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Manuel Pecellín

Libre con Libros

DESAFORISMOS

 

El propio autor nos recuerda que “nació en Madrid (1964) un domingo de carnaval, creció en el Cáceres posmoderno de los ochenta rodeado de literaturas y veleidades (la revista literaria Oropéndola es testigo) y ahora ya, convertido en profesor de instituto, vive en Zafra rodeado de lecturas y afanes”. No resulta mal sitio, pues “Sevilla la chica” es seguramente la otra ciudad de Extremadura (junto a Plasencia) con más escritores. Entre los contemporáneos cabe recordar los nombres de Croche de Aculña, Dulce e Imma Chacón, Juan García Gutiérrez, Benito Estrella, Luciano Feria, Miguel Ángel y José María Lama o José Manuel Díez. La misma historia del Seminario Humanístico es un excelente argumento en pro del desarrollo cultural de la ciudad.

Félix José, que apareció incluido (1985) entre los jóvenes narradores extremeños, en Alquimia, antología cuidada por Moisés Cayetano Rosado, se ha mantenido casi inédito hasta ahora. Es, no obstante, un excelente escritor, según demuestran sus Desaforismos, obra con magníficos hallazgos, partiendo ya del título. Si no resulta del todo original (en la red puede leerse otra con el mismo nombre, de Raúl Aceves, edición electrónica de la Universidad de Guadalajara. Jalisco), el extremeño lo complementa con un sintagma sugerente: “Aforismos desaforados y otra filateria proverbial”.

Las teselas aquí agavilladas, de extremada concisión e intensidad expresiva casi todas, relámpagos ingeniosos, me recuerdan las greguerías, ese subgénero del aforismo clásico que Gómez de la Serna hizo célebre. El chispeante e iconoclasta sobrino de Carolina Coronado definió su fórmula literaria como el enlace del humor con la metáfora. En ambos recursos sobreabundan las creaciones de Félix José.

Ha querido éste agruparlas en cinco bloques temáticos, si bien en todos ellos lo que prima es ante todo el placer de decir, el gusto por la palabra poética, la voluntad de ofrecer otros prismas distintos y romper con lo rutinario o ya obsoleto. Es decir, la poesía auténtica. Tal vez el bloque final, reunido bajo el epígrafe de “escatón”,  se aleje más  del “aura” benjaminiana y, centrándose en otras más burdas, resulte el de mayor carga provocadora, especialmente los muy numerosos dedicados a ese “especial regüeldo de perfumista” con que Camilo J. Cela osó interrumpir el parlamento de mosén Lluís Maria Xirinacs.

Para labrar sus “desaforismos”, el autor maneja con generosidad recursos como las paranomasias, sinestesias, falsas etimologías, retruécanos, anfibologías y, naturalmente, los símiles y metáforas. Consigue así ingeniosos neologismos (colonfón, tos felina, apróstata, líneas erectas); “eutrapelias” lingüísticas (“Entre las moscas más cool corre el rumor de que esnifando insecticida se aprende break-dance, pág. 59); alegorías sorprendentes (La penumbra es el párpado soñoliento de la tarde”, pág. 29); imágenes plásticas (“Un hombre es un metrónomo de salón”, pág. 32); fulgores ideológicos (“La beata insomne cuenta ovejas descarriadas”, pág. 39); agudas  intuiciones (“Las abejas usan esas mallas deportivas porque practican la levitación sincronizada”; “Al llegar la primavera, el fiero vuelo del tejado pierde sus dientes de agua”, pp. 50-51) o críticas demoledoras (“Suiza es un país de hasta nombre posesivo”, pág. 64).

En el capítulo último, entregado en forma de epílogo, los aforismos se cansan de mostrarse lacónicos y, como jarchas de ausencia, van impregnándose de una melancolía creciente que impone un aparato verbal más caudaloso, por fortuna sin detrimento de las virtudes antes desplegadas.

“Mi amigo Luis Sáez Delgado fue quien me empujó –arrastró-, allanando el camino que me atrajo hasta este escatológico final contra mis dudas, mi indolencia y mi resignación”, concluye Félix José, no del todo convencido quizás de que merecía la pena dar a luz sus brillantes desafueros.

 

Félix José Ortiz, Desaforismos. Almería, Círculo Rojo, 2021.

 

 

 

 

 

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