hacia la orilla nota un escalofrío que lo deja medio paralizado. Saliendo al exterior, a unos diez metros de donde se encuentra, aparece una criatura semejante a un anfibio de color cenizo con aletas a medio formar y una larga cola gruesa que se mueve  de izquierda a derecha sumergida en las cristalinas aguas.

 

A Pedro se le hiela la sangre cuando observa que el extraño ser tiene una cara humana totalmente deformada, muy plana, “pero con mirada triste de persona en ese cuerpo de animal”.Fue el último avistamiento de un ser que muchos juraron haber visto desde el año 1920 en las aguas de la zona.

 No debería extrañarnos, porque ya en 1850 el exagerado de Borrow, en “La Biblia de España”, declaraba refiriéndose a Las Hurdes:

 

“No hay tierra tan fascinante como esta. Tiene sus secretos y sus misterios. Muchos son los que se perdieron en ella y no ha vuelto a saberse nada de su paradero. Existen profundas lagunas habitadas por monstruos…”

 

No era para tanto, pero el encanto de lo secreto no lo ha perdido. Como las sirenas extremeñas.

Leyendas y creencias de una tierra mágica

Sobre el autor

Periodista especializada en antropología. Entre dioses y monstruos www.lavueltaalmundoen80mitos.com www.extremadurasecreta.com


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