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Manuel Pecellín

Libre con Libros

Mitos clásicos y Evangelio

Tras una demora más sensible de lo que en él resultaba habitual, Sánchez Adalid entrega una nueva obra, seguramente con el mismo éxito de público alcanzado por las suyas anteriores (La luz del Oriente, El Mozárabe, Félix de Lusitania, La tierra sin mal, El cautivo, La sublime puerta, En compañía del sol, El alma de la ciudad, El caballero de Alcántara). El escritor extremeño (Villanueva de la Serena, 1962), consciente de la efectividad de sus fórmulas narrativas, las sigue conservando en Los milagros del vino (título sin duda con acierto, aunque informe bien poco sobre los argumentos de la novela). Manuel Simón Viola resume perfectamente las claves de la escritura del autor, al que ha dedicado un valioso artículo en el volumen II de la recién aparecida Literatura en Extremadura, Mérida, ERE, 2010, pp. 429-436) : adscripción a la novela histórica, sólidamente documentada; narraciones lineales, según el modelo tradicional; autor omnisciente; protagonistas estereotipados, cuya conducta es siempre previsible, inmersos en viajes de iniciación ; condición de “best seller” de sus títulos y “el empleo monocorde de un lenguaje enfático, plagado de frases hechas y de acuñaciones tópicas”. Como el novelista es perfectamente capaz de sobreponerse a este rasgo último, lo demuestran no pocos pasajes de esta obra, donde Sánchez Adalid luce una innegable voluntad de estilo que en tantas ocasiones no parece interesarle demasiado, más atento a la eficacia de la narración, desentendiéndose de mayores exigencias literarias.

Podalirio es el personaje principal de la novela, enmarcada históricamente en tiempos del emperador Claudio, cuando las filosofías soteriológicas, que buscan sobre todo la salud del hombre (estoicos, cínicos, epicúreos) compiten con las religiones clásicas y otras llegadas de Oriente, sobre todo la más joven, recién aparecida en Galilea. Iniciado por Tereo, el gran sacerdote de Epidauro, Podalirio ejerce culto y medicina como “sacristán” (sic) de Asclepio en un templo de Corinto. Ni él, ni su amigo el procónsul romano Galión, se muestran demasiado convencidos de la veracidad de los mitos tradicionales, aunque procuran cumplir dignamente con los deberes de sus respectivas profesiones. A ambos les gusta libar los vinos de Ática. La fe del médico se tambalea más aún cuando conoce a Lucas, que le entrega un ejemplar de su Evangelio de Jesús, y al apóstol Pablo.
El novelista hace generosos usos intertextuales de capítulos neotestamentarios (Hechos de los Apóstoles, Carta I a los Corintios, los propios evangelios) para irle presentando la “buena nueva” al ya hierofante del Asclepion .

Se impone éste un viaje iniciático a Palestina, para conocer in situ los lugares donde se produjeron los hechos milagrosos que se atribuyen a Jesús y a los testigos supervivientes. Si la hetaira Eos era el soporte de un Podalirio tan a menudo dubitativo ante las enseñanzas recibidas de sus antiguos maestros, encontrará ahora otra formidable mujer, seguramente la figura más atractivas de cuantas transitan por la obra. Susana, trasunto de María Magdalena, le contará cómo fue su trato con aquel magnífico nazareno, crucificado en plena juventud, y las enseñanzas recibidas de éste. Son las que ocupan la segunda parte de la novela, que esta vez no parece requerir mayores referencias documentales. Dueña de magníficos viñedos, cuyos caldos compartió en alguna ocasión con Jesús, Susana fue testigo excepcional de la resurrección del Mesías. No sabemos si su relato del reencuentro con el crucificado llega a convencer a Podalirio, que regresa a su templo-hospital de Corinto, donde pervive el culto a Afrodita.

EL LIBRO:

Título: ‘Los milagros del vino’

Autor: Jesús Sánchez Adalid

Editorial: Editorial Planeta, 2010, Barcelona.

Blog dedicado a la literatura de Manuel Pecellín

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