El Club Senior de Extremadura, pese a las dificultades impuestas por el coronavirus, tuvo que suspender alguna actividad programada (VII Foro, en Hervás y redefinir otras (encuesta en torno al futuro de la región post/civd-19), pero logró mantener el informe anual sobre la Situación de Extremadura, el boletín electrónico de comunicación interna y el seguimiento de las obras del ferrocarril de Alta Velocidad. Sin duda, el empuje del equipo directivo y socios entusiastas (el Club se tiene prohibido recibir ayudas económicas ajenas) explican estas realizaciones.
A las mismas hay que añadir esta nueva publicación. Todo el mundo es consciente de que la pandemia no está dejando a nadie inmune, por unos motivos u otros, pero que las grandes víctimas están siendo las personas “mayores”, justamente como los miembros del CS (ya casi 300), metidos en la jubilación. Morir se muere cualquiera: basta con estar vivos, pues nos nacen con fecha de caducidad. No obstante, como a cualquier máquina u organismo, el uso nos deteriora y los años aproximan el fin. Por eso se requieren atenciones especiales, más aún en los momentos álgidos, y, si no se dan, los índices de óbitos se multiplican. Así ha ocurrido y, por desgracia, continúa, según consta en las cifras diarias.
Lo constatan los autores de este estudio colectivo, que no se limitan a establecer estadísticas y circunstancias agravantes. Reflexionan sobre las causas (económicas, sociales, políticas e incluso filosóficas) que han podido conducir a este desastre humanitario y proponen un conjunto de líneas de actuación para frenarlo e impedir repeticiones. Tratándose de autores con ideales diferentes y experiencias vitales bien distintas, no extrañarán discrepancias (ocurre en un foro tan plural como el C. Senior) y, dada la estructura misma del trabajo, numerosas reiteraciones.
No debió resultar fácil coordinar desde la distancia y en escaso tiempo a un exministro de Sanidad y Seguridad Social (Enrique Sánchez de León), una gerontóloga (Sabina Camacho Calderón), varios médicos especialistas (Eduardo Cordero Rodríguez, Agustín Muñoz Sanz), una psicóloga (Rosalía Guntín Ubiergo), una viróloga (Pilar Pérez Breña), dos catedráticos de Medicina (Juan Florencio Macías Núñez, Remigio Vela Navarrete) y un farmacéutico (Cecilio Vengas Fito).
Según señala el presidente José Julián Barriga Bravo en los preliminares, se han respetado las opiniones de cada uno desde la pluralidad e interdisciplinariedad que caracterizan al Club Senior, grupo carente de cualquier opinión institucional. No obstante, cabe establecer un conjunto de apuntes en el que coinciden los nueve textos aquí recogidos, ninguno redactado de forma áspera ni con espíritu acre, antes bien, prudentes y conciliadores:
– Defensa del valor intrínseco del ser humano, más allá de edades, sexos y condicionamientos de cualquier índole.
-Libre elección por parte de los mayores que opten por ingresar en una residencia
– Necesidad de Invertir más recursos económicos para la adecuada atención de los mismo en tales centros (o en sus domicilios, si así lo desean).
-Creación de servicios geriátricos en todos los hospitales.
-Conveniencia de atender los intereses de las personas antes que el de los partidos.
-Y una ley de oro: no mentir a la población, difundiendo noticias, previsiones y datos manifiestamente erróneos o equívocos.
Según ocurrió con el resto del país, o del mundo, la gestión de la pandemia se ha llevado por derroteros diferentes. El título de la obra, como recoge bien la cubierta diseñada por Julián Leal, no permite lugar a dudas.
José Julián Barriga Bravo, Marcelo Muriel Fernández y Francisco González Zurrón (coords.), Extremadura. Protección a nuestros Mayores. Asignatura pendiente. Badajoz, Club Senior de Extremadura, diciembre 2020).