No acaba uno de terminar de sorprenderse con el tema de los escritores extremeños. Cuando crees conocer a los cultivadores de las letras nacidos o residentes en esta Comunidad, al menos aquellos que poseen ya una obra consolidada, de pronto surge la agradable sorpresa. Me ha ocurrido esta vez última en el encuentro que organizaron Juan Calderón y Javier Bueno (Madrid, Salón Telefónica) el 13 de noviembre para conceder los premios otorgados por la Plataforma Cultural “Raíces de Papel”, que ellos mantienen.
Allí tuvieron la bondad de presentarme al escritor Andrés Francisco Rodríguez Blanco. Es funcionario y trabaja en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC. Días después, me llegaba un paquete con sus últimas publicaciones, realmente valiosas. Blanco nació en Mérida (1956), trasladándose a Madrid con sólo diez años. En la capital reside desde entonces, tras cortas estancias en Badajoz y Plasencia.
El Ministerio de Cultura le concedió el año 1989 una Ayuda a la Creación Literaria, que le permite escribir su primer poemario, Luz y lejanía en los espejos. Poco después, publica La semilla del mito (1991), La mirada de plata (1993) y Álbum crepuscular (1994). Más tarde, y casi siempre al calor de premios de poesía obtenidos, saca a luz Las alas condenadas (2010) y Farolillos (2012). Ha sido seleccionado dos veces en el Premio de Poesía Experimental (2011, 2013) que convoca la Diputación de Badajoz. Blanco uenta en su haber con otras numerosas distinciones literarias.
Con Farolillos (Vigo Ediciones Cardeñosa, 2012) ganó el XXIII Certamen de Poesía “Hermanos Caba” 2011, que se organiza en el municipio extremeño Arroyo de la Luz. Se trata de una plaquette en la que el versolibrismo se conjuga con las asonancias e incluso el soneto. Es un canto amoroso, encendida exaltación del cuerpo de la amada, que mantiene la dignidad de los “Breviarios” publicados por “Raíces de papel”.
Lienzo del bosque que espejea (Mislata, Ajuntament, 2014) obtuvo el XII Premio de Literatura Breve “Vila de Mislata”. Son siete las composiciones incluidos en esta delicada entrega. En sus versos, cargados de erotismo, se percibe la profunda identificación que el poeta siente con la naturaleza virgen, “donde hay duelos de alquitrán/ni ruidos que te aturdan”.
Líneas de expresión (Espiel, Ayuntamiento, 2015) le hizo ganar el XXII Premio de Poesía Acordes 2014. La obra se estructura en dos partes. La primera, que le da título, está escrita en versos blanco. La segunda, “Bótox lírico”, más breve, en prosa poética, si bien al final recupera de nuevo el verso libre. Ambas parten del mismo ángulo vivencial: el mundo de la mujer, desde una conciencia femenina. Luce prólogo de Milagros Salvador, que resalta con tino el perfecto cierre de los poemas.
Por último, “Movimientos”, un extenso poema, incluido en el Cuaderno Literario que, con nombre tan de Cernuda, Habitando el olvido, se publicó (Iniesta, 2015) para conmemorar la XXVI Feria del Libro en el Ayuntamiento conquense. Con estos versos había logrado el autor el 1ª Premio de Poesía del XXIV Certamen Literario que dicha entidad convoca. El poeta abandona aquí sus frecuentadas intimidades para abrirse al mundo, enfrentado líricamente las contradicciones de una sociedad donde aún cabe la esperanza.