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Manuel Pecellín

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REGRESO EN PATERA

Ramón Cabezas de Herrera (Campanario, 1946) estudió Medicina en Salamanca y Madrid, especializándose bajo el magisterio del catedrático Dr. Bartolozzi, célebre oftalmólogo. Como tal ha desarrollado su carrera primero a orillas del Guadiana y, desde hace decenios, en su clínica madrileña. Incluso a quienes conocíamos su pasión lectora y gusto por las Humanidades, nos sorprendía con El despertador (2010), novela de carácter autobiográfico, inspirada fundamentalmente en sus años universitarios, época de grandes agitaciones sociopolíticas.

Dos lustros después, el autor regresa al campo de la literatura con un tema tan actual como el de las migraciones de millones de personas desde los países del “tercer mundo” a los más ricos y mejor estructurados de Occidente. Desdoblándose en dos protagonistas, Ramón y Antonio, de origen extremeño (abundan las apelaciones “a nuestra tierra”) , que irán tomando de modo alternativo la palabra, Cabezas construye un relato prolijo (736 páginas) sobre el que, al menos hasta la aparición del coronavirus, parecía ser el fenómeno social de máximo trascendencia durante los lustros últimos.

Ambos sueñan con publicar una gran obra, capaz de consagrarlos definitivamente  entre los grandes escritores. Juzgan que lo pueden conseguir si impregnan el relato de verosimilitud, informándose de primera mano. Así que, médicos los dos, ya sesentones, abandonan temporalmente sus familias, consultas y amigos de Madrid para irse en avión a Abuja, en el África subsahariana. Allí contactarán con hombres y mujeres decididos a emprender la odisea hacia Europa; compartir aventuras inimaginables y regresar en patera a España tras peripecias miles, luego de atravesar Nigeria, Níger, Argelia y el Mediterráneo. Los dos saben que el viejo Continente no es un paraíso, pero comprobarán en sus propias carnes que esos otros países están mucho más cerca del infierno, sobre todo tras el auge del fundamentalismo islámico (Al-Caeda, la yihad, los militares y policías corruptas y, más que ninguno, el cruel Boko Haram presiden multitud de pasajes).

Unidos por lazos cada día más profundos a dos prototipos de migrantes: Lundi, que huye de su Malí natal, y Kora, joven negra tantas veces violada como preterida, los dos médicos españoles, presuntos periodistas, no precisamente políglotas, aunque sí cachazudos e ingeniosos, irán sobreponiéndose con energía y habilidades que nunca sospecharon tener a cuanto se les oponen, hasta el éxito final. Algún gesto de solidaridad reciben ocasionalmente de tipos admirables, tal el hercúleo médico cubano; un par de policías españoles o el comisario argelino, acaso simpatizante de la vieja OAS y Pierre Legaillarde, dirigente de aquella organización militar de extrema derecha (que ya aparecía en El despertador).

Tampoco les resultará fácil creerlas a sus contertulios de la Gran Vía, cuando conozcan, entre copas de la rubia Affligem y tapitas, las extraordinarias aventuras que esta “novela de barra” – pues en las de distintos bares nació el proyecto – les irá presentando.

Cabezas de Herrera se preocupa más por la fidelidad geográfica, histórica, etnográfica y política de la narración, que por la voluntad de estilo. Él mismo lo da a entender en el prólogo con sus burlas del “hiato”, riéndose de posibles críticas literarias. Según dijera tantas veces su colega Felipe Trigo, él prefiere manejar el habla de la calle, las expresiones del decir cotidiano, el refranero, chascarrillos y cancioneros populares incluidas.

 

Ramón Cabezas de Herrera, El regreso. Madrid, Editorial Verbum, 2020

 

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