Acaba de salir del horno un tesoro. El tesoro del conocimiento de muchas generaciones ahigaleñas, la huella genética de un pueblo, la sabiduría ancestral de nuestros abuelos.
Y es que esta semana ha visto la luz el último libro de Jose María Domínguez Moreno, investigador, historiador , antropólogo, folclorista y futura medalla de Extremadura si de mi dependiera. Y es que cada una de los dos centenares de leyendas que ha recuperado para este libro lleva inscrita en sus palabras el ADN de sus orígenes. Los dioses celtas, los héroes germánicos, los monstruos grecoromanos y las vírgenes, santos y demonios del cristianismo pasean por estas páginas demostrando que solo bebiendo de tantas fuentes, culturas y creencias puede ser tan rica el alma extremeña.
Tiene José María cuatro medallas incontestables: el amor a su pueblo, la curiosidad de preguntar a los mayores, la paciencia de escucharlos durante años, y la maravillosa pluma con la que da cuerpo y vida a las leyendas que pueblan estas páginas.
Y con la recuperación de estas tradiciones no solo rescata y da nueva vida al patrimonio inmaterial de su pueblo, Ahigal, sino que su rescate se extiende a toda Extremadura para deleite de todos aquellos que nos dedicamos a bucear en las creencias del pueblo y para los que José María Domínguez no es solo un referente, sino un maestro.
Y es que Jose María, nadie puede dudarlo, ha puesto a Ahigal en el mapa. No solo en el mapa de Extremadura, sino en el de España. Y no solo (que también) en el ámbito académico de las publicaciones antropológicas e históricas con las que tanto disfrutamos los eternos estudiosos de la tradición oral, sino también en el ámbito popular, que es al fin y al cabo el receptor primero de estas leyendas.
El escornau de Ahigal ha pasado ya, gracias a Domínguez, a formar parte del bestiario español. Forma parte de libros y enciclopedias, de programas de radio y de televisión, y es conocido en toda nuestra geografía, al igual que las brujas que sobrevuelan los viernes los tejados ahigaleños o los tesoros que tachonan de oro el mapa legendario de un pueblo que gracias a la pluma de Jose María ha pasado a ser parte del patrimonio intangible no solo de Extremadura, sino de España.
Como lectora, he disfrutado como una niña de estas narraciones, muchas veces con la boca abierta. Como periodista no he podido dejar de admirar el estilo conciso y a la vez tan rico en matices que destilan estas narraciones que tiene entre sus manos, y como antropóloga me he sorprendido abriendo los ojos como platos cuando he logrado entrever, en alguna de las leyendas, los posos de antiguos relatos de otros lares lejanos y de otras épocas oscuras que, por arte y magia de la narración oral, arribaron a Ahigal en alas de la palabra.
Solo me queda, como extremeña, agradecer a Jose María y a las instituciones que han sabido ver el valor de lo inmaterial (ayuntamiento de Ahigal y diputación de Cáceres) la publicación de este libro, porque solo con la recuperación y difusión del patrimonio inmaterial podemos deducir de dónde venimos y empezar a vislumbrar hacia dónde vamos.
Decía el antropólogo George Dumézil que un pueblo que no tiene leyendas está condenado a morir de frío. José María lleva años recogiendo leña, y en este libro hay tanta como para que las ascuas sigan vivas otros mil años.
Nuestros corazones y los de nuestros hijos, calentados por el fuego de tradición, se lo agradecerán eternamente.