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Manuel Pecellín

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AUGUSTE DUPIN, MODELO DE DETECTIVE

 

Larga es la sombra de E. Allan Poe (Boston,1809-Baltimore, 1849) sobre la literatura contemporánea, especialmente la inglesa y la francesa. Pese a su corta vida, que no le fue nada fácil, consiguió escribir una obra tan plural como respetada (no carente también de duras críticas). Mallarmé, otra figura clave de las letras, lo juzgó “el dios intelectual de su siglo”. Creaciones del estadounidense son todavía hoy objeto de culto, tales su poema “El cuervo”; los relatos cortos El barril de amontillado o La caída de la Casa Usher ; Eureka, ensayo cosmológico; El gato negro, cuento, o La narración de Arthur Gordon Pym, su única novela.

Porque, en el campo narrativo, Poe prefería sin duda los textos breves. Con los de carácter detectivesco, como los que aquí presentamos, se adelantó también al género policíaco y a la novela negra. Los misterios de Auguste Dupin, el primer detective, incluye tres composiciones de similar factura, aunque, a mi entender, no de igual valor, estrechamente relacionadas entre sí. Las vincula el personaje que les da nombre, feliz creación del joven americano, con tantas imitaciones después. Dupin es el antecedente de una saga de detectives literarios inolvidables: los ya míticos Sherlock Holmes, Hércules Poirot, el padre Brown, Philip Marlowe, Jules Maigret, o los españoles, de tono menor, Pepe Carvalho  o Plinio, y entre los cuales van abriéndose paso Ricardo Cupido, de Eugenio Fuentes, y, la muy original Annika Kunda, de Susana Martín Gijón, presidenta de la Asociación de Escritores Extremeños.

“Los asesinatos de la rue Morgue” constituye la primera entrega. Ubicada en aquel París de mitad del XIX, según el típico yanqui podía verlo o imaginarlo, un amigo del protagonista (especie de míster Watson avant la lettre) se encarga de describir al investigador “amateur” (aunque no tiene escrúpulos en aceptar recompensas) y exponer su método de trabajo, el que le permitirá el desciframiento de dos horrorosos crímenes.  C. Auguste Dupin es un joven caballero, de ilustre familia, bibliófilo, noctívago, de enorme cultura. Sobresale sobre todo por su capacidad analítica que le permite sobrepasar las rutinarias investigaciones de los sabuesos oficiales.

La parte segunda, muy farragosa, “El misterio de Marie Rogêt”, permite conocer más detalladamente las fórmulas detectivescas por las que Dupin se conduce. Acorde con aclaraciones preliminares del autor, el relato, de ambiente también parisino, se inspira en acontecimientos relatados en su día por la prensa de New York. Cansa seguir los análisis de los periódicos que tan sagazmente realiza Dupin, hasta alcanzar las acertadas conclusiones sobre el asesinato de la joven trabajadora a orillas del Sena.

Considero que el relato más conseguido es el último, “La carta robada”, de sobresaliente concisión, sin exceso de elucubraciones y bien resuelto (aunque se pueda desconfiar de los métodos utilizados por el detective). El protagonista le gana otra vez la mano a la policía de París (tiene buenas relaciones con su Prefecto). Su sagacidad le permite descubrir al autor de un hurto –todo un ministro del Gobierno- que podría poner en peligro la estabilidad de la nación. El ladrón es también aficionado a las Matemáticas y la poesía, lo que facilita a Poe sátiras contra la lógica inspirada en ambos quehaceres culturales. Burlándose de las prácticas policíacas habituales, Dupin se conduce a tenor de un método científico riguroso, que le permite deducciones acertadas. Se las facilita el tándem que conforma con el relator de los acontecimientos, aunque el francés asume el máximo esfuerzo y tino en los pedales. Y, casi sin advertirlo, va dejando caer auténticas perlas sobre el periodismo, las ciencias exactas (que no son tanto), la política o la escritura. Baste una, la expresa al juzgar la conducta del ministro-ladrón: “No es un completo necio- dijo el prefecto-, pero es un poeta, que me parece a mí lo más cercano a un necio” (pág. 139). Dupin, cuya afición a componer ripios es declarada, asiente cachazudo.

 

Edgard Allan Poe, Los misterios de Auguste Dupin, el primer detective. Cáceres, Periférica, 2020.

 

 

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