Corría el mes de septiembre de 2016 cuando gracias a una invitación del Centro de Instrucción y Recreo de Villafranca de los Barros acudí para dar una conferencia a esta bella población del sur de Extremadura.
Yo ya conocía los extraños sucesos protagonizados por una niña llamada Antonia Batista que exactamente 345 años antes, en el mes de septiembre de 1671, tuvieron lugar en una casa de la localidad. Pero lo que ignoraba es que me iba a encontrar con el Museo Histórico Etnográfico de Villafranca (MUVI), una antigua casona nobiliaria convertida en un moderno centro de exposición que me iba a deparar numerosas sorpresas.
La que más me impresionó, sin duda, es que el museo recogía, como parte de historia de la ciudad, dos sucesos sobrenaturales que quedaron reflejados en los archivos de la época: el misterioso toque fantasmal de las campanas de la ermita de la Coronada y el que nos ocupa en esta ocasión: un bebé de apenas cuatro meses que comenzó a hablar en latín anticipando unos hechos que nunca se cumplieron.
Como en las mejores películas, todo salió a la luz gracias a una mudanza. Corría el año de 1999 y los fondos del archivo municipal de Villafranca de los Barros estaban siendo trasladados a un nuevo emplazamiento. La archivera, Pilar Casado, se encontró de improviso con una antigua carpeta cuyo título le llamo poderosamente la atención: “Hechos sobrenaturales”.
La niña poseída que no lo fue tanto
Todo ocurrió en la tarde del 12 de septiembre de 1671. Don José de Rivera Padua , el médico de la villa desde hacía dos años se encuentra de visita en casa de su prima María Batista, una viuda portuguesa (como él mismo) que acaba de tener una hija llamada Antonia.
Antonia estaba llamada a ser excepcional, puesto que según afirmó luego la madre, había llorado por dos veces dentro del vientre materno, lo que en Extremadura se considera señal cierta de que la niña poseería “la gracia”, el don de ver cosas ocultas, sanar enfermedades o adivinar el futuro.
El médico decide que ya es hora de marcharse para dar su paseo diario cuando al coger su capa echa una última mirada a la criatura, que se encuentra reclinada en una mesa de caoba, apoyada en el brazo de su madre, y se queda estupefacto: La niña, violentamente, consigue levantar los brazos y las piernas, y con la cara totalmente enrojecida, levantando la cabeza del brazo de la madre, comienza a hablar en latín con voz alta y clara:
– ¡Domus, austriaca, conteret, caput, tuum! (“La Casa de Austria aplastará tu cabeza”)
Afirma el medico que la niña comenzó a hablar en tono bajo y acabó en tono alto, “con mucha fuerza y violencia, mostrando en sí grande alegría y sobrenatural gozo”.
La madre espantada, sollozaba diciendo:
– El buen Jesús, dios nos quiere castigar… ¡Misericordia Señor!
El médico, admirado y asustado, salió a la calle en busca de gente para que lo viesen y fue a casa del vecino, que era alguacil mayor del Santo Oficio de la Inquisición, y que se quedó anonadado por el rostro amoratado de aquella niña que, aunque ya no volvió a pronunciar palabra, continuó gorgoteando algunos sonidos.
Al cabo de unos diez minutos, la niña volvió, poco a poco, a la normalidad, y el suceso quedo para siempre inscrito en los anales de la historia de Villafranca de los Barros, aunque deformado por las lecturas posteriores que le atribuyeron un erróneo cariz demoníaco.
El historiador que desmonta la película
Ahora, para ahondar más en este extraño suceso y para demostrar que “la otra historia” de un pueblo es también parte de la historia, la Asociación de amigos del museo de Villafranca, con su presidente Francisco Javier Duran a la cabeza, han publicado un pequeño libro que lleva por título “Domus Austriaca conterent capud tuum. Una profecía en Villafranca” en que aúnan una reconstrucción libre de los sucesos (de la pluma de Juan José Sánchez González con ilustraciones de Sara García Arenas, la autora del dibujo que ilustra este artículo), y lo que aporta un valor sobreañadido al libro: una interpretación histórica de este singular caso sobrenatural.
Quien se ha encargado de elaborar este apartado es el historiador local Juan Garrido García, quien ya lo había hecho antes en su estudio El manuscrito de Villafranca. una revisión histórica, donde desmonta los supuestos sucesos sobrenaturales ocurridos en la villa.
Garrido está convencido de que el suceso fue una invención pertrechada por la madre de la niña y por su primo el médico, ya que, al margen de ellos, ninguno de los testigos que llegaron después reconoció haber escuchado ninguna palabra proveniente del bebé.
Además, para Garrido, el calificativo de la “niña poseída” ha sido una mala interpretación de los investigadores que se acercaron al caso en un primer momento, puesto que en ningún caso se afirma en ninguno de los documentos que la niña estuviese poseída, y ni siquiera se insinúa, ya que el propio párroco que acude como testigo declara que la niña tiene “rasgos angelicales”.
Y es que a la niña, realmente, se la quería hacer pasar por una niña profeta. La diferencia es tan grande como la que va de lo demoníaco a lo divino.
Los motivos del engaño
¿Pero qué razón tenían los primos para pergeñar tamaña falsedad? Motivos hay varios: por una parte, está el contexto histórico: la Guerra de Portugal supuso un periodo de grandes penurias para Extremadura, por lo que el origen luso, tanto del médico protagonista como de su prima, María Batista, pudo despertar ciertos recelos entre la población de la villa.
Además, ambos protagonistas (la madre de la niña y su primo el médico) tenían orígenes judeoconversos que había que ocultar o al menos disimular. Por un lado, María Batista estaba emparentada por vía matrimonial con una familia de orígenes judíos plenamente reconocidos en el reino vecino, tan reconocidos, de hecho, que algunos de sus miembros sufrieron procesos inquisitoriales. Por otro lado, el propio José de Rivera pertenecía a una familia judeoconversa emparentada con otra de similares orígenes, los Peñaranda de Barcarrota, aquellos que emparedaron en los muros de su vivienda libros prohibidos y talismanes varios.
Pero además de los antecedentes de los protagonistas, el motivo que lleva a Garrido a pensar que todo este caso es una invención es la cita que la pequeña Antonia supuestamente había pronunciado, una cita que en realidad corresponde a parte de un versículo del Génesis que fue intencionadamente manipulado, sustituyendo la profecía sobre la Virgen por la de la dinastía de Austria.
Así, el historiador establece dos ideas principales como motivo de la “invención” de este supuesto episodio sobrenatural: En primer lugar, el médico habría creado este episodio para establecer una falsa condición de la familia como cristianos viejos a través de la utilización del versículo de la Inmaculada.
En segundo lugar, dado sus orígenes portugueses, desean remarcar su condición de súbditos de la Monarquía Hispánica, por lo que los Austrias son situados como los predestinados por Dios para reinar y defender la fe frente a sus enemigos.
Los santos niños locuaces
Y es que la pequeña María Antonia no fue la primera niña que hablaba lo que no le tocaba ni que desgranaba palabras divinas por su boca.
Quirico, o Quirce, es un enigmático santito que es objeto de veneración, todos los 16 de junio, en Villanueva de la Sierra. Sufrió martirio junto a su madre a manos del prefecto Alejandro hacia el año 230. Quirico, de solo 3 años, murió estrellado contra el suelo , al lanzarlo el mismo prefecto cuando con una milagrosa labia voceaba sus creencias cristianas.
Algo parecido le sucedió a santa Eulalia, la niña mártir emeritense que con solo doce años les cantó las cuarenta a la autoridad romana que quería hacerla abjurar del cristianismo y que volviese a rendir culto a los antiguos dioses paganos. De hecho, Santa Eulalia significa “la elocuente, la bien hablada”.
A todas estas criaturas sus palabras le costaron la muerte, aunque a María Antonia, seguramente, le salvaguardaron la vida.