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Manuel Pecellín

Libre con Libros

                     TESTIGO DE LA INTRAHISTORIA EXTREMEÑA

Fermín Solano (La Cumbre, CC, 1944) es una de esas personas a las que conoces desde hace medio siglo y cada vez admiras más. Imposible resulta pronunciarse sobre este su primer libro de manera objetiva. (Si yo fuese un objeto, decía José Bergamín, se me podría demandar que escribiera objetivamente. Pero, mira por dónde, resulta que soy un sujeto…). Un sujeto que ha degustado esta obra con absoluta delectación. Un sujeto que a menudo se ha conmovido con estas páginas donde se recogen experiencias, reflexiones, anhelos, frustraciones también, comunes a tantos de nuestra generación.

Fermín Solano ha compuesto esta especie de memorias para recordar los seis lustros (1967-1996) que vivió en Orellana la Vieja, testigo y alentador de “el despertar democrático desde una parroquia rural”, según recoge el título. Maestro y licenciado en Historia, profesor en varios institutos, párroco actualmente de la iglesia Santiago Apóstol de Don Benito, ejerció su ministerio en aquel pueblo del embalse, cuyas aguas cruzaba con la facilidad de un nadador consumado. Ha sido también tenista, futbolero, ciclista y amante de cualquier deporte.

Los estudios para sacerdote los hizo en el seminario de Plasencia, pionero en percibir los aires renovadores del Vaticano II. Al vicario general Felipe Fernández (futuro obispo de Ávila y Tenerife) le reconoce explícitamente el autor los apoyos y orientaciones en la línea conciliar, así como a los distintos movimientos de acción católica con los ha ido colaborando.  Recordemos que, junto al pueblo todo de Orellana, especialmente a los jóvenes, el libro está dedicado “a todos los militantes de la JARC y MRC, así como a los de la JOC y la HOAC con los que compartí los mejores sueños e ideales de mi vida”.

A alguien tan comprometido, no le iban a faltar disgustos, contratiempos e incomprensiones, sobre todo, claro está, en los años del tardofranquismo y primeros de la democracia. El temple con el que los supo afrontar, tanto ante autoridades civiles como eclesiásticas o del orden público, se percibe tras el relato de aquellas vicisitudes, aunque Solano es más amigo de callar, o a lo sumo de sugerir, que de narraciones detalladas sobre el tema.

Se extiende más cómodamente cuando se ocupa de contar las múltiples actividades emprendidas por él y sus grupos de acción: Club Juvenil, asociación de vecinos, ateneo, Cáritas, semanas culturales, excursiones, marchas antinucleares, representaciones teatrales, encuestas sociológicas, ferias del libro, homenajes a los fusilados en la guerra civil, solicitud de amnistía, manifestaciones contra la Guerra del Golfo, etc.

Fermín, que también ha tenido militancia sindical (“me saqué el carnet de CC.OO. en los inicios de su legalización”, pág. 23), no oculta su orgullo al describir sus trabajos más o menos ocasionales como obrero del campo y del sector servicios o profesor, simultáneos con el ejercicio del ministerio parroquial.

En la obra se reproducen numerosos materiales (cuestionarios, canciones, cartas colectivas o periodísticas, declaraciones) elaborados para la preparación o el desarrollo de aquella actividad. El ejemplo y enseñanzas de Antonio González-Haba Barrantes, “el cura de Entrerríos”, al que le unían estrechos lazos, le iluminaron el camino, según el escritor declara. Como supo aprender de otras personas con las fue encontrándose. Entre las muchas cuyos nombres se consignan, cabe destacar al grupo de hombres y mujeres de Orellana (la mayoría tuvieron que emigrar) próximos a sus ideales: Martín García, Manolo Gallardo, Petra Sierra Gil, Pepi Sánchez Fernández y bastantes más, de quienes se recogen oportunas manifestaciones.

El libro, ilustrado con numerosas fotografías, constituye un excelente testimonio de tantas cosas vividas en la Extremadura rural, así como el retrato de muchos de sus protagonistas, empezando por el propio autor; una fuente de esa intrahistoria que a menudo no recogen los estudios académicos, pero que tan valiosa resulta. Lleva prólogo de Florentino Escribano Ruiz y una carta de presentación que suscribe Juan María Laboa.

 

Fermín Solano Casero, Orellana la Vieja. El despertar democrático desde una parroquia rural. El Club juvenil. Don Benito, Ayuntamiento, 2021.

 

 

 

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