Nacido en Ibahernando (1958), José Antonio Redondo es profesor de Historia Antigua en la Universidad de Extremadura. Actualmente es alcalde de Trujillo (PSOE), cargo que ya ocupase con anterioridad. Entre sus publicaciones cuentan Extremadura en sus quesos (Madrid, 2001 y 2006), Las aventuras y desventuras de Perico el de la mula (Badajoz, 2008 y 2009), El vuelo de la carrancla (Badajoz, 2009) y Trujillo entre los celtas y los romanos (Cáceres, 2018). Mantuvo en el periódico Extremadura y en la revista Crónicas de la comarca de Trujillo la columna “La Atalaya” y ha colaborado con estudios de historia, epigrafía y arqueología en numerosa medios nacionales y lusos de la especialidad.
La presente entre se incluye en la colección “Extremadura” que acaba de inaugurar Sial/Pigmalión, editora dirigida por Basilio Rodríguez Cañada. “Nuestro empeño sigue siendo recoger aquí libros de calidad firmados por autores actuales de prestigios y nuevas voces, que publiquen títulos propios (narrativa, poesía, teatro y ensayo) y también la edición de obras y autores vinculados con esta tierra ya fallecidos que merezcan ser rescatados”, declaran los responsables.
Constituyen el volumen tres narraciones cortas y quince leyendas populares que el autor ha recreado a partir de los supuestos apuntes manuscritos por su abuelo y que él habría encontrado en el desván dentro de una cartera de piel raída (origen del deterioro de los “originales”. Todas las piezas tienen en común el referirse al pasado de Trujillo, con personajes, acontecimientos, ambientaciones y recursos lingüísticos propios de la comarca.
Los relatos, que también tienen mucho de imaginación, superan sin duda a las leyendas. “El sueño de las grullas rojas” es la más conseguida. Un adolescente, trasunto del autor, se propone comprobar si es cierto que, al caer la noche en las dehesas, algunas de las aves perdían su color gris, enrojeciendo, porque almas en pena se introducían en sus gráciles cuerpos. Lo que el muchacho pudo distinguir fueron sombras fugaces, hombres hambrientos que vareaban furtivamente las encinas para recoger unos talegos de bellotas. Es la época de la sementera, cuyas labores se describen con la precisión de quien las ha visto realizar. También los usos y costumbres de los campesinos, sobre todo los yunteros, a quienes tanto gustaba oír cuentos y fábulas durante las noches junto a la lumbre. Nadie las contaba mejor que el tío Pedro, que sostenía haber conocido a un soriano, auténtico “robador de letras”, capaz de dejar en blanco libros o documentos con sólo pasar los dedos por las hojas.
Las leyendas, de breve extensión, se inspiran en tradiciones del territorio trujillano, algunas al menos parcialmente documentadas. Las hay de todas las épocas, temática y verosimilitud. “El caballero y la culebra tragacabras” (s. XIX), sobre la enorme bicha de Ibahernando; “La viuda de la calle Garcíaz” (s. xvi), evocación de una brava mujer, Marineda de Moñino, y “El otro Sansón extremeño” (s. XV), émulo del forzudo trujillano García de Paredes, son las más enjundiosas. El espíritu burlón de Redondo, con sus gotas de anticlericalismo, próximos a la picaresca clásica, se expande a sus anchas en “El sacristán jorobado” (s. XVIII), un Quasimodo avant la lettre, pero bastante más disoluto que el de Nôtre Dame, y “El bujarrón galano” (s. XVI).
Con frecuencia, el autor adjunta a los relatos apuntes de la historia de Trujillo, así como de la etnografía comarcana, que resultan de especial interés cuando se centran en asuntos o personajes de proyección nacional, numerosos en tan antigua y noble población. Algún desliz, como citar al filósofo “Ramón Ortega y Gasset” (pág. 39) añade su sorpresa.
José Antonio Redondo Rodríguez, Relatos y leyendas de Trujillo. Madrid, Pigmalión, 2021.