Prosigue Fermín Mayorga sus trabajos en el Archivo Histórico Nacional, fundamentalmente conn los fondos de la Inquisición, aunque también procura requerir cuantas noticias relacionadas con Extremadura localiza en otras secciones o lugares (Biblioteca Nacional de Madrid). Como fruto de tales pesquisas viene dando a luz numerosos artículos (Boletín de la Academia de Extremadura, Alcántara, Ars et Sapientia ) y l suya es a obra Los moriscos de Hornachos crucificados y coronados de espinas. Ahora entrega cuantas noticias ha podido recoger en torno a emeritenses víctimas de la represión inquisitorial, más un apéndice sobre José María Calatrava.
Junto a los pasajes seleccionados de las actas del temible Tribunal, que el autor reproduce en cursivas, Mayorga añade apuntes históricos para contextualizar los acontecimientos y sus propias consideraciones, de carácter didáctico. A mi entender, la importancia del libro reside en el primer apartado. El segundo resulta a veces caótico e impreciso, mientras el tercero sobra, una vez declaradas en la introducción sus líneas ideológicas. También se requiere una más atenta corrección, que evitase las numerosas erratas. Dicho sea sin ocultar los indudables méritos del libro.
Bajo el nombre de “herejes”, según solían hacer los mismos inquisidores, caen grupos de personas bien diferenciadas. Se comienza con el de los judaizantes naturales o residentes en Mérida y que la Inquisición conduce hasta Llerena, donde tenía su sede, con las correspondientes salas de juicio, cámaras de tormento, cárceles secretas, cementerio, etc. Entre los años 1568 al 1579, fueron 21 los emeritenses encausados como falsos judeoconversos, sospechosos de seguir fieles a la ley de Moisés. Se nos dan los nombres y apellidos, edad, profesión y otros datos personales de cada uno de ellos, como se hace después con los moriscos relacionados. Todos sufren vejámenes infamantes (confiscación de bienes, torturas tremendas, suspensión de oficios, imposibilidad de defenderse, humillaciones miles), pero ninguno fue condenado a muerte. Sí a penas tan duras como el destierro, la cárcel o las demoledoras galeras (mano de obra gratis para el Rey , la del galeote).
Si los hijos de Israel estuvieron en Mérida casi desde la creación de la ciudad, sólo tuvo una población morisca notable cuando hasta aquí vinieron los expulsados tras la rebelión de las Alpujarras, más de medio millar. El Santo Oficio se encargó de vigilarlos estrechamente y reprimir a cuantos continuaban manteniendo usos y costumbres mahometanas (lengua arábiga , hábitos culinarios o higiénicos, ritos fúnebres o de iniciación, fiestas, lectura del Corán, etc.). Sin duda, fueron las mujeres quienes más adheridas estaban y mejor transmitían a sus descendientes ese acervo etnográfico. Son muchas las encausadas , a menudo por delaciones de sus mismos hijos, maridos o vecinos (los tormentos eran eficaces). Mayorga estudia los moriscos condenados por la Inquisición entre 1600 y 1605, con penas similares a las del grupo anterior, si bien aquí hubo varios conducidos a la hoguera. (Algunos consiguen huir y otros fallecen durante el proceso, de muerte natural o, más bien, inducida).
Los escasísimos casos de mujeres procesadas por brujería son ya tardíos (s. XVIII) y se resolvieron con la típica benevolencia del Tribunal (reprensiones, suspensión de causa, alejamiento del contorno). A Pedro de Valencia, más que a ninguno, hay que agradecérselo. Dos residentes en la ciudad, inglés uno, francés otro, más dos frailes, son investigados por proferir en público frases próximas a las tesis de Lutero, sin que se les pudiese probar el “delito”.
Las 70 páginas finales recogen la causa de Estado (AHN, sección Diversos-Colecciones, legajo 117, expediente 1) contra José María Calatrava, el gran amigo de Bartolomé J. Gallardo, liberal y padre de la Constitución de 1812, como éste y otros extremeños . Será condenado a ocho años de cárcel en el presidio de Melilla. Resulta muy aleccionador seguir los trámites del proceso contra el ilustre emeritense para comprender las pérfida política de Fernando VII.
Fermín Mayorga, Los herejes de Mérida. Sevilla, Cultiva Libro, 2010.