Durante nuestra juventud, los de mi generación, estudiantes de francés en el bachillerato, leíamos ávidamente las obras de G. Bernanos (1888-1948). Tal vez no la mejor, pero sí la más buscada fue Les Grands Cimetières sous la lune (Los grandes cementerios bajo la luna). Compuesta en 1938, denunciaba los asesinatos que los fascistas habían cometido en Mallorca tras sublevarse el 18 de julio. Bernanos, un católico confeso, simpatizante de la reaccionaria Action française, residía entonces en Palma; su propio domicilio parece que sirvió como se para la oficina de prensa de Falange, en una de cuyas escuadras militaba su hijo Yves. Pero el escritor no quiso callar ante la barbarie.
Menos conocida acaso que otras novelas suyas (Bajo el sol de Satán, donde hay un antecedente literario de Mouchette; Diálogos de carmelitas o Diario de un cura rural, considerada la obra maestra del parisino), esta Nouvelle histoire de Mouchette (simplemente Mouchette en la edición española) es también un relato extraordinario. Compuesto en 1937, su lectura constituye todavía hoy un auténtico revulsivo, como lo fue la película de Robert Bresson (1967) inspirada en la misma.
Lo primero que llama la atención es la miseria que sufren la mayoría de los habitantes de la aldea gala donde se enmarca el relato. Y no se trata sólo de carencias físicas. El alcohol, las enfermedades, la ignorancia, los rencores, la violencia contra los más débiles (las mujeres, sobre todo) provocan a menudo las conductas más repulsivas. Las tendrá que sufrir hasta la exasperación final la pobre Mouchette, adolescente de sólo catorce años, tan feble como una “mosquita”. Afrontará según el instinto le inspire, hasta que le fallen las fuerzas, las palizas del padre borracho; la enfermedad terminal de la madre; las pobrezas del hogar desabastecido; las incomprensiones de la maestra y, para colmo, ser violada por el único hombre al que admira, Arsène, un cazador furtivo semisalvaje.
“Hacen falta siglos para cambiar el ritmo de la vida en un pueblo francés”, proclama el narrador omnisciente (pág. 114). Por fortuna, todo debe haber ido mucho más rápido y no creo posible localizar en los países europeos occidentales ningún villorrio tan degradado el que aquí describe Bernanos magistralmente. Lo ubica en un bosque del cantón de Aubin, departamento occitano de Aveyron.
Más destaca aún por el análisis sicológico de los personajes, comenzando por la protagonista. Una borrasca de emociones insufribles para cualquiera azota aquel espíritu rebelde, que sabe desarrollar una resistencia extraordinaria para sobrevivir a acosos y sufrimientos, hasta la ruptura final. Encaja los golpes, sin poder devolverlos, con una fuerza que no se sabe de dónde proviene y la resistencia de los animales salvajes. Sólo la máxima humillación destrozará aquel espíritu creado para destinos más prometedores. Contrariamente a la mayoría de los textos del novelista, la religión no juega aquí ningún papel. Ni siquiera ese refugio pudo encontrar Mouchette, -la derrota de la inocencia -desamparada prácticamente por todos los aldeanos, si no es la enigmática anciana que llegó hasta allí desde lugares remotos.
Magdalena Padilla García (Universidad de Sevilla) se cuestiona en el estudio “Georges Bernanos y la Nouvelle Histoire de Mouchette” (en la red) hasta dónde influye en el autor su autobiografía para escribir esta desgarradora novela, sin omitir las experiencias que pudo tener o conocer durante la guerra civil española. En cualquier caso, esta breve narración (centenar y medio de páginas) sobrecoge al situarnos ante el espejo de las más amargas vivencias que pueden desencadenarse sobre una pobre inocente.
La versión al castellano la ha hecho David M. Copé.
Georges Bernanos, Mouchette. Cáceres, Periférica, 2022