Siempre apuesto al 36. En la ruleta y en la mesa. La suerte no sabe de números pero si tenemos las cosas claras desde el principio nos baila de cara. Todo al 36. Todo al 36 y de premio “Tiramisú en copa de coctel sobre gelatina de almendra amarga, cremoso de café, bizcocho borracho, espuma de queso mascarpone y cacao en polvo”. Prueben a repetir la jugada. A ver si les sale. NH Gran Casino Extremadura, Badajoz. Restaurante El Mirador del Guadiana. Autor, Antonio Caro. Dos orejas y rabo.
El tiramisú es parte de nuestras vidas. Mejor o peor resuelto, se nos aparece en cualquier carta de postres que haya entrado en el siglo XXI. Curiosamente no se trata de una receta tradicional. Ni Mussolini, ni Patton comían tiramisú cuando lo de Montecasino. Hubo que esperar a la paz para que naciera, al parecer en Treviso, en el Véneto italiano y más concretamente en uno de sus muchos prostíbulos. “Ti tira su”, traducido, podría entenderse como un a modo de “levántame” o “anímame”, quizá, digo yo, en referencia al rápido efecto estimulante de la ingesta de sus muchos azúcares. Pero claro, esto ya es otra historia que dejo para contarles más por menudo en otra Cuchara. Sea como fuere, y dure lo que dure el joven tiramisú en tan privilegiado, es de agradecer una recreación tan apetitosa y sorprendente como la de “El Mirador del Guadiana”. Mi felicitación y mi éxtasis.
Si a eso le suman las mejores vistas de la ciudad de Badajoz. Badajoz y el Guadiana rendidos ante nosotros. Si a eso le unen las atenciones de un jefe de sala entrañable como Javier Cañamares y de un director tan atento como Jorge González. Si a eso le añaden una cucharita de pollo a la provenzal con su cremita de queso curado de aperitivo, y puestos a añadir le añaden el famoso timbal de foie con torta de la serena y mermelada de tomates, y si para plato principal se piden la memorable paletilla de cordero deshuesada sobre un delicioso, y no miento, cuscús de orejones, pasas y calabaza con de crema de mango y jugo de oporto. Si lo suman todo, digo, es que les ha salido 36. O sea, la jugada perfecta.