Hernando de Soto (1500-1542) ocupa lugar señero entre aquellas recias personalidades (Hernán Cortés, los Pizarro, Orellana, Nicolás de Ovando, Inés Suárez, Pedro de Valdivia, Ñuflo de Chaves, Alvarado…) que un día abandonan su Extremadura natal y se embarcan hacia el descubrimiento, conquista y colonización del Nuevo Mundo. A otra de estas figuras notabilísimas le dedicaría ya un estudio, Balboa. La fantástica historia de un hidalgo español (Badajoz, Editamás, 2014) Feliciano Correa (Jerez de los Caballero, 1941). El conocido historiador, miembro de la Academia extremeña, se conjunta ahora con Juan José Estepa García (Bélmez,1941), comandante de Ingenieros, autor también de numerosas investigaciones, para escribir este volumen de casi 700 páginas. Cuidadosamente diseñado e impreso, consta de cinco partes bien diferenciadas.
La primera (pp. 31-191), tras el índice y la introducción, acumula argumentos de probabilidad para establecer que Soto vino al mundo en Jerez de los Caballeros y no en Barcarrota, dos localidades orgullosas de haber sido la cuna del gran hombre. Esteban Mira Caballos se lo atribuye a la segunda población (Hernando de Soto, el conquistador de las Tres Américas, 2013; El secreto de Hernando de Soto y otros estudios sobre Barcarrota, 2016; El origen converso de Hernando de Soto y su nacimiento en Barcarrota, 2017). Correa y Estepa se afanan contra el americanista y aducen, a veces de modo en exceso exaltado, un sólido conjunto de datos para rebatir la tesis que un día estableció el inca Garcilaso de la Vega y, por inercia, han seguido muchos: fue natural de Villanueva de Barcarrota. Se apoyaba en un manuscrito del zafrense Juan de Coles, compañero de Soto en la expedición, y que en La Florida del Inca nos dejó un retrato unánimemente compartido: “Fue más que mediano de cuerpo, de buen aire…Era alegre de rostro, de color moreno, diestro en ambas sillas…Fue pacientísimo en los trabajos y necesidades, tanto que el mayor alivio que sus soldados en ellas tenían, era ver la paciencia y sufrimiento de su capitán general… Fue valentísimo por su persona, en tanto grado que, por doquiera que entraba peleando en las batallas campales dejaba hecho lugar y camino por do pudiesen pasar diez de os suyos…En suma, fue una de las mejores lanzas que al Nuevo Mundo han pasado”.
Así lo muestran los autores al narrar el comportamiento de Soto en las tres grandes aventuras donde se vio envuelto: la conquista de Nicaragua y Perú (fue aquí mano derecha de Pizarro, con quien discrepó a menudo, sobre todo por la muerte alevosa inferida a Atahualpa) y la expedición para descubrir la Florida y territorios adyacentes, con protagonismo absoluto.
Constituye la parte nuclear de la obra el minucioso relato de esta impresionante odisea montada y dirigida a su costa por el extremeño. Recorrió con menos de mil hombres, badajocenses en su mayoría, (fallecieron más de la mitad), durante cuatro años, unos 8.000 kms. y 14 de los estados que hoy conforman USA, venciendo “ciénagas tembladeras”, mosquitos, caimanes, torrentes, hambrunas, montañas (los Apalaches), calores y fríos, hostigados sin pausa por multitud de muy aguerridas tribus, malalimentándose de los cerdos que llevaban y del maíz que sustraían, cuando no de raíces y subproductos.
No descubrieron tesoros, ni establecieron poblaciones, aunque la hazaña bien pudo servir más adelante a futuros colonos.
Poco después de pasar el Misisipí, las calenturas fulminaron a Soto y en las aguas del gran río, dentro de un tronco de encina, encontraría tumba. Los españoles supervivientes aún habrían de realizar hazañas increíbles hasta alcanzar Nuevo México, dirigidos ahora por el zafrense Luis Moscoso. Con ellos iba “un hidalgo de Elvas”, al que se debe la Relación verdadera de los trabajos que el gobernador D. Hernando de Soto y ciertos hidalgos portugueses pasaron en el descubrimiento de la provincia de la Florida”, documento todavía hoy básico (existe traducción a cargo del Conde de Canilleros). Otros muchos, localizados en el Archivo General de Indias, se reproducen en la parte cuarta del libro, que concluye con una recopilación de artículos recientes sobre el personaje publicados en distintos medios, casi todos por Feliciano Correas. El apéndice bibliográfico final informa sobre las obras que han sido más útiles, desde las compuestas por los “Cronistas de Indias”, hasta las de máxima actualidad, para escribir ésta, cuya excelente prosa constituye otro indudable atractivo.
Feliciano Correa y Juan José Estepa, Hernando de Soto. Más allá del valor. Nevas aportaciones documentales a la historia del hidalgo jerezano. Badajoz, Editamás, 2020.