Según notas del propio autor, esta curiosísima Fábula de don Facundo Jeremías, que pasó por el mundo y murió de pulmonía formaba parte de una novela experimental con el mismo nombre. Cáceres la fue componiendo en tres lugares y fechas diferentes: Leganés (1969), I´Devey (1971-72) y Pisa 1972-1975. Pese al auge que por entonces disfrutaba ese tipo de literatura, el innovador trabajo quedaría inédito. Ve ahora la luz merced al empeño de la Asociación de Amigos del MEIAC y muy especialmente de Juan Espino, el bibliófilo y coleccionista que la preside. Se adjunta un cuaderno exento con el preliminar “El autor y su laberinto”, que suscribe Emilia Oliva, sin duda la más cualificada estudiosa del creador cacereño.
Sorprende el lujo de esta edición facsímil, cuya tipografía e impresión estuvieron a cargo de Juan Luis López Espada y Andrés Manzano Maestro. Solo se han hecho 50 ejemplares de gran formato, que se venden con firma autógrafa dentro de una caja negra, acartonada, sostenida por dos tirantes. No resulta fácil el manejo de los múltiples materiales componentes: textos manuscritos o mecanografiados, cartulinas, dibujos, collages, poemas verbales, folios de poesía visual… Así que tenemos cuatro entregas conjuntas: el preámbulo de E. Oliva, el cuento de Facundo, el aparato iconográfico y las anotaciones explicativas del `propio creador. Curiosa conjunción, selvática e impetuosa, de narraciones, versos y pintura, que Cáceres fue concibiendo como crítica a la novela “social” dominante durante los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, si bien luego suavizó la carga irónica de sus composiciones para incidir más en lo ficcional.
En este caleidoscopio, donde relato y poesía se funden sorprendentemente, no faltan notas autobiográficas desde las páginas inicial (falta la numeración), erigiéndose en trasunto del propio Cáceres el protagonista. Al fin de su adolescencia, decide éste marcharse a Galicia, ya que el campo extremeño había sufrido una sequía pertinaz (guiño al lenguaje de Franco) y España en general pasaba por años de hambre y silencio. Vive allí una historia de amor, que él mismo corta para embarcarse rumbo a otras tierras. El relato se interrumpe una y otra vez con “proposiciones” escritas en prosa poética de excelente calidad, dibujos de aves y peces fantásticos, deformaciones del rostro, juegos de palabras, signos y símbolos). El joven marino procura ahorrar dinero para comprar una casa y unas tierras en Extremadura, adonde, como tantos emigrantes, soñaba con volver y formar familia. Así lo hizo: se casa con Azucena, compra huerta y construye una casa. Fueron años felices al sol y al aire, trabajando la tierra, segando el trigo, regando el maíz…dedicados un lustro a las labores agroganaderas, hasta que el fatum se desencadenó y dio al traste con sus ilusiones. Facundo se transformará en un Jeremías ácrata y vagabundo, lenta metamorfosis que lo conduce por algún tiempo a la cárcel. Ya envejecido, se hará encantador de serpientes, músico callejero y narrador de leyendas, durmiendo a la intemperie. La previsible pulmonía lo conduce a la tumba. La música, la pintura y la escritura harán que perviva. Así pueden demostrarlo las páginas finales, repletas de composiciones variadas (pentagramas, renglones volados, grafitis, manchones, estampados, letrasets, y otros diseños gráficos).
La obra concluye con unas palabras de carácter metaliterario, donde
Cáceres explica cómo gestó y fue dando a luz su “novela visual” (así la califica), que él propone seguir como una suerte de ontogénesis/filogénesis del hombre, haciéndolo discurrir por las etapas fundamentales de la existencia: infancia, pubertad, juventud, madurez, vejez y decrepitud.
Nacido en Zarza de Granadilla (1941), donde ahora reside, con formación universitaria y estancia en varios países, J. A. Cáceres, obtuvo pronto el aprecio de los más reconocidos cultivadores y expertos en poesía concreta, objetiva, visual, plástica o cinética, según las distintas modalidades de esa literatura experimental. Así lo recordé al reseñar en HOY su obra Corriente alterna (Badajoz, MEIAC, 2020). Lo dicho cabe ampliarlos a la narrativa del mismo género tras la lectura de la que presentamos.
José Antonio Cáceres Peña, Fábula de don Facundo Jeremías, que pasó por el mundo y murió de pulmonía. Badajoz, Asociación de Amigos del MEIAC, noviembre 2021.