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Manuel Pecellín

Libre con Libros

Las lecturas de Carlos V

José Luis Gonzalo (Madrid, 1969), profesor en la Facultad de Documentación de la Complutense madrileña, es un excelente conocedor de la bibliografía regia española, asunto al que ha dedicado dos libros: ‘La Librería rica de Felipe II’ (Madrid, 1998) y ‘Regia Biblioteca. El libro en la corte española de Carlos V’. Con este último ganó en 2002 el premio Bartolomé José Gallardo, que convoca la Unión de Bibliófilos Extremeños (UBEx) y fue publicado (2005) por la Editora Regional de Extremadura. Parte del material dispuesto en esa obra se reaprovecha en la que ahora reseñamos, aunque esta última ofrece no pocas matizaciones e incluso más de una corrección a las tesis allí por él sostenidas. El nuevo volumen aparece también con sello regional, en este caso el de la Fundación Academia Europea de Yuste y lleva por subtítulo ‘Un viaje a través de las lecturas del emperador desde Gante a Yuste’. Según tantas veces se ha dicho, Carlos V no fue un gran bibliófilo, como otros miembros de su familia, por ejemplo su hermano Fernando; Margarita de Austria, la culta tía; el abuelo Maximiliano, o Felipe II, el hijo que le heredará trono. Mal estudiante, no recibió una educación humanística especialmente cuidadosa, por más que tuviese preceptores insignes, como Adriano de Utrech, futuro papa. (Nunca recibió las enseñanzas directas del Erasmo, si bien esa fue una especie largamente difundida, apoyada en la simpatía que el emperador mostraba, sobre todo en sus tiempos jóvenes, por las ideas del insigne holandés). Ni fue un lector empedernido, si bien distaba mucho del talento lego, mostrándose especialmente interesado por las cuestiones científicas, religiosas, litúrgicas y dinásticas. Aunque políglota –hablaba francés, flamenco y español, aprendido tardíamente, y entendía alemán e italiano–, nunca se manejó bien con el latín, idioma en el que se escribieron los títulos más relevantes del XVI. Eso no le impedirá la lectura de los clásicos, de la Biblia o las grandes publicaciones de la época, todos los cuales tendrá a su disposición en excelentes versiones a la lengua francesa, la que mejor dominaría este ilustre borgoñés.

Sánchez-Molero reconstruye la biografía de Carlos V, rastreando los libros a los que dedicó más horas aquel infatigable viajero, cuya agitada existencia cabe dividir en cinco periodos, a los que se dedican otros tantos capítulos. Los de infancia y juventud (1500-1516), castellanización (1516-1532), césar triunfante (1532-1542), líder derrotado (1543-1552) y residente en Yuste (1552-1558). Sirviéndose de los distintos inventarios que de bibliotecas personales regias han llegado hasta nosotros y cruzando una muy rica información allegada por distintos conductos, el estudioso consigue establecer de modo convincente cuáles fueron las lecturas predilectas de aquel gran hombre. La elección de las mismas estuvo condicionada por factores múltiples: el criterio de los maestros o consejeros más íntimos (Adriano, Gattinara, Antonio de Guevara, Luis de Zúñiga); sus gustos personales (afición a la genealogía, los prototipos caballerescos, la mecánica, la geografía, la botánica, la música); los intereses del imperio (rebelión luterana, descubrimiento de América, política imperial); dedicatorias de trabajos por parte de numerosos y notables creadores; piedad católica y, en los años últimos, necesidad de prepararse a una buena muerte. Pese a todo, una advertencia: «Los libros del César no son los mismos que vinculamos de modo habitual con el monarca» (pág. 151). Y algunas paradojas. Este campeón del credo ortodoxo, que instigaba a perseguir implacablemente los brotes de herejía, selecciona para su retiro en Yuste sólo medio centenar de obras, dejando en Simancas lo más granado de sus posesiones librescas. No podía faltarle el clásico de Boecio sobre la Consolación de la Filosofía. Pero entre los títulos elegidos figuraban igualmente algunos de Erasmo (la ‘Precatio dominica’), Constantino de la Fuente (‘Doctrina christiana’), fray Luis de Granada (las ‘Meditaciones’) y una Biblia en lengua romance. Poco después, serían pasto de la Inquisición. Quizás también aquellos le ayudaron a bien morir.

El libro:

– Título: ‘El César y los libros’
– Autor: José Luis Gonzalo Sánchez-Molero
– Editorial: Fundación Academia Europea de Yuste. Yuste, 2008

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