“Me hubiese gustado tanto llevarte Nueva York…”, nostálgica declaración amorosa, es el final del texto inconcluso donde el supuesto autor, Domingo Zamora, un enfermo terminal, habría ido dejando en un PC testimonio de sus experiencias, ilusiones y fracasos, ideología y vivencias más hondas. La viuda, tan diferente en todo del difunto, rescatará del archivo informático “aquella cosa”, a la que adjunta un epílogo aclaratorio. Es la urdimbre con que construye su sorprendente novela Diego Parra Zamora (la paronimia resulta cómplice), quien se inicia así en el campo de la creación literaria.
Nacido en Badajoz (1966), licenciado en Filología Románica, el novel narrador ha enseñado lengua y literatura francesa en el Centro Universitario “Santa Ana” de Almendralejo. Está allí encargado de catalogar la “Biblioteca IX Marqués de la Encomienda”, así denominada como homenaje a su fundador, D. Mariano Fernández –Daza, quien supo reunir el más importante fondo documental relacionado con nuestra Región. Parra, que se formaría realmente junto a este hombre extraordinario, ha sido también durante dos lustros un valiosísimo colaborador de la Biblioteca de la Academia de Extremadura, siendo autor de numerosos artículos y estudios acerca del mundo bibliotecario, que pocos manejan como él.
Bien se percibe en esta obra, que ciertamente no es una autobiografía, pero se nutre, como tantas, de las experiencias personales del autor. Su protagonista, librero de antiguo, recorre Extremadura para tasar viejas publicaciones; conoce y trata a las plumas más relevantes de la Comunidad ( varias aparecen con nombre y apellidos); domina los entresijos de Santa Ana y, a través de su amigo Antonio, precisamente bibliotecario de la famosa biblioteca de Almendralejo, rinde cálido culto al inolvidable IX Marqués. A estos asuntos se añaden otros dos de carácter más imaginario : la mala salud del personaje principal y la aventura semipolicíaca en que se embarcará voluntariamente, tras leer cierta nota manuscrita entre las páginas de una añosa edición, para poder descubrir las circunstancias del suicidio de otro librero.
Son los mimbres de un discurso cuidadosamente elaborado, que hasta sabe mantener el carácter abierto de obra sin terminar, con acotaciones numerosas y guiños constantes al lector. Parra recurre una y otra vez al lenguaje popular (en algunos momentos, hasta a los giros dialectales), gozándose al modo cervantino con multitud de refranes, dictados y tópicos, tan frecuentes en las hablas locales de Almendralejo y alrededores. El novelista sabe combinarlos hábilmente con apelaciones numerosas al mundo literario y editorial, sin olvidarse de tomar el pulso a la realidad sociopolítica (funcionamiento de los hospitales, emigración, crisis económica, ruina de los valores tradicionales, etc.). A todo ello se suma el gusto del protagonista por el autorretrato y el autoanálisis, cuyos resultados nos entrega adjuntos a no pocas dosis de socarronería filosófica. Ni es ajeno a un no leve pesimismo antropológico. Entre sus aficiones figura también la de construir juegos de palabras, basándose en diferentes recursos filológicos.
Por lo demás, según resaltara Carmen Fernández-Daza en la presentación pública del libro, en sus páginas los lugares (Cáceres, Trujillo, Zafra, Aceuchal, Campanario, la Fuente y, cómo no, Almendralejo “están desnudos de pseudónimos topográficos, y merced a esta elección, la mirada culta del narrador está puesta en nuestros clásicos, huyendo de enmascarar pueblos y ciudades, bares o firmas comerciales de autobuses, de asociaciones, de librerías, de bibliotecas, de periódicos, de calles, de paisajes con nombres inventados. Lo mismo ocurre con algunos personajes secundarios a quienes se desea salvar del olvido en acto de generosidad, de reconocimiento y se nos aparecen, en medio de la ficción, con sus nombres y apellidos reales, con la dedicación profesional o intelectual que tuvieron o tienen en vida; junto a ellos, sin ser personajes, son mencionados en la narración otras muchas personas de manera expresa, que fueron o que son entre nosotros. Se convierte así la novela, fuera de todo localismo, en una Galería de Extremeños Ilustres, y, a la vez en una Galería de Gentes Sencillas traídas hasta las líneas de la narración y hasta sus paisajes”.
Diego Parra ha hecho una feliz entrada en el mundo de las letras como novelista. Seguro que volverá a deleitarnos con nuevas creaciones.
EL LIBRO:
Título: ‘Me hubiese gustado tanto llevarte a Nueva York…’
Autor: Diego Parra Zamora
Editorial: Editora Regional de Extremadura, 2010, Mérida