En estos días navideños nos llegan a todos multitud de felicitaciones impresas, la mayor parte ya con los signos profanos que la creciente secularización de la cultura va imponiendo. Se reproducen óleos conocidos, paisajes montañosos, rincones urbanos y otras mil imágenes, antes que volver los motivos clásicos. Si ha de ser así, elogiamos la opción que adoptan algunas instituciones y no pocos particulares: inclinarse por la reedición de textos, preferentemente antiguos, más o menos (o nada) relacionados con la Navidad. Pionero en estas lides fue el inolvidable Mariano Encomienda, no obstante su reconocida religiosidad. (Por cierto, en esto, como en tantas otras facetas, el gran bibliófilo ha encontrado una fiel seguidora en su hija Carmen Fernández-Daza).
Francisco Joaquín Pérez, que trabaja en la Concejalía de Cultura, nos remite un precioso folleto, facsímil de la segunda edición que se imprimiese en la ciudad templaria, Imprenta de Andrés Cardenal, el año 1892. Según aclara en su cubierta posterior : “El Ayuntamiento de Jerez de los Caballeros a través de su Concejalía de Asuntos Sociales reedita El Adiós del taponero con el objeto de felicitar la Navidad a todos los mayores de la ciudad”.
El autor de este “ monólogo de actualidad en un acto y en verso”, según se intitula, fue Luis de Sotomayor y Terrazas, presidente honorario de los Centros defensores de la Industria Corcho-Taponera de Extremadura y Andalucía, nos dice la generosa portada, habiendo sido estrenado con éxito en el teatro Ayala de la ciudad de Jerez e incluso en Sevilla. Feliciano Correas me avanza amablemente algunas notas de su proyectado libro Jerezanos ilustres, haciéndome saber que D. Luis nació en La Coruña (1865), de donde era su madre, doña María Asunción Terrazas y Lastra, pero siempre se le ha considerado jerezano po rel padre, don Luis de Sotomayor y Sandoval, un Brigadier de Caballería que tenía la placa de San Hermenegildo. Falleció aquel muy joven (1899), no sin haber desarrollado notables labores : fundación del periódico “El Jerezano”; publicación de obras como “Tiempo perdido” (Imprenta de Andrés Cardenal; escritura de una Historia de la ciudad de Jerez de los Caballeros (que no vio la luz) y colaboraciones en numerosos periódicos y revistas, algunos próximos, como la Revista de Extremadura, y otros tan lejanos como la Revista Gallega. Una calle y un colegio jerezanos llevan su nombre.
De El adiós al taponero había realizado una edición facsímil el centro de secundaria “El Pomar”, de Jerez, con comentarios críticos de José Vázquez de Mondragón y José Márquez Franco. Posteriormente, hizo otra el Instituto de Promoción del corcho de la Junta de Extremadura. Por otra parte, Antonio Merino Vicente, en el breve artículo que escribió para la Gran Enciclopedia de Extremadura , incluye a Sotomayor dentro de lo que él llama el grupo becqueriano de Extremadura ( con Arturo Gazul, y Díaz Macías, entre otros), considerando que “ su poesía manifiesta ternura y sensibilidad en versos fluidos y naturales, a veces faltos de meditación y estudio. Su estilo revela ingenio y casticismo”.
No era, desde luego, un gran poeta. Ahora bien, este largo monólogo lírico del taponero Manuel, forzado a exiliarse porque la industria local se arruina, no deja indiferente al lector. Sus versos traslucen toda la amargura de quien, como este proletario del corcho y la cuchilla, debe abandonar el terruño para salir a ganarse el sustento ni dios sabe dónde. Su pesar es mayor aún porque, como dicen estos romances, con una mejor política económica ningún trabajador jerezano tendría que emigrar. Él mismo, entre dolorosas consideraciones sobre su triste situación, a punto ya de partir, sugiere todo un programa para poner remedios. Que no le hiciesen caso no es culpa del poeta.
Luis de Sotomayor y Terrazas, El adiós del taponero. Jerez de los Caballeros, Ayuntamiento, 2009.