Desiderio Vaquerizo , nacido en Herrera del Duque (1959) es catedrático de Prehistoria en la Universidad de Córdoba, donde también dirige la Comisión para la Gestión de la Calidad y Proyectos de Innovación, con nivel de vicerrector. Aparte de sus publicaciones profesionales, había publicado otras dos novelas, ‘El árbol del pan’ (2004) y ‘Callejón del lobo’ (2007) antes de la que ahora se presenta. Quien haya leído las tres, reconocerá que el autor ha ido ganando en riqueza narrativa, caracterización de los personajes, complejidad del relato y dominio léxico de forma notable, hasta el punto de que ‘Chocolate con veneno’ ofrece un interés fuera de lo común.
Aunque dejase de residir en su pueblo natal casi recién salido de la infancia (lo visita, sin embargo, asiduamente), Vaquerizo está impregnado hasta los tuétanos del paisaje y el paisanaje, la historia, las tradiciones, usos y las costumbres, las relaciones humanas, incluso la forma de hablar que siguen conservándose de modo tan reconocible en ese amplio territorio conocido como La Siberia extremeña. Ventajas de la incomunicación secular del terruño, que ha permitido la conservación de tantos viejos valores. En aquellas latitudes se enmarcaba ‘Callejón del lobo’, obra que califiqué como novela de la condición femenina y de denuncia social. Y en Alcornocales (topónimo imaginado con fundamento) , un pueblecito de características «siberianas» indiscutibles , discurrirá la trama, con bastante más urdimbre, de ‘Chocolate con veneno’, cuyo título nos pone ya en la pista de una muerte cometida en la nada bucólica aldea.
Para intentar descubrir los entresijos del crimen, llega desde Badajoz el inspector Calatrava. Buen gastrónomo, pronto quedará prendado de la gastronomía lugareña y, hombre lúcido y bondadoso, gratamente sorprendido la personalidad de las tres mujeres enredadas en aquel crimen brutal, cuya víctima es un macho tan prepotente y estúpido, como físicamente atractivo. La chacha Inocencia, la señorita Áurea y sobre todo Etelvina componen un trío capaz de enfrentarse (pese a todas sus contradicciones y defectos) con las duras experiencias que la vida les depara, desarrollando entre ellas un indefectible espíritu solidario. El autor, que en los pasajes donde se relatan las investigaciones policiales, se comporta como el clásico narrador omnisciente, opta con más frecuencia por darle la palabra a una Etelvina ya madura, para que evoque en primera persona los terribles acontecimientos que le tocase vivir, veinte años antes, a comienzos de los 50 del pasado siglo. Es la única de las tres amigas escapadas de aquel lugar tan atractivo como poco emocionante y ahora, en el momento del relato, viuda, lleva en Badajoz una vida plácida, nada semejante a las vejaciones que el brutal marido le infligiera, sin haberse sabido rebelar a tiempo. Pero mantiene una memoria implacable y una forma de hablar, idéntica a las de la ‘chacha’ y Áurea, que aún se escucha por las localidades asentadas más allá del Puerto de los Carneros. El autor hace gala de conocer a la perfección el vocabulario propio de la tierra, un léxico que a veces no son más que deformaciones vulgares, pero otras muchas nos encandilan porque remiten a los orígenes del idioma. Sus recursos al refranero son constantes. Como nos seduce esa recreación del mundo rural, que él conociera en su infancia y ya está casi laminado por el «progreso». Claro que no todo era idílico y, menos que nada, la violencia que los hombres desarrollaban contra la mujer, asumida por ésta en tantas ocasiones como una lacra inherente a la condición femenina. Eso sí, algunos, como el porquero Tomás Castella lo pagarán bien caro. Los cerdos pueden rematar la venganza.
‘Chocolate con veneno’
Desiderio Vaquerizo
Berenice. Córdoba, 2009