Nacido (1958) en Herrera, encrucijada andaluza de tantos caminos, Cejudo se trasladó pronto a Badajoz, donde hace el bachillerato, se enamora y estudia Magisterio. Más tarde hará Pedagogía y Filología Hispánica. Pasa a vivir en Alicante, para ejerces la docencia.
Es autor de los libros Poemas de sombra y labios (1992), El navegar de los sueños (1995), Las horas veneradas (1996), Conjeturas sobre una noche (1998), La casa de los vientos (2002), Nunca sabré tu nombre(2005), Tierras prometidas (2009), Soliloquios y aforismos (2012), Brevedad de la luz (2014), Pez de fondo (2016), Anotaciones aforísticas (2017), Las estampas del tiempo (2018) y Asuntos menores (2021).
De estos once libros se han elegido los casi cien poemas que conforman Lugar de residencia, antología estructurada en tres capítulos, “La lengua de los relojes”, “Serigrafía de una piel trémula” y “Estación de destino”, a cada uno de los cuales se le adjuntan varios inéditos. Lleva el estudio preliminar “El intimismo cotidiano del escritor José María Molina Caballero (Rute, 1961), que dirige la editorial Ánfora Nova, donde se han publicado otros cuatro libros de Cejudo.
“Francisco Cejudo nos ha regalado –concluye Molina- una excelente obra, tenazmente configurada, en la que late una persistente reflexión sobre los misterios y enigmas de la existencia a través de la realidad vivida, contemplada y a veces soñada. El poeta, pleno de sensibilidad, lucidez y oficio poético, nos sorprende gratamente con su palabra sugerente, equilibrada y auténtica”.
Aunque se le percibe, como a todo escritor digno del nombre, mayor calidad literaria, nuevos ensayos formales y desnudez expresiva en cada entrega, lo cierto es que Cejudo continúa fiel a las intuiciones de juventud. Los poetas cuyos versos van sirviéndole de inspiración explícita, declaran sus preferencias lectoras: De Cesare Pavese, Bukowski, Paco Brines, W. Szymborska, Aleixandre, Ben Shal de Sevilla, Félix Grande, Borges, Rilke, Nicanor Parra, Lorca, Guillermo Carnero, Benítez Reyes, Francisco Rioja a Caballero Bonald, constituyen un elenco tan rico como plural.
Intimista y, a la vez, atento al discurrir cotidiano, con gusto por las analepsis (escenas retrospectivas), el poeta puede conmoverse ante un charco callejero, las caléndulas en flor, ese niño que juega, los bancos del parque o una caja de herramientas. Y también recordar emocionado el marinaje de unas sábanas cómplices, el cuerpo desnudo de la amada o cualquier rincón del sur, sin omitir a menudo reflexiones propias del “oficio de antropólogo”. Su lenguaje directo, plástico y denotativo cede también al empuje de las metáforas y de los recursos simbólicos.
La nada no existe en algo ya creado,
la mutación es ley
y mañana en algún lugar
mi luz llenará un vacío.
Son los versos últimos de una antología reveladora.
Francisco Cejudo, Lugar de residencia (Selección 1980-2020), Rute, Ánfora Nova, 2021