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Manuel Pecellín

Libre con Libros

                       A. AJMÁTOVA Y A. MODIGLIANI

 

 

Dos personalidades extraordinarias van a confluir, casual pero íntimamente en aquel París de todas las esencias donde, a comienzos del pasado siglo, con los rescoldos de la Comuna aún vivos, artistas de medio mundo (Picasso, Diego Rivera, Brâncusi, Max Jacob, Foujita, Man Ray, Soutine y la “galaxia rusa” …, sin excluir al mismo Lenin), constituirán con tantos ínclitos franceses una irrepetible concentración de genialidades. Por entonces, sólo Viena y su Círculo de filósofos y científicos resiste ser comparada a aquel París deslumbrante. La ciudad luz era una fiesta. Por las buhardillas, tabernas, talleres, cafés, prostíbulos, cabarets, falansterios de Montparnasse y Montmartre pulula una tribu bohemia y heterodoxa de genios, cuyas obras nos siguen fascinando.

Allí van a encontrarse dos creadores irrepetibles: Anna Ajmátova (1889-1966) y Amedeo Modigliani (1884-1920). Entre ambos surge un amor al alba, que Élisabeth Barillé (París, 1960) ha sabido evocar en las páginas de esta novela, perfectamente contextualizada. A la escritora gala, de origen ruso, le saltó la chispa al enterarse de que Christie´es había subastado (junio 2010) en ¡43 millones de dólares! Tête de Caryatide, una cabeza de mujer tallada en piedra por el entonces mísero Modigliani cien años antes. ¿La de Ajmátova, a la que amó, esculpió y pintó obsesivamente durante un corto tiempo?

Del artista italiano, apenas reconocido en vida, ídolo mundial hoy, La mujer desnuda con gato, La dama rosa,  lo recordaba así: “Y todo lo divino en Modigliani chispeaba solamente a través de cierta oscuridad. Él no se parecía, en absoluto, a nadie en este mundo. Su voz se ha quedado, de alguna manera, grabada en mi memoria para siempre”. Por su parte, Joseph Brodsky, premio Nóbel de literatura, tras largas horas de conversación con ella,  describe así a la mujer que recuerda tantos retratos de aquel: “Su sola mirada te cortaba el aliento. Alta, de pelo oscuro, morena, esbelta y ágil, con los ojos verdosos de un tigre polar, durante medio siglo la ha dibujado, pintado, esculpido en yeso y mármol, fotografiado un sinnúmero de personas, empezando por Modigliani. Los versos dedicados a ella formarían más volúmenes que su obra entera.”

La tubercolosis, el descuido, el alcohol, las drogas y otros abusos atrajeron pronto la guadaña para el feble judío italiano, de ascendencia sefardita. Las persecuciones de Stalin no pudieron con Ajmátova, que sí tuvo que sufrirlas terriblemente: a su primer marido, el también poeta N. Gumiliov, lo fusilaron (1921), acusándole de contrarrevolucionario; el segundo, Vladimir Shileinko, murió tísico (1930); el tercero, N. Punin, falleció en un gulag (1938). El hijo, estuvo veinte años en Siberia.  Muchos de sus mejores amigos (con Mandelstam al frente) serán también víctimas del Padrecito dictador. Ella misma aguantó destierro y humillaciones innúmeras (aristócrata desenfrenada, medio monja, medio puta, según la calificación oficial) hasta ser rehabilitada tras la perestroika. En Réquiem, su poemario más conmovedor (puede leerse online) confesaba que en aquella Unión Soviética sólo a los difuntos se les permitía sonreír.

Anna guardó hasta sus días finales uno de los retratos que le hizo Modiglani, La carrera del tiempo, que ella incluye en su obra La carrera del tiempo (1965) y ahora se guarda en su museo de San Petersburgo. Si el artista plástico le escribe, tras el primer encuentro, “usted se quedó en mí como una obsesión, para cortar radicalmente el epistolario luego de volverse a ver en París, Ajmátova nunca lo olvidaría.

La novela de Barillé resulta fascinante. Con la misma brillantez que recrea los ambientes de los personajes, analiza el carácter complejo de ambos, descubriéndonos su mundo interior. En la prosa alternan los pasajes narrativos, los diálogos explícitos o insertos, el monólogo interior, los soliloquios, punteados ocasionalmente con poemas de Ajnátova o confesiones de Modigliani. Un libro que nos admira, instruye, conturba e ilusiona.

 

Elisabeth Barillé, Un amor al alba. Anna Ajmátova y Amedeo Modigliani. Cáceres, Periférica, 2021.

 

 

 

 

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