Las XV Jornadas de Historia de Llerena 2014, que continúan celebrándose con la altura acostumbrada, versaron esta vez sobre la Inquisición, nada más propio tratándose de un sitio donde tuvo su sede extremeña el temible Tribunal. No cabe sino felicitar a la comisión científica y a los coordinares del encuentro. Un volumen de actas con 400 páginas, de prietos cíceros y no fácil lectura, recoge las ponencias y comunicaciones allí defendidas, todas extraordinariamente interesantes, por lo que me resulta imposible referirme a cada uno de tan documentados trabajos.
Los abre Jean Pierre de Dieu, profesor de la Universidad de Toulouse y uno de los máximos expertos en el tema, que ha estudiado en numerosas publicaciones desde que hiciese su tesis doctoral, dirigida por Bartolomé Benassar. El historiador francés expone las similitudes y discrepancias fundamentales entre las tres inquisiciones modernas, desde los orígenes (1478): las de España, Portugal e Italia. Siempre apoyado en conocimientos abrumadores, sorprende no pocas veces por la originalidad de sus apuntes y en todo caso por el equilibrio de los análisis en torno a un asunto tan propicio para tópicos y acaloramientos. Delimitar el grupo de judeoconversos; desterrar las prácticas judías e incluso la memoria de haber pertenecido a tal etnia y contribuir a la unidad española, fueron las principales consecuencias de las actividades inquisitoriales. Sin duda, produjo también enormes “daños colaterales”.
Instituida por los Reyes Católicos, con anuencia de Roma, para reprimir la “herética pravedad” (sobre todo en las familias conversas) y controlar las posibles venganzas surgidas entre los “cristianos viejos”, la Inquisición fue convirtiéndose en una maquinaria extraordinariamente compleja y de bien distinta conducta, no exenta de enormes paradojas, a lo largo de sus casi cuatro siglos.
En Extremadura, donde no se puede hablar de procesos de brujería, persiguió a numerosos hombres y mujeres acusados de prácticas hechiceras, que basándose especialmente en el poder de la palabra y de fórmulas supersticiosas, pretendían conseguir mágicamente curaciones, cosechas o amoríos favorables a quienes les pagaban, expone el profesor danés Gustav Hennigen.
Aunque los archivos del tribunal de Llerena se perdieron, el del Consejo de la Suprema y General Inquisición (hoy en el Histórico Nacional de Madrid), guarda muy abundante documentación remitida desde Extremadura. Laura Lavado e Ignacio Panizo ofrecen un orden para manejarla como fecunda fuente que es para el conocimiento de las actividades procesales (pleitos, cárceles secretas, autos de fe, registros de presos y penitenciados, etc.).
A cargo, por lo común, de competentes juristas (a Diego de Deza, pintado por Zurbarán, lo estudia José Gámez), apoyada en diestros ayudantes (tales como el médico Francisco Arceo, que estudian José Cobos y J. Ramón Vallejo), la Inquisición controlaba minuciosamente todo el territorio nacional (bastante menos la América española). Lo demuestran actuaciones en Fregenal de la Sierra (Rafael Caso, Juan Luis Fornieles), Jerez de los Caballeros (Rogelio Segovia) o la propia Llerena (Luis Garraín, F. J. Mateos, Manuel Maldonado), por no decir la tardía persecución, ya en el XVIII, contra judaizantes ocultos en la Sierra de Gata (Carlos Fernández-Pacheco y Concepción Moya). Aún tuvo ánimos Francisco María Riesco para defender en las Cortes de Cádiz la conveniencia de mantener la cada más impopular institución (Felipe Lorenza), definitivamente disuelta el año 1835, tras la muerte de Fernando VII.
La obra, que en la primera interior ofrece fotografías de los fallecidos Fernando Serrano Mangas, Francisco Tejada Vizuete y Antonio Carrasco García, tres personas hondamente comprometidas con el desarrollo de las Jornadas de Historia en Llerena, adjunta como epílogo una útil “relación de autores”, concisa sinopsis biobibliográfica de todos ellos.
Felipe Lorenzana y Fancisco Javier Mateos (coords.), Inquisición. XV Jornadas de Historia en Llerena. Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, 2015