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Manuel Pecellín

Libre con Libros

Recuerdo a Gerardo Diego

Con una arquitectura tan planificada como una pieza para orquesta, ’Manual de Espumas’ tiene el mar como leit motiv

Profesor de Literatura Española en la UEx, José Luis Bernal (Cáceres, 1959) era seguramente la persona más indicada para escribir este análisis de una de las grandes obras de Gerardo Diego, ‘Manual de espumas’. Su estudio viene avalado con VII Premio Internacional Gerardo Diego de Investigación Literaria 2007, galardón que le concediese un jurado constituido por los doctores Ricardo Senabre (Universidad de Salamanca), María del Pilar Palomo (Universidad Complutense), Cristóbal Cuevas (Universidad de Málaga), Antonio Sánchez Triguero (Universidad de Granada) y Javier Díez de Revenga (Universidad de Murcia). El investigador extremeño, también poeta en años juveniles, siente singularísimo interés por las vanguardias del pasado siglo y tiene dedicadas al de Santander numerosas labores. De esta gran figura del Veintisiete, a la que no todos han hecho justicia, ha reeditado las obras ‘Imagen’, ‘Soria sucedida’, ‘Prosa literaria’ y la correspondencia que sostuvo con sus compañeros de generación Pedro Salinas y Jorge Guillén. De Bernal son asimismo las monografías ‘La biografía ultraísta de Gerardo Diego’ y el ‘Estudio bibliográfico de Gerardo Diego’.

‘Manual de espumas. La plenitud creacionista de Gerardo Diego’ es libro estructurado en dos partes bien diferentes. La segunda reproduce facsímiles, con la no imprescindible trascripción, diez poemas de la obra . Su autor los había hecho llegar manuscritos a Juan Larrea, con quien le unía estrecha amistad y no pocas complicidades literarias. En la primera parte, el autor establece el contexto cultural en que fue generándose, lentamente, el libro, que tuvo una publicación algo tardía (1924). Sopesa lo que supuso en la biografía poética del Gerardo aún joven y no poco dubitativo, aunque ya volcado hacia la estética creacionista. Recoge las reacciones, no siempre unánimes de la crítica (fue cálida la de Antonio Machado). Define los rasgos más sobresalientes de ‘Manualde Espumas’, comenzando por su título plurisignificativo y, sobre todo, analiza detalladamente cada uno de los treinta poemas que lo componen, señalando filiaciones y coherencias metafóricas, para concluir: «Si hemos considerado ‘Manual de espumas’ como libro emblemático de la plenitud creacionista del poeta, habrá que convenir en que dicho libro trasciende los límites estrictos de la vanguardia histórica que lo alienta y en los que nace, para convertirse en un hito determinante de la nueva poesía de su tiempo, acordado indefectiblemente con la tradición más granada y con la voz de sus contemporáneos» (pág. 125).

Bernal explica, apoyándose en una documentación abrumadora, la versátil musa del santanderino, capaz de acoger en sus versos tanto la tradición más clásica, como las directrices de las estéticas que las vanguardias europeas (no sólo literarias, sino también pictóricas y musicales) desarrollaban en aquellos extraordinarios años veinte del pasado siglo. El ensayista busca procedencias, huellas y homenajes que, sin menoscabo de la originalidad del libro, pueden localizarse en ‘Memorial de Espumas’. Sabia conjunción de trabajos variados, si no antagónicos, según feliz expresión de Bernal, el libro no oculta, por un lado, las huellas de Lope, aunque sea fiel a las intuiciones creacionistas que ya entonces embargaban al poeta entusiasmado con Vicente Huidobro. Por lo demás, Gerardo conoce y valora el cubismo de Juan Gris o las composiciones de Debussy, cuya plasmación lírica persigue, sin renunciar a la admiración por los ritmos musicales de Bécquer y Rubén Darío.

Con una arquitectura tan planificada como una pieza para orquesta,’ Manual de Espumas’ tiene el mar (Cantábrico) como leit-motiv generador. Ese mar, genialmente cantado por Valéry, y sus múltiples irradiaciones metafóricas, constituye un elemento formidable para el creacionista que persigue crear una realidad poética, intraducible a ninguna clase de prosa y para cuya consecución ser servirá de la pura palabra, claro es, pero igualmente de los juegos tipográficos (versos blancos, desplazados, espacios no escritos y otros recursos próximos a la pintura), de los que ya había no escasa tradición.

Por último, recordemos que José Luis Bernal, ex-presidente de la Unión de Bibliófilos Extremeños, estudioso como ha sido de la producción de Francisco Valdés, no olvida evocar la lúcida lectura que el exquisito escritor dombenitense hiciera de la obra de Gerardo.

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