Acaba de aparecer el primer volumen de lo que promete ser una apasionante colección sobre la historia de Llerena (ciudad, no se olvide, de enorme peso en la historia de Extremadura y no sólo por haber estado allí, durante varios siglos, el Tribunal de la Inquisición). Catedrático de Filosofía y licenciado en Derecho, nacido y residente en aquella villa, a la que ama con pasión, Manuel Martín Burgueño es persona a la que cabe conceder toda confianza en la labor emprendida. Bien demostrada tiene su valía intelectual en los números de Torre Túrdula, revista que fundó y ha dirigido admirablemente junto con Agustín Romero Barroso, su amigo, profesor y poeta de extraordinaria personalidad. Se propone escribirla como homenaje a su difunta madre, excelente narradora, y no sin ese toque literario de los escritores de raza.
Según declaración de intenciones, cada una de las entrega proyectadas ha de ofrecer idéntica estructura: la parte inicial , de carácter bibliográfico, debe reproducir un texto, inédito o conocido, que se ocupe del pasado llerenense. A continuación, se incluirá un conjunto de estudios propios, que deben abordar los acontecimientos más relevantes acaecidos en este bellísimo rincón de la Baja Extrememadura. Para elaborar estos apuntes, el autor cuenta con sus exhaustivos conocimientos de la historiografía local, así como con sus personales investigaciones en los archivos pertinentes . (Mucho lamenta el maltrato del patrimonio de Llerena). Añadamos que él sabe bien muñir las respectivas entradas con indudable lucidez, independencia de criterio e incluso un punto de humor que enardecen la lectura.
Abre el libro el “Compendio o laconismo de la fundación de Llerena”, rara obra de Andrés Morillo de Valencia, cuyo original sigue ilocalizable. Se trata de un trabajo escrito en el s. XVII, que César Cañizo (1864-1934) dio a conocer en la Revista de Extremadura (tomo I, Cáceres, 1899), no sin evidentes deficiencias. Lo reeditó Agustín Romero en la Revista Miscelánea (Llerena, 1986) y reaparece aquí, con el texto conocido y una transcripción sinóptica a cargo de Martín Burgueño, que compone la simpática aventura de cómo llegó este trabajo, vía José Pereira, desde los archivos inquisitoriales al municipal de Llerena.
Pasa después a ocuparse de lo que él llama “ historias menores”, comenzando por el célebre caso de las “momias” (no eran tales) de Llerena. El año 1979 saltaba a la prensa nacional, con eco en el exterior, el hallazgo de multitud de esqueletos con motivo de la remodelación de la Plaza de España de Llerena, que incluía restaurar el templo de Santa María la Mayor. No sin sospechoso sensacionalismo (llegó a intervenir la Universidad de Barcelona), se pretendió por algunos atribuir a víctimas de la Inquisición lo que no eran más que restos óseos de fallecidos por causas naturales.
Al hilo de este estudio, sigue otro sobre las tres cárceles de Llerena , entre las que sin duda tuvo especial importancia la de la Santa Inquisición. La sede del temido Tribunal estuvo en las Casas Menestrales, el Palacio prioral, después, y, finalmente, en el Palacio de los Zapatas. Los tres edificios han sido objeto de distintas remodelaciones, no siempre afortunadas, hasta el día de hoy. Ni siquiera Arturo Gazul, según el informe aquí reproducido, estuvo acertado a la hora de aconsejar (a Fernando Robina, mayo 1951), la consabida reforma.
Cierra el volumen el capítulo sobre la toma de Llerena por las tropas de Castejón ( 5 agosto 1936), otro episodio, triste y cruel, de nuestra “guerra incivil”. Burgueño lo inicia con algunas consideraciones sobre la II República , las frustradas esperanzas que levantó, las elecciones del Frente Popular, el asesinato de personalidades de la derecha ( aunque las más distinguidas había huido previsoramente hacia Sevilla o Portugal), la toma del pueblo ( a cañonazo limpio) por los moros y legionarios de Castejón y los implacables fusilamientos que el ejército triunfante impuso.
Manuel Martín Burgueño : Historia de Llerena, libro I. LLerena, autoedición, 2001.